Sevilla - Elche | La crónica

Ganar siempre es la mejor forma de engrasar una máquina de fútbol (2-0)

  • El Sevilla finiquita la racha de los empates con un sufrido triunfo frente al Elche con dos goles que se hicieron esperar

  • Papu Gómez abrió el camino y sólo cinco minutos después Rafa Mir lo cerraba con un cabezazo a centro de Martial

Papu Gómez celebra con fuerza el gol que abrió el camino sevillista contra el Elche.

Papu Gómez celebra con fuerza el gol que abrió el camino sevillista contra el Elche. / Antonio Pizarro

El Sevilla vuelve a caminar de tres en tres y ésa es la noticia más positiva para todos los suyos en un momento en la que la máquina evidencia que no está suficientemente engrasada. El triunfo contra el Elche se convierte, pues, en el mejor bálsamo en unos tiempos en los que la escuadra de Julen Lopetegui acusa los numerosos problemas físicos padecidos durante ese mes de enero que amenazó con destruir al proyecto en este curso 2021-22 con tantas ilusiones por delante.

Este Sevilla no está bien, eso es una evidencia y nadie puede atreverse a negarlo, tal vez ni siquiera Julen Lopetegui o Monchi, que son los máximos responsables de la parcela deportiva. A los blancos les cuesta un hacer circular la pelota con fluidez, llevarla a las bandas con opciones de ser punzantes, entre otras cosas porque sus laterales, fundamentales en el funcionamiento del fútbol con el entrenador vasco, están muy mermados en el plano físico.

Koundé fue el sustituto elegido para la banda derecha ante la ausencia de Montiel y de Jesús Navas, pero fue clarísimo que el francés iba con el freno de mano echado. Lo mismo que sucedía con Acuña en el costado izquierdo, donde apenas fue capaz de convertirse en el hombre liberado por su banda en un día en el que tenía por delante al recién incorporado Martial. No hubo mucha compenetración entre ambos.

Esa tara es importante en el estilo implantado por Lopetegui, pero no fue la única para que la maquinaria siempre ofreciera la sensación de funcionar en una velocidad menor a la necesaria. También la presencia de Rakitic en el lugar de Fernando, metido entre los centrales al principio y después tratando de llegar a los balones que habitualmente suele cortar el brasileño, no fue la mejor de las soluciones. El suizo ya tenía problemas en esa posición en los tiempos en los que Unai Emery se empeñaba en que fuera el punto de partida y ahora, con unos pocos de años más encima, es aún más evidente que tiene carencias en ese sentido. Triunfó en la mediapunta y le cuesta, lo que se convierte en otro punto negativo.

Como, además, Joan Jordán está en una fase de indefinición que provoca que esté más pendiente de asegurar el balón atrás que otra cosa no era extraño que el Sevilla de la primera mitad fuera incapaz de conectar con el Papu Gómez en la mediapunta y éste, al mismo tiempo lógicamente, no podía surtir de balones al trío Tecatito Corona-En-Nesyri-Martial. Además, el Elche era una máquina de interrumpir el juego y parecía imposible que el Sevilla fuera capaz de arrancar. Después tendría su justo castigo a esa manera de interpretar el fútbol.

El juego no podía tener menos continuidad y pese a ello, los blancos tuvieron dos ocasiones clarísimas para haberse adelantado. En la primera de ellas, después de un fenomenal pase de Tecatito Corona, En-Nesyri evidenció que no está ni siquiera al nivel de las pretemporadas. Se enredó con el balón cuando tenía el camino abierto hacia la portería de Édgar Badía y se dejó quitar la pelota con suma facilidad. En la segunda, Rakitic, el único que se atreve a disparar desde fuera del área, le pegó raso, el portero repelió como pudo y cuando ya parecía que el 1-0 era inevitable, En-Nesyri se desequilibró solito y no fue capaz de llegar a disparar.

Todo sucedía pronto y desde entonces ya dejó de jugarse. Se iban cayendo uno detrás de otro los futbolistas del Elche, Édgar Badía tardaba un mundo en poner la pelota en movimiento. Cuando no era una cosa era otra y lo cierto es que apenas se podía darle continuidad a nada. Tanto fue así que Ortiz Arias, el árbitro, estableció seis minutos de prolongación en ese primer periodo. No sucedió nada nuevo tampoco.

Lopetegui buscó dinamismo con la entrada de Munir por En-Nesyri y se llevó a Martial a su mejor posición, a que hiciera de delantero centro durante un rato. El francés, sin hacer nada del otro mundo, ya comenzó a sentirse más a gusto, pero el Sevilla seguía igual de incómodo. Tanto que Lopetegui volvió a mover el árbol con la entrada de Delaney y Rafa Mir sobre la hora de juego. Y acertó, vaya si acertó.

El Sevilla, con el danés mordiendo y moviendo la pelota rápida, ya fue otro bien diferente. Además, Martial comprendió que tenía que jugar mucho más por dentro y así, por fin, pudo llegar el primer gol en una jugada afortunada en la finalización, pero bien gestada desde el robo de Martial y con el fútbol del Papu. El argentino recorre varias decenas de metros y tiene el disparo dentro del área. La pelota toca en Verdú y los sevillistas se habían puesto por delante.

Ahí llegó el justo castigo para las interrupciones del Elche. Enzo Roco se había hecho el muerto, con comillas por supuesto, en un choque con Diego Carlos, Ortiz Arias lo invitaba a irse a la banda y no le hizo mucho caso. Lo irritó. El árbitro lo castigó con no dejarlo entrar de inmediato y justo por el perfil del central ausente penetró el Papu Gómez para hacer el uno a cero. Tantas interrupciones, tanta simulación, legales pero dignas de censura, tuvieron una penalización muy certera.

Fue como una liberación para los sevillistas y no tardaría en verse una pinceladita de lo que puede ofrecer Martial, aunque sin echar para nada las campanas al vuelo, pues en el momento en el que vaya cogiendo ritmo de partidos debe ofrecer mucho más. El francés arrancó de dentro a fuera y su centro fue cabeceado con fuerza y colocación por Rafa Mir para firmar el dos a cero. Sólo habían pasado cinco minutos desde el primero y el Sevilla ya estaba con un 2-0.

El final, como no podía ser de otra forma, ya sería plácido, con un colchón de dos goles para espantar los malos humores, ir avanzando en lo físico y, sobre todo, finiquitar un viernes, cuando aún no ha jugado nadie todavía, con los tres puntos adicionados ya en el casillero clasificatorio. Al Sevilla, al segundo clasificado de la Liga, le ha costado, pero días así, atascados, suelen ser el principio de buenas rachas. En una noche, con este 2-0 sobre el Elche, sumaba lo mismo que en las tres citas anteriores contra Valencia, Celta y Osasuna. Ése es el camino, aunque será fundamental que el físico después de tantos problemas vaya avanzando...

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