Athletic-Sevilla

Crónica | Un huracán sopla de popa para premiar a un buen Sevilla (0-1)

  • Un penalti transformado por Ocampos tras un regalo del Athletic le da los tres puntos en San Mamés a un equipo que supo defenderse siempre con orden a pesar del empuje de los locales

  • Así le hemos contado el Athletic-Sevilla

Ocampos corre junto a Gueye y En-Nesyri para festejar el gol del triunfo sevillista.

Ocampos corre junto a Gueye y En-Nesyri para festejar el gol del triunfo sevillista. / Luis Tejido | Efe

Triunfo de valor incalculable para el Sevilla en San Mamés. Las cuentas pueden salir o no, pero sumar 41 puntos a falta de siete jornadas para el final de torneo liguero era algo que no entraba en los cálculos ni del más forofo de los sevillistas hace sólo un mes, pero la tabla clasificatoria es como el algodón, no miente, y desde la llegada de José Luis Mendilibar al banquillo de los blanquirrojos todas son buenas noticias para la causa.

También en Bilbao se iba a demostrar que el aire sopla de popa para este Sevilla y, además, lo hace con una fuerza que ni siquiera un buen levante, es algo así como un huracán el que se ha desatado para empujar a la embarcación del equipo que defiendo la fe balompédica radicada en el sevillanísimo barrio de Nervión. De otra manera, cuesta trabajo entender que en un partido con la friolera de cero ocasiones de gol acabe festejando tan a lo grande un triunfo en un estadio tan complicado como San Mamés.

Pero así es el fútbol. El Sevilla, eso sí, supo mantenerse ordenado durante los noventa y un minutos anteriores al regalo de Yeray Álvarez a Ocampos, se defendió perfectamente y sólo concedió dos llegadas también que fueron anuladas por fueras de juego de Nico Williams y Guruzeta. Ambos fueron por el pelo de una gamba, pero la regla, justa o injusta, dictamina que si no hay dos hombres entre el delantero y la portería es orsay. Así que, según las rayas trazadas por el VAR, fuera de juego.

Y precisamente a partir de ahí se iba a consolidar la fortaleza de este Sevilla para que, muy al final, quien más problemas le había creado, el señor Hernández al cuadrado, fuera valiente por una vez para sancionar con penalti el ingenuo toque a la desesperada de Yeray Álvarez sobre Ocampos cuando el central del Athletic había perdido un balón increíble por resbalarse tras recibir de Unai Simón. Ocampos convirtió el lanzamiento con mucha calidad y si ya un punto era un botín de oro puro para los sevillistas, qué se puede decir de llevarse en la valija los tres. Pues sencillamente de vivir otro jueves de Feria de esos que son dignos de ser celebrados a lo grande.

Ocampos reclama el penalti tras el derribo de Yeray Álvarez. Ocampos reclama el penalti tras el derribo de Yeray Álvarez.

Ocampos reclama el penalti tras el derribo de Yeray Álvarez. / Luis Tejido | Efe

No lo iba a tener nada fácil el Sevilla de Mendilibar en su propósito de seguir invicto con el entrenador vasco al mando de las operaciones. La intensidad del juego del Athletic no le daba ni un solo respiro, pero ni uno, y aquello era un ir y venir para el que tal vez no estuvieran muy preparados los hombres que visten de blanco en la actual plantilla. Bueno, quizá antes de la llegada del nuevo técnico, porque ahora el equipo realmente es desconocido. Para bien, pero sin ninguna seña de identidad del pasado, tampoco la de pelear hasta la extenuación cada balón.

El Sevilla, con siete futbolistas nuevos respecto al triunfo del pasado domingo contra el Villarreal, salió a la olla a presión que era San Mamés con la sana intención de mantenerle el pulso a los locales en lo más alto. Pero tampoco iba a ser sencillo eso por dos razones. Una es endógena y se trata de la diferencia en el físico entre unos protagonistas y otros; la otra tiene más que ver con una circunstancia exógena, concretamente con el encargado de impartir justicia sobre el césped.

Era increíble que Hernández Hernández, con tantos años en el arbitraje, se hiciera el sueco, que es lo que aparenta más que canario, en las acciones del Athletic para cortar el juego tanto en una mano voluntaria como en una acción flagrante sobre Suso e incluso aplicara la ley de la ventaja en una falta clarísima a Ocampos en el borde del área de Unai Simón. Pero son las circunstancias que se daban mientras que los sevillistas, afortunadamente para ellos, sí se veían beneficiados por la existencia del VAR, que anuló por fuera de juego sendos goles de Nico Williams y Guruzeta que, en otros tiempos y sin el artefacto, hubieran subido al marcador el ciento por ciento de las ocasiones. Ya al final sí sería valiente el juez con el ingenuo penalti de Yeray.

Dmitrovic sale ante Nico Williams. Dmitrovic sale ante Nico Williams.

Dmitrovic sale ante Nico Williams. / Luis Tejido | Efe

Pero el Sevilla se iba a servir del VAR tanto en el minuto 8 como en el 16 y, al menos, pudo seguir peleando en una lucha que sí era desigual en el primer periodo por el empuje de los locales, quienes también tenían permitido parar a En-Nesyri con todo tipo de golpes mientras que el primero que daba el marroquí era sancionado con falta. Como las tarjetas a Lamela y Acuña, las dos primeras, aunque esas circunstancias ya podían ser asumidas por todos a la vista del caserismo que mostraba el doble Hernández.

Al intermedio, sin embargo, se iba a llegar con todo igualado y restaba por ver cómo respondían las piernas de unos y otros ante semejante ritmo en la circulación del balón, pues éste no paraba jamás… Lo primero que decide Mendilibar es introducir a Bryan Gil en lugar del tarjeteado Lamela y el equipo gana con ello e incluso sí tiene una opción muy favorable cuando no aprovechó el primer regalo al filo de la hora y no fue capaz de disparar cuando arrancó en solitario ante Unai Simón.

El ímpetu del Athletic disminuía conforme se acumulaba el cansancio en las piernas de sus hombres y el Sevilla ya controlaría totalmente la situación a raíz de un triple cambio en el que Pape Gueye entraba, y se notó favorablemente, junto a Papu Gómez y Montiel, éste por los problemas físicos de Jesús Navas.

En la segunda mitad ya se queda la hoja de Word sin ninguna anotación de consideración a favor del Athletic. Es verdad que empujaba, pero sin peligro real, sólo artificio. Lo que sí sucedió tras el primer regalo a Bryan Gil fue el segundo para que Ocampos cayera en la entrada a la desesperada de Yeray. Cero a uno, tres puntos más para alcanzar los 41 y el Sevilla hasta puede soñar con metas que parecían oníricas hace sólo un mes. Pero así es el fútbol, sobre todo cuando el aire sopla de popa como si fuera un huracán y empuja a la embarcación hacia adelante. Mejor así, por supuesto que sí.

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