Sevilla FC-Valencia | La crónica

Derrota táctica, mirada a Caparrós (0-1)

  • El Sevilla pierde un partido trascendental contra el Valencia por un error de Banega en un sitio en el que jamás debió estar.

  • Los sevillistas mejoraron en la segunda mitad con la solución natural, pero no les llegó.

Derrota dolorosa, muy dolorosa, del Sevilla ante un igual. Se enfrentaban dos equipos tremendamente parecidos y todo se decidió con un error que tiene muchísimo que ver con las decisiones que se toman desde los banquillos. Porque nadie podrá discutir, como un hecho objetivo que es, que los propietarios del Ramón Sánchez-Pizjuán sucumbieron en una acción puntual debido a que Banega, su faro, estaba donde no debía, tapando la subida del lateral izquierdo del Valencia. Penalti y cero a uno, no hay más discusión posible pese al contenido que siempre tienen 95 minutos de fútbol recio y viril.

Lógicamente, quien toma la determinación de colocar a Banega como falso extremo derecho para que Amadou estuviera en el eje central es Joaquín Caparrós Camino y, por tanto, los focos sólo pueden dirigirse a su persona a la hora de señalarlo directamente como máximo responsable de esta trascendental derrota del Sevilla. Por supuesto que es injusto señalarlo a él únicamente, pero el análisis es más amplio, aunque en un primer acercamiento al resumen del litigio sólo cabe fijarse en esa circunstancia tan concreta.

Porque ni siquiera el hecho de que Amadou formara pareja en el centro con Gonalons en el triunfo en el debut del entrenador utrerano puede servir como atenuante para persistir en el error de alejar a Banega del sitio en el que verdaderamente es útil para este Sevilla. Y, desgraciadamente para los nervionenses, la casualidad, o no, quiso que la acción que decidió todo tuviera mucho que ver con ese error tan flagrante.

Una subida de Gayá por la izquierda en un balón largo con no excesivo peligro para la integridad de Javi Díaz, pero el siempre medio centro argentino llega allí con el hígado saliéndole por la boca por la carrera que se ha tenido que pegar. A partir de ahí es evidente que la decisión del que tal vez pueda ser el mejor futbolista de esta plantilla del Sevilla es errónea, por supuesto que sí, y que en eso no tiene nada que ver Caparrós, pero el problema es que Banega jamás de los jamases debería realizar ese cometido de pegarse semejante sprint hacia atrás por una de las bandas.

Y después el desarrollo de la segunda mitad se encargaría de demostrar que este análisis del juego en la crónica de los hechos es absolutamente correcto. Bastó con que ingresara en el terreno de juego Franco Vázquez por Amadou, lo lógico si no hubiera sido por el simplista recurso de mantener lo que supuestamente había funcionado en Cornellà-El Prat, para que el Sevilla fuera infinitamente más coherente y se hiciera acreedor, de sobras, a salvar uno de los puntos en juego cuando menos. Pero el fútbol, y Caparrós, como buen resultadista que es, es el primero que sabe que este deporte no entiende de merecimientos sino de goles y lo que reflejó al final el criticado González González en el acta fue un cero a uno favorable a los valencianistas que puede complicar bastante la pelea de los nervionenses por alcanzar la cuarta plaza en las nueve jornadas que restan.

Era un día clave para esa pugna, el Sevilla, "el mejor equipo de la Liga" según el hombre que se sienta ahora en su banquillo, recibía al adversario que todos señalan como el más capacitado para volver a ocupar el lugar que ya alcanzó en la anterior temporada. Era una de esas citas en las que está prohibido fallar y tal vez por ello hace dos semanas Caparrós tomara la decisión de colocarse él en el sitio que ocupaba Machín en la creencia de que sus futbolistas estaban capacitados para mucho más de lo que estaban ofreciendo. También, se supone, para derrotar a este Valencia.

Para conseguirlo, Caparrós mantuvo casi a los mismos futbolistas que le dieron el primer triunfo contra el Espanyol. Sólo salían del once Juan Soriano, por sanción, y Andre Silva, por un problema físico, para que ingresaran Javi Díaz y Munir. Pero el libreto era exactamente el mismo, con Gonalons y Amadou, sí Amadou, en el eje de todo y Banega escorado a la derecha para dejarle toda la banda a las entradas de Jesús Navas. Claro que nada puede ser igual desde el mismo momento en el que el Valencia no es el Espanyol y que todo sucedía, además, en el Ramón Sánchez-Pizjuán.

Mercado salta con Rodrigo. Mercado salta con Rodrigo.

Mercado salta con Rodrigo. / Antonio Pizarro

Eso haría aún más incomprensible que Banega estuviera condenado a sentirse inútil en un costado mientras observaba las dificultades que fue encontrando su equipo para sacar el balón desde atrás por la impericia de Amadou, en ese sentido por supuesto, que otra cosa es el físico del camerunés. Por mucho que no sea una mala idea esa asimetría para que Jesús Navas se ocupe en solitario del costado y ganar un peón por el medio era incompresible que éste no fuera Franco Vázquez, como se evidenciaría tras el intermedio.

El primer acto, de cualquier manera, no pudo ser más igualado. Al Valencia le sorprendieron las incorporaciones de Amadou por la derecha en el arranque, pero tampoco iba a sufrir más de la cuenta y hasta la media hora no iba a tener Munir una oportunidad más o menos clara, aunque su disparo fue tremendamente inocente. Sucedía poco antes de un tres contra dos que no aprovecharon Gameiro y Parejo tras un error de Gonalons. Después sería Amadou quien cabecearía un barullo de manera inocente y ya en el alargue llegaría ese penalti de Banega por estar donde nunca debió estar el argentino.

Diferente fue la segunda mitad, con un Sevilla más lógico ya con Franco Vázquez y con Banega como faro para orientarlo todo. Pese a un disparo de Gameiro al larguero que también pudo decantar la cosa de manera fulminante, el acoso del cuadro local fue absoluto y raro fue que no acabara el choque en unas tablas. No es que hubiera ocasiones diáfanas, pero sí muchos uy por parte de Franco Vázquez, sobre todo, y en esas dos acciones finales de Gonalons en las que González González decidió no ser tan estricto como en el penalti de Banega a Gayá.

Pero no hay más, esto es fútbol, el Sevilla perdió ante un igual y Caparrós debe andar aún dándole vueltas a la cabeza de por qué no supo sacar todo el provecho a "la mejor plantilla de la Liga". Del dicho al hecho va un trecho, sentencia el sabio refranero español.

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