Celta - Sevilla

La previa: El intruso que no quiere serlo

Diego Carlos y Fernando se dirigen a la terminal ejecutiva del aeropuerto de San Pablo.

Diego Carlos y Fernando se dirigen a la terminal ejecutiva del aeropuerto de San Pablo. / Juan Carlos Vázquez

El Sevilla parece haber aprendido bien la lección de rechazar cuanto antes cualquier tipo de veleidad sobre sus verdaderos objetivos en la Liga. Al final del invierno, a la fuerza y desde fuerza, ya fue postulado como un aspirante al título cuando la cabeza de la tabla estaba muy apretada. Ahora parece que el acordeón de la clasificación tiene otra frase de apretura, pero el grupo que dirige con espíritu espartano Julen Lopetegui no quiere oír nuevos cantos de sirena, por mucho que el que los emita sea nada menos que el hombre que hizo campeona del mundo a España.

Por eso, el Sevilla acude a Vigo sin oír ese lisonjero mensaje de Vicente del Bosque en el que no lo descartaba para la lucha por el título, antes de que el Real Madrid venciera al Barcelona y apretara incluso un poquito más el fuelle de los cuatro primeros. Si el que figurara como cuarto en la clasificación de la Liga fueran el Real Madrid o el Barcelona no cabría duda de que ambos transatlánticos seguirían contando para el título. El Sevilla no tiene los factores de presión de los dos gigantes ibéricos, entre ellos el del poder mediático de las dos grandes ciudades que lo polarizan todo en España. Pero si hasta los medios capitalinos ya incluyen al equipo de Lopetegui en la quiniela, cuando faltan ocho jornadas nada más, es para pensárselo... O no.

Celta-Sevilla Celta-Sevilla

Celta-Sevilla / Infografía / E.F.

Lopetegui desde luego no quiere ni oír hablar de ello e incluso tuerce el gesto cuando se le insinúa algo parecido a que su equipo podría aspirar a algo más que el cuarto puesto que ostenta con tanta holgura. El técnico guipuzcoano, hombre cauto donde los haya, a veces hasta un recelo extremo, sólo piensa en que el mullido colchón no se vuelva una trampa por la comodidad a la que invita su confortabilidad. Sabe el de Asteasu, antes bien, que cada curva esconde un posible resbalón. Y en Balaídos puede haber aceite en cada tepe del césped.

Ya se encargó el técnico sevillista de recordar las cualidades y bondades del Celta de Eduardo Coudet, que ya dio muchos quebraderos de cabeza en su debut como entrenador céltico, en Nervión. La suerte, que también hubo que buscarla, se alió con el Sevilla para aquella remontada con goles postreros de Escudero y Munir frente a Denis Suárez, Nolito, Iago Aspas y compañía.

Los tres ex sevillistas estarán de nuevo hoy enfrente, formando parte de un equipo con un cariz netamente ofensivo, como demuestra que desde que Coudet debutara en el banquillo celtiña en Nervión, su equipo es, tras Barcelona y Real Madrid, el que más goles marca de la Liga. Con un conjunto en el que Renato Tapia es el único futbolista específico de cierre, de mediocampo hacia delante, con extremos que son prácticamente atacantes puros, dos puntas y Denis Suárez en la organización, el Celta tiene un juego combinativo y al espacio que puede crearle problemas al sólido Sevilla de Lopetegui.

Coudet, además, parece que recupera a uno de sus dos centrales titulares, Néstor Araujo, con lo que la duda que tenía de que se le pudiera desinflar el equipo por la endeblez del eje de la zaga se ha diluido, y eso dará más confianza a los suyos a la hora de buscarles las cosquillas a los sevillistas. Éstos, al contrario que los celtiñas, rentabilizan muy bien sus ocasiones. Además, su principal goleador, En-Neysri, parece que no faltará a la cita cuando den las 21:00 de esta noche.

Que En-Nesyri haya sido duda no parece el mayor problema de un equipo en el que cualquiera puede hacer un gol. El marroquí no fue titular ante el Atlético de Madrid y eso no fue óbice para el excelente partido que cuajó el equipo de Lopetegui, que parece con más energía tras el bache de fatiga física y mental que coincidió con las eliminaciones de Champions y Copa.

Ahora, con un solo torneo por delante y después del receso del parón, el Sevilla parece más sólido y enérgico que nunca, con tiempo además para preparar cada partido con mimo. Hace ocho días renació un brioso Sevilla que quiere afrontar el sprint final sin miedo y con confianza, como un inesperado intruso en la lucha por la Liga, aunque rechace tan incómodo rol.

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