Todo indica que José Luis Mendilibar tiene las horas contadas en el Sevilla. El comité de dirección, en realidad José María del Nido Carrasco y José Castro más Víctor Orta, tiene la patata caliente en sus manos de buscarle un sustituto a José Luis Mendilibar, cuyas decisiones y explicaciones a nivel interno no convencen ya a los que deben tomar las decisiones. Justo un año después, prácticamente, de la destitución de Julen Lopetegui el 3 de octubre de 2022.

El director deportivo ya está manos a la obra para buscar un sustituto aprovechando el parón de selecciones y si da con la tecla pronto el anuncio de un relevo en el banquillo del Sevilla podría darse de forma inminente. Y Marcelo Gallardo no está en la terna.

Una reunión para darse explicaciones

En principio había una reunión este domingo, después del entrenamiento de recuperación del equipo por la mañana, en la que los altos ejecutivos del club querían darle la oportunidad al entrenador para que diera su visión de los hechos, las dos únicas victorias en once partidos oficiales y la gestión de la plantilla, con la sustitución de Fernando en el minuto 37 y la reacción negativa de éste como feo síntoma de la situación.

Pero la sensación general del comité de dirección es que debe primar lo pragmático y que esto pasa por un relevo en el banquillo ahora que llega un oportuno parón de selecciones, ante la deriva de los resultados, que podría haber sido peor si no media ese cabezazo en el minuto 96 de En-Nesyri en un córner a la desesperada.

La gestión de la plantilla, las declaraciones, los resultados

Algunas declaraciones y explicaciones en público del entrenador tampoco han gustado a los directivos, como cuando dijo que el Sevilla no está obligado a ganar en la previa del partido con el Almería, frase que rectificó antes del encuentro con el Rayo. O como cuando dijo que no se entendía con Soumaré por el idioma. Su franqueza, o su verbo punzante, otrora muy aplaudido, se le vuelve en contra al técnico vizcaíno cuando la moneda de los resultados sale cruz. 

De trasfondo también está tanto la impaciencia que se ha instalado en el club y su entorno, con un listón de exigencia por encima de las posibilidades y sin margen a transiciones de proyectos, y la sensación que transmite el equipo esta temporada, de precipitación, de estar siempre al filo de la navaja, como si los partidos no duraran casi 100 minutos entre los alargues de los dos tiempos. Un equipo que se rompe por la medular, bien por el estilo de juego que busca la verticalidad, bien por la elección de piezas. Un equipo que ataca a borbotones y con poco criterio, con mala elección de centros y combinaciones. Uno de los que más centra de Europa y uno de los que peor remata.

Los candidatos a relevar a Mendilibar

Ante esta situación, el comité de dirección también se apremia y ha indicado a Víctor Orta que busque un sustituto. Marcelo Gallardo, uno de los nombres que había sonado con fuerza entre la afición y la prensa, está descartado. El argentino está en año sabático, su caché es elevadísimo y tampoco convence mucho.

Andoni Iraola, que era el elegido para el proyecto de este año antes de Mendilibar sustituyera a Jorge Sampaoli, está próximo al despido después de tres derrotas consecutivas en el Bournemouth, en el que ha tenido un pésimo inicio en la Premier League: es penúltimo con sólo tres empates.

Tampoco hay que descartar a otros técnicos españoles, como Marcelino, que está sin equipo y cuyas tres últimas aventuras se cercenaron por cuestiones extradeportivas: su desavenencia con Peter Lim en el Valencia, las elecciones en el Athletic Club y la presión de los ultras y la dimisión del presidente en el Marsella. Es un técnico exigente que si no lo ve claro rechaza la oferta o coge la puerta. Ganó la Copa con el Valencia y la Supercopa de España con el Athletic.

De los sondeos y las conversaciones que tenga Víctor Orta con los candidatos que él crea oportunos -parece que va a tener poder de decisión ahí- puede depender que Mendilibar siga pendiendo de un hilo o el comité de dirección meta la tijera como la parca de la lógica resultadista. Son horas decisivas en un Sevilla que perdió la paciencia hace tiempo.