Sevilla FC | Análisis

El Sevilla se jugará la salvación con las fichas justas en el tablero

Jorge Sampaoli, vociferante ante el Atlético de Madrid.

Jorge Sampaoli, vociferante ante el Atlético de Madrid. / Sergio Pérez (Efe)

José Castro respiró con alivio tras el fallo del juez que desatendió una vez más a José María del Nido, pero en cuanto volvió de los Juzgados al hogar sevillista, se topó con la crudísima realidad que lo mortifica: el hogar está al filo del siniestro total. Una realidad pavorosa de la que él mismo, como remunerado presidente del consejo, es responsable en buena parte. El decorado pudo terminar de estallar en mil pedazos con la entrada de un administrador judicial, pero no fue así. Los rectores ya saben el tablero de juego mientras Del Nido aguarda ahora su recurso a la Audiencia. Y en ese tablero de juego, a los dirigentes apenas les quedan fichas para seguir jugando. Su crédito está prácticamente agotado.

El aficionado medio no se explica cómo las tres históricas clasificaciones seguidas para la Champions, con lo difícil que eso es para una entidad de la dimensión del Sevilla, han desembocado en una situación límite. Y no cree ni en la dirigencia, ni en los aspirantes a tomar el testigo. Flota que a todos los grupos de grandes accionistas, que son los mismos que se sentaron a la mesa cuando llegaron Los Americanos –todos se sentaron–, les seduce el pestilente olor del dinero. No hay un discurso creíble entre los del cuello blanco.

Y en los cenáculos sevillistas, persiste la misma comidilla. “A mi hermano lo ha llamado alguien del grupo de Castro para comprarle las acciones”. “Pues a un buen amigo mío quien lo ha contactado ya tres veces ha sido Del Nido”. El menudeo que apunta a ese pequeño accionista con sus dos valores enmarcados en la pared sigue fluyendo bajo la luz pública como otro factor más para que el movimiento sísmico no deje de vibrar.

Castro es anatematizado porque la deriva hacia los números rojos, con presupuestos inflados y deficitarios los dos últimos años, ya ha terminado de eclosionar con el hundimiento deportivo. La pasada temporada, tras la pandemia, el déficit afloró con crudeza pero el equipo incluso soñaba con seguir los pasos del líder Real Madrid y su entrenador había traído la sexta Europa League dos años antes. Pero la ominosa situación deportiva actual, al borde de la zona de descenso de nuevo, coloca en el disparadero de nuevo al presidente.

Y esta vez, además, al utrerano le falta la red protectora de Monchi. La figura del secretario técnico ya no aparece libre de mácula. No es ese garante. Son demasiados los fallos concatenados. El personal clamaba por que acabara la pasada Liga salvando la clasificación para la Champions, como así fue, para recomponer la figura y tapar los agujeros de la plantilla. Pero el ejecutivo de San Fernando, al que el tiempo deslegitimó su decisión de mantener a Julen Lopetegui, también erró de forma clamorosa con una planificación inconcebible (Isco, Januzaj y Dolberg fuera, Marcao con una cruz roja tatuada, Nianzou aprendiendo a ser central a base de fallos groseros, Alex Telles sin terminar de ser el internacional brasileño que es) y está por ver que haya rectificado con su segunda oportunidad abierta en invierno: Badé, que ha cumplido sin alharacas aun lejos del estrato de Koundé o Diego Carlos, también es de músculo cristalino; Ocampos y Bryan Gil van perdiendo gas en sus últimos partidos; y Pape Gueye, quien sin duda es un buen medio y le ha venido de perlas al equipo, es un cedido sobre el que cuelga la amenaza de cuatro meses de suspensión.

Con todo, el vistazo a la doble página del Sevilla en el álbum de cromos de la Liga no puede deprimir más al sevillista de a pie. Sólo Bono, portero top a nivel mundial, concita la unanimidad aunque a veces falle, como la noche ante Osasuna. ¿En-Nesyri? Ahora está enchufado, pero el hincha sigue su prometedora trayectoria actual con el recelo que siguió su carrera en su golazo ante los rojillos. ¿Patinará de nuevo? Hasta Fernando, paradigma del jugador de consenso, ha provocado que el seguidor se enoje con él. y con razón. Inadmisible sus insultos al equipo arbitral en frío, ya desde la banda, cuando el Sevilla se juega lo que se juega.

La baja durante cuatro partidos de Fernando hubiera sido un roto enorme en cualquier pizarra sevillista. Pero en la de Jorge Sampaoli, el descosido se nota menos porque el propio entrenador argentino ya se encarga de cargarla de flechas y decisiones absurdas que provocan la incomprensión del jugador, Acuña dixit.

También el preparador tiene el crédito casi agotado. Apenas le quedan unas fichas y las pondrá en el centro del tapete el domingo. No ante los turcos. El domingo con el Almería.

Visto ese tablero de juego, y visto que al consejo y a Sampaoli le quedan pocas fichas para jugar, que incluso Monchi se ha dejado un puñado por el camino y que la plantilla no termina de recuperarlas en forma de lesionados sanados y de fichajes que rindan, buena parte del futuro a corto plazo del Sevilla FC se fía a lo único con el crédito intacto, su sufrida afición. En ellos está jugar su parte en los siete partidos de Liga que faltan en Nervión ante Almería, Celta, Villarreal, Girona, Espanyol, Betis y Real Madrid. Cinco victorias y algún empate le deben bastar para la permanencia. Y que luego se abra el tablero de juego de la próxima temporada. Sus reglas serán durísimas. Sí o sí.

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