Que la cáscara no ensucie la yema
A los difíciles retos deportivos que afronta Almeyda se le une el tratar de evitar que el ruido por la guerra de la venta del club que se avecina afecte al grupo y a su rendimiento
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Entre los retos que debe afrontar Matías Almeyda para ganarse el respeto como entrenador del Sevilla en su estreno en la Liga española está en los próximos meses –y desde ya– un trabajo psicológico o de gestión de grupo de difícil ejecución. Y debe ir parejo a la obligación de hacer competir a un equipo en clara construcción con la plantilla más barata de Primera División a efectos salariales, pues Antonio Cordón tuvo que confeccionarla con el límite más estrecho de todos los clubes que forman el campeonato.
El preparador argentino acaba de llegar a la ciudad y, aunque ya estuvo hace 30 años de manera fugaz, le sonará a chino todo lo que escucha y lee (o más bien le cuentan) sobre lo que se cuece en la sociedad a nivel institucional.Los movimientos de compra-venta de paquetes de acciones, los rumores de ofertas, de fondos americanos y otras cuitas están ya en el runrún diario de un entorno que a lo deportivo le da su importancia, capital además, pero en el que siempre están presentes las consecuencias y el devenir partido a partido de una guerra judicial, social, accionarial y hasta familiar que lleva años entre bambalinas frenando la máquina de un club que llegó a ser una referencia en España y en Europa con once títulos y veintiúna finales desde que se abrió la espita en 2006 con la primera Copa de la UEFA.
Hasta la fecha, los buenos resultados, y el hecho de haber metido el equipo tras el parón en zona europea, habían solapado algo los movimientos que no han parado entre los despachos de los máximos accionistas. Habían perdido incluso fuerza los gritos de la afición pidiendo la dimisión de los cargos del consejo que se habían convertido en la banda sonora habitual en los partidos en el Sánchez-Pizjuán.
Aunque no ha sido la consecuencia, la derrota ante el Mallorca el pasado sábado ha coincidido con que el ruido accionarial sea más patente, primero con el anuncio del grupo de Antonio Lappí de la presentación a los máximos accionistas de una oferta formal por sus paquetes y después con todas las reacciones a este movimiento, con rumores, comentarios y confesiones sotto voce sobre la cuantía de las otras ofertas, de origen extranjero todas, y la supuesta y manifiesta desventaja de la alternativa sevillana.
La guerra no ha hecho más que empezar y las tremendas diferencias que existen entre los actores principales de esta historia van a hacer muy difícil un consenso incluso saliendo ganando todos. Y es que cada cual quiere ganar más y que el de enfrente tenga menos, mucho menos que encima después de vender tengan el caramelo de dirigir la entidad durante unos años con el capital de los que entre todos han elegido como compradores.
Almeyda ha demostrado que se maneja bien en situaciones en las que hace falta que su mensaje cale y una voluntades, pero el asunto exige precisión, tacto y pulso de cirujano. Porque su comer está en la yema y la cáscara no debe ensuciarla.
Jornada de convivencia en la yeguada Escalera
Almeyda ya avisó que organizaría eventos para unir el grupo y tras la foto oficial y el entrenamiento en la ciudad deportiva, la plantilla disfrutó de un asado y una visita a la yeguada Escalera, en Fuentes de Andalucía, uno de los hierros más señeros del caballo pura raza español (PRE).
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