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El récord de Mendilibar con el Sevilla o cómo hacer historia antes de recibir a la Juventus

Mendilibar mueve una portería pequeña en un entrenamiento del Sevilla.

Mendilibar mueve una portería pequeña en un entrenamiento del Sevilla. / Antonio Pizarro

En menos de dos meses, José Luis Mendilibar ha hecho historia con el Sevilla. Suena hasta frívolo para el calado que ha tenido la irrupción del veterano entrenador vizcaíno en el club de Nervión. Un club, un equipo, una institución que andaban a la deriva, como una nave con el timón roto en medio de una galerna, hasta que él, tomando los pivotes de posición con sus propias manos para su primera lección táctica, se hizo con el mando.

Aquello fue el 21 de marzo, justo después de la derrota del Sevilla en Getafe, con un oportuno parón liguero por medio antes de visitar a otro rival directo como el Cádiz, con el equipo a dos puntos de los puestos de descenso, y con un tremendo ruido bélico institucional de fondo. Hoy, 55 días después, el Sevilla y el sevillismo tocan otro tipo de tambores, los de la ilusión, ante la posibilidad de lograr la clasificación para otra final europea y con el equipo salvado matemáticamente y a un solo punto del séptimo, que da derecho a volver a Europa, aunque sea por la nueva puerta chica de la Conference League.

El Sevilla inauguró su primavera de ilusión el 1 de abril, con aquel solvente triunfo en Cádiz que supuso el debut de Mendilibar en el banquillo de un grande, después de aquel ya lejano estreno parco y frustrado en su Athletic Club de Bilbao. Se le presentó una oportunidad inesperada en el retiro de la madurez y no la ha desaprovechado. Es más, ha hecho historia en el club de Nervión convirtiéndose en el primero que logra cuatro triunfos consecutivos a domicilio en la Liga ¡y sin encajar ni un sólo gol!

El mejor equipo de la Liga en abril y mayo

Con las victorias sobre Cádiz (0-2), Valencia (0-2), Bilbao (0-1) y Valladolid (0-3), ante rivales que se jugaban muchísimo, Mendilibar fortaleció un equipo que, de camino, eliminó al Manchester United con un partido de vuelta memorable (3-0), empató en el Juventus Stadium encajando un gol fuera de tiempo (1-1) y sumó en la Liga más puntos que nadie en los meses de abril y mayo. Más que incluso el Barcelona ya campeón.

En 44 días, entre aquel debut esperanzador y el triunfo solvente en Valladolid con la mayoría de titulares reservados para recibir a la Juventus, el Sevilla ha jugado ocho jornadas ligueras y ha sumado 19 puntos de los 24 en disputa. Apenas el Atlético de Madrid, con 18, el Barcelona, con 17, y el Villarreal, con 16, han podido seguir su triunfal estela, en la que apenas empató en casa ante el Celta (2-2, y tras jugar 70 minutos con uno menos) y perdió ante el Girona (0-2), en una especie de aviso en medio de la euforia desatada. También ganó a Villarreal (2-1) y a Espanyol (3-2) en casa mientras jugaba partidos europeos de primer nivel ante Manchester United y Juventus de Turín, dos colosos continentales.   

Mentalización, orden, valentía y control de la angustia 

Todos, absolutamente todos los partidos que ha dirigido Mendilibar han sido ante rivales que se jugaban muchísimo, empezando por su propio equipo, que estaba inmerso en una especie de histeria colectiva hasta su llegada. Pero el vizcaíno, a sus 62 años, se hizo con las riendas y las asió con la determinación y la convicción de una persona que viene de vuelta de los avatares del fútbol y que sufrió dos enormes decepciones, en sus dos últimas aventuras futbolísticas, en el País Vasco del que es natural además: el descenso del equipo que había encumbrado y que lo consagró, el Eibar, y la destitución poco antes del descenso del Alavés.

Pero Monchi lo vio claro y antepuso su sapiencia, su rendimiento global y el conocimiento interno de su personalidad a esos resultados que afeaban su apuesta cuando dio el golpe en la mesa del comité de dirección del Sevilla, que había influido demasiado en sus últimas decisiones, para decir "nuestro hombre es José Luis Mendilibar".

Mendilibar coloca los conos de señalización en un entrenamiento. Mendilibar coloca los conos de señalización en un entrenamiento.

Mendilibar coloca los conos de señalización en un entrenamiento. / antonio pizarro

El vizcaíno llegó y lo primero que hizo fue tirar de franqueza, desde la misma presentación, en la que ya fue preguntado por qué había aceptado un contrato que sólo tenía vigencia hasta junio y qué le parecería la renovación: "Ya nos iremos conociendo mejor. Vamos a ver cómo terminamos. Podemos terminar con buenos resultados pero por lo que sea no congeniamos, para qué vamos a seguir. Si nos llevamos bien y estamos contentos va a ser fácil llegar a un acuerdo para seguir". Luego se remangó y realizó tareas de utillero, desde repartir pivotes hasta mover porterías...

No quería hablar de finales y está ante una final

Lo segundo que hizo, después de ese dechado de sinceridad, fue desterrar la angustia. "Muchos equipos saben lo que es estar ahí y nosotros tenemos que aprovechar las condiciones de nuestros jugadores. Ahora tenemos el partido del Cádiz y no es una final. No podemos pensar en 12 finales. No quiero vivir finales, quiero competir cada partido. Me parece demasiado riesgo pensar en finales", dijo.

Sucede, que, casi dos meses después de decir que no quería ni oír hablar de finales está ante el último paso, el más difícil, de colocar al Sevilla en una final, una final de verdad y europea, ante un rival de la alcurnia continental como la Juventus, nada menos. Es su nuevo reto y es difícil pensar que se arredre ante la tremenda envergadura del desafío que ahora, una vez salvado matemáticamente el equipo, afronta este tardío debutante en Europa que sabe tocar la fibra de sus jugadores con mensajes a veces hasta lacerantes.

Nervión será una caldera el jueves y Mendilibar ya estará meditando cómo medir bien esa sobreexcitación general. Una final europea está en juego y comparece el mejor equipo de la Liga en los dos últimos meses... gracias a la mente firme y franca de este viejo zorro vizcaíno, el Julio César que vino, vio y venció y sacó al Sevilla del mayor atolladero de todo el siglo XXI. 

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