Sevilla FC

El escalón imposible

  • La habitual mala imagen del Sevilla en los grandes escenarios de la Liga sólo mejoró algo por la estéril defensa del liderato en el Camp Nou

Pablo Machín gesticula en el área técnica del Camp Nou.

Pablo Machín gesticula en el área técnica del Camp Nou. / Alberto Estévez / EFE

No es nuevo. Todo lo contrario. El problema del Sevilla cuando visita a un grande se agiganta cuando el grande es el Barcelona. En 75 visitas ligueras sólo ganó allí seis veces. Paradójicamente, un empate en Las Corts, en 1946, dio la única Liga que luce en las remozadísimas y bien repletas vitrinas de Nervión. Como en una especie de maldición secular por aquella osadía, ni siquiera cuando ha ido a defender el liderato –no era líder en la jornada octava desde la temporada 45-46– ha superado su endémico complejo. ¿Se achica el Sevilla en el Camp Nou o es un escalón imposible?

El contexto histórico de lo que aconteció la noche del sábado en el Camp Nou invita a una profunda reflexión, sobre todo a raíz de un dato que aporta el especialista estadístico de la Cope, Pedro Martín, que pone números a la sensación que tiene el sevillista cuando su equipo visita a uno de los cinco grandes. La estadística recoge que en las últimas siete Ligas, incluyendo ya la actual tras la visita al Barcelona, el Sevilla ha sumado 3 puntos de los 93 posibles en las visitas a Real Madrid, Atlético, Athletic y Valencia, además de Barcelona.

En este periodo, las seis anteriores ligas, puesto que en la actual sólo ha visitado el coliseo azulgrana de entre los grandes, el Sevilla apenas arañó dos empates en el extinto Vicente Calderón y otro empate en Mestalla. Uno de los empates ante el Atlético tuvo el mérito añadido de una expulsión temprana, e injusta (o mejor sería decir revisable con el VAR) de Vitolo. Todo lo demás son derrotas y más derrotas: un páramo de frustraciones que no casa con la época dorada de un club que presume de ser pentacampeón de la Liga Europa.

En su larga década dorada, el Sevilla ha tuteado o incluso ha ganado, en buena lid y con altos objetivos en juego, a grandes equipos europeos, incluso en territorio visitante o neutral: Benfica, Oporto, Juventus, Manchester United, Borussia Dortmund, Schalke 04, Liverpool... Pero algo rechina en sus cojinetes cuando visita a uno de los grandes de la Liga. Y el Barcelona se lleva la palma, si bien también cabe recordar que fue el Sevilla el primero que eliminó al equipo de Guardiola, ganando allí 1-2 y perdiendo aquí 0-1, en plena eclosión de títulos y triunfos de aquel equipo de ensueño. Fue en enero de 2010, en la Copa del Rey que acabaría ganando el Sevilla a otro grande, el Atlético, en un gran escenario... el Camp Nou.

Como líder, el Sevilla llegó tarde al partido en el Camp Nou, pero dejó una buena imagen... cuando ya vio el partido perdido. Es más, del 2-1 pasó al 3-0 tras la primera doble parada de Ter Stegen justo antes del penalti de Luis Suárez. El Sevilla le disputó la posesión a su rival (53,2% por 46,8%) y sacó más córneres, con escaso rédito: 7 a 5. Y remató hasta 19 veces, por 23 del Barça. Seis de ellas fueron a portería, y una al poste. Los números en ataque fueron muy descatados, salvo porque apenas marcó dos goles y en un escenario así no se puede perdonar ni una. Ni tampoco se pueden dejar correr 10 minutos con uno más como si nada, como si los sevillistas también estuvieran preocupados por Messi.

El dato de los 3 puntos de 93 es llamativo, aunque la muestra estadística saca victorias en Mestalla, el Calderón o San Mamés producidas antes de las últimas seis ligas. También hay que tener en cuenta que el Sevilla ha llegado muy lejos en las otras competiciones, ha jugado muchísimas finales. Y eso ha condicionado más de una vez la capacidad de rotación de un equipo que, por circunstancias estructurales, tiene plantillas más cortas de lo aparente. Pero, sobre todo, el Sevilla, el club, sus técnicos, no tienen mentalidad de hincar los codos en la Liga de veras, decantándose por los torneos por eliminatorias. Les pasó sobre todo a Juande y a Emery. Sampaoli sí quiso subir el escalón imposible hasta que vio que la Liga era una quimera. Y ahí anda Pablo Machín. Pese a su pujanza no pudo evitar la inercia perdedora. Como si le diese también miedo la cita con el dentista...

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