Cádiz CF - Sevilla FC | La previa

Que el estreno case con lo prometido

Sergi Gómez, sonriente durante la sesión de ayer.

Sergi Gómez, sonriente durante la sesión de ayer. / Sevilla FC

El fútbol cierra con la misma celeridad las batallas más brillantes y las que se aconseja olvidar rápido. Quizá no, seguro, que el sevillismo aún tiene en mente la exhibición de resistencia y coraje que su equipo protagonizó ante el Bayern Múnich el pasado jueves, pero el grupo que dirige Julen Lopetegui está aleccionado para enterrar y pisotear con decisión cualquier mención del pasado.

La Liga abre un nuevo camino, con nuevas ilusiones, frente a los ojos de un Sevilla que mira al frente con ambición, que considera que no ha crecido aún lo suficiente y que se agarra a lo que enseñó al mundo en Budapest para convencerse a sí mismo y hacerlo con los demás de que ya no está dispuesto a ir de invitado a la fiesta. Y que nadie dude que lo hará si no le ponen palos en las ruedas. De momento, los de siempre le han dado la primera en la frente, pues el enfado de Lopetegui justo tras acabar la Supercopa de Europa tenía menos que ver con la derrota que con un nuevo capricho con los horarios de LaLiga. Es una muestra de la dura batalla que espera, casi igual de dura o más que la que queda en el campo.

Porque cuando se trata de competir con un Bayern, un Inter o un Manchester United toda la maquinaria futbolística en España se pone del lado patrio, pero cuando están por medio Real Madrid y Barcelona, amigo..., ya son palabras mayores y por ahí no todo el mundo va a dejar pasar al Sevilla.

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La previa / Departamento Infografía

Lo comprobaremos conforme avance la temporada y quedarán injusticias por venir y por las que gritar. De momento, a los nervionenses les toca pasar la primera prueba ante el Cádiz en un duelo histórico del fútbol andaluz que dejó en la memoria momentos entrañables y que hace cerca de 15 años que no se repite. Dos clubes y dos ciudades hermanas, con muchos vínculos entre sí y que deben brindar al espectador una fiesta del fútbol andaluz, fiesta que desgraciadamente habrá de ser sin público. Cosas de la nueva normalidad que nunca, aunque quieran, será ni lo más parecido a lo normal.

Saviola, Puerta, Kepa y Kanouté dibujaron un 0-4 la última vez que el Sevilla visitó este estadio en un partido de Liga y, por tanto, es una alegría que se reedite el encuentro entre ambos después de lo que ha pasado el conjunto cadista por esas categorías.

La queja de Lopetegui tiene que ver, como muchas de las que vendrán, con las horas de descanso de su gente tras un intensísimo esfuerzo cuando las piernas aún no están del todo preparadas para el periodo competitivo. La intensidad que exige un rival como el Bayern y la necesidad de jugar una prórroga obligan al técnico guipuzcoano a tener que mover el banquillo aunque sin dejar al equipo sin ese carácter competitivo con el que promete hacerse notar en esta Liga.

Aunque ese respeto se gana en campos como éste, en batallas que no tienen tantos focos y para las que es necesaria una motivación externa. Ahí reside gran parte de la dificultad de este duelo, en la gestión de las emociones. El Sevilla ya tiene la experiencia de lo que se encontró en Miranda de Ebro, donde un equipo inferior pero más motivado le demostró que la mente puede, si se lo propone, ser más decisiva que la calidad futbolística y el nivel de las plantillas. Si el Sevilla no entra hoy fuerte al partido, si no aprieta los dientes igual que lo hizo en Budapest, corre peligro de llevarse la primera decepción del año, y las estadísticas son muy buenas como para ensuciarlas a las primeras de cambio.

No está de más recordar que desde el 9 de febrero nadie ha sido capaz de hacerle hincar la rodilla a la tropa de Lopetegui, ni siquiera un Bayern que necesitó de la prórroga para hacerlo. Levantar la moral de algunos, caso de En-Nesyri, es la labor del cuerpo técnico en las horas previas, pero todos en este Sevilla han demostrado que mentalmente son fuertes y que eso precisamente no es un tema para la preocupación.

Queda comprobar dónde retoca el técnico para gestionar todos los esfuerzos, los acumulados y los que quedan por realizarse, ya que la pandemia y sus daños colaterales han constreñido como nunca el calendario, especialmente duro para un equipo que tiene este año el extra de la Champions, que como ya avisó el de Asteasu en una entrevista en estas páginas, no exigirá ni mucho menos igual en su primera fase que la Europa League. Una forma sutil y elegante de pedir “fondo de armario”, que, traducido a cristiano, quiere decir fichajes de primer nivel.

El Sevilla se juega mucho esta temporada porque la declaración de intenciones ha sido muy ambiciosa, pero es en duelos como el de esta tarde en Carranza en los que hay que ganarse el nombre. De nada servirá la machada del jueves si hoy sale con pie blando a la hierba gaditana. Eso ya se lo conoce el sevillismo.

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