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Despreciar el orden, una condena sí o sí

  • Marcelino se autoinmola al prescindir del mínimo equilibrio y entregar al rival una zaga de tres sin posibilidad alguna de éxito

Salir con Rakitic como único acompañante de Medel en la sala de máquinas, con dos atacantes en las alas, como son Jesús Navas y Manu del Moral, más dos delanteros, Kanoute y Negredo, era un modo bastante fiable de entregar al rival el centro del campo. Si además el contrincante es el Villarreal, un equipo que ya de por sí gusta de acumular piezas en el medio y además comparecía sin apenas delanteros, era inevitable que sucediera lo que cualquier sevillista se temió cuando echó un vistazo a la hojilla de las alineaciones. Pero hubo más. Tras esa primera parte de erre que erre por parte de Marcelino, éste dio otro giro de tuerca que agudizó el desequilibrio hasta el disparate. Con su decisión, Marcelino parecía que subía al altar de los sacrificios. ¿Lo sabía?

Defensa

Al Villarreal, un equipo que llevaba ¡20 salidas! consecutivas sin ganar, no le hizo falta que estuvieran Rossi, Nilmar o Marco Ruben para llegar hasta Javi Varas con asiduidad y peligro franco. Después de una salida briosa, apretando bastante arriba a los amarillos, la dinámica del juego no tenía más que un camino por las características de un once y otro. El balón cayó por pura lógica en las botas de Senna, Bruno, Cani, Borja Valero y hasta Camuñas, el hombre más cercano al único punta, Joselu. Hasta el lateral Ángel provocó un fuego en la zona de Fernando Navarro, que echó de menos alguna ayuda por delante. Medel no sabía dónde acudir, mientras Rakitic era un monumento a la impotencia, corriendo sin ritmo, llegando tarde a tapar, sin resuello para tirarse al suelo siquiera; y por delante, dos extremos y dos puntas. Desequilibrio, en suma.

Pero la peor versión de un equipo desordenado, y por ello entregado, afloró en la segunda mitad: fuera Coke y Medel, dentro Trochowski y Reyes. Defensa de tres con Fazio abierto a la derecha, más Escudé y Fernando Navarro. Y de medio de cierre (?)... Rakitic. Encima, Fazio cruzaba la línea del centro del campo para apretar... Una locura sin sentido que el Villarreal aprovechó como lo hubiera hecho cualquier equipo.

En esa segunda parte, Borja Valero maniobró a su antojo por el costado derecho del simulacro de defensa sevillista. Y a su toque de corneta acudieron sus compañeros para generar varias situaciones de superioridad numérica ante Escudé y Fernando Navarro. De chirigota. Y de las que causan vergüenza ajena en preliminares.

Ataque

Marcelino quiere ataques rápidos, sin mucha elaboración. Punto primero: con Kanoute más Negredo, se complica; punto segundo: con una media en inferioridad numérica y sin la pelota, que inicia los ataques muy atrás y bajo un dibujo tan largo, con tanta distancia entre líneas, se dificulta todavía más.

El peligro sobrevino en las ocasiones en que los sevillistas superaban la línea de presión del Villarreal y el balón le llegaba a Jesús Navas o Manu en la posición de extremo. Eso sí, pocas veces resolvían la jugada como ésta pedía.

Con Reyes y Trochowski por delante de Rakitic (más Jesús Navas y Manu en las alas, más Kanoute y Negredo arriba), hubo más circulación por dentro, que no el último pase a los puntas. Sí que se abrieron buenos balones a los extremos.

virtudes

Con todo, la locura y la heterodoxia generó ocasiones y obligó a Diego López.

talón de aquiles

No contento con ese 4-2-4 tan desequilibrado, Marcelino agudizó el desorden. Y se condenó.

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