Sevilla FC - Atlético de Madrid | La previa

Lopetegui contra Simeone, ajedrez sobre hierba

  • El celo en no desorganizarse de los entrenadores, uno con el toque y el otro con el repliegue y la contra, anuncia un duelo táctico en el que será clave sorprender

Reguilón se defiende del lanzamiento de un balón ('fit-ball') en la sesión de ayer.

Reguilón se defiende del lanzamiento de un balón ('fit-ball') en la sesión de ayer. / Juan Carlos Muñoz

Cuando aún revolotea bien fresco en la conciencia del sevillista el frustrante empate de su equipo en Mestalla, resonará esta tarde-noche por el Ramón Sánchez-Pizjuán, bajo redoble de tambores, un “más difícil todavía”. Y tan difícil: el Atlético de Diego Pablo Simeone sólo ha doblado las rodillas ante el anfitrión de Nervión una vez en la Liga desde que el entrenador argentino llegó al Vicente Calderón en diciembre de 2011 para cambiarle el destino al club colchonero. Fue aquel 1-0 en la Liga de Sampaoli, la 2016-17, gracias a la poderosa carrera de N’Zonzi bajo la lluvia.

Ocho veces ha hollado la escuadra de Simeone la hierba del Pizjuán, ganó cuatro, empató tres e incluso en las tres que acabó avasallando –un 1-3 en la Liga 13-14 con Míchel en el banquillo local, un 0-3 en la 15-16 con Emery y un 2-5 en la 17-18 con Montella– el Sevilla se fue con la sensación de que el resultado fue engañoso, que el duelo fue más cerrado e incierto. Es lo que suele ocurrir con las víctimas de los espartanos de Simeone, que mientras yacen en la cuneta maldicen su suerte porque creen que su enemigo no hizo más por ganar. Pero lo hizo.

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El Atlético se posiciona, no pierde el orden, no comete errores infantiles en zonas de riesgo y, a poco que el rival se destape o resbale atrás en un control o un mal pase, sale como un rayo y ejecuta. Lo hizo toda la vida porque así se hizo grande. Y con Simeone, más.

Su vecino en la Villa y Corte que viste de blanco se ha hecho grande por otros derroteros, pero hace algo más de un mes también se fue de Nervión con los tres puntos en un ejercicio de orden, pragmatismo y energía muy simeonesco.

Y esa cercana derrota, como también el amargo empate del miércoles pasado en Mestalla, llegaron después de que la tropa de Lopetegui se ciñera al guión preconcebido, planteara la batalla como una partida de ajedrez, donde la táctica es el alfa y el omega, y desdeñara el factor sorpresa, la víscera, lo que concierte más a la sangre que a la sustancia gris.

Está claro que el Sevilla compite y juega mucho bajo las directrices del entrenador vasco, pero el celo en no desorganizarse bajo el toque le ha rebajado aún más la tibia llegada que ya de por sí muestra. Y eso, ante equipos de nivel, se paga. Sin ir más lejos, le costó dos puntos en Valencia ante el rival más directo por la Champions.

Hoy, pues, es día para comprobar si Lopetegui ha tomado nota de esas amargas experiencias ante equipos de alta alcurnia. Se cuidarán los de blanco de dar regalos atrás como otros años se le hicieron a Diego Costa o Griezmann y eso está muy bien (será fundamental que regrese Reguilón al lateral izquierdo y a su vez Koundé al eje), irán a la batalla en la medular con pierna recia (Gudelj tratará de que no se eche de menos a Fernando) ante Thomas, Koke o Saúl, tres medios que juegan de medios, y esa es la premisa para sostener el pulso. Pero arriba, hace falta un pasito más para ganar. Atrevimiento, capacidad de sorpresa. Aunque para ello haya que saltarse el guión. Lo puede hacer Nolito, que parece destinado a recuperar su sitio como falso extremo. U Ocampos, esa fuerza desatada. Pero crecer en esta Liga requiere agitar más el árbol.

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