Una columna sin valor

Nadie sabe lo que cuesta una acción del Sevilla, ni tampoco el odio futuro a los que lo pueden llevar a la gran tragedia

José María del Nido Carrasco, presidente del Sevilla.
José María del Nido Carrasco, presidente del Sevilla. / Juan Carlos Muñoz

16 de noviembre 2025 - 20:48

NO sé cuánto puede valer hoy una acción del Sevilla Fútbol Club, SAD. Ni yo, ni nadie. Tendrá el valor que quieran convenir vendedor y comprador, como todo en esta economía de libre mercado. Hubo sevillistas que sacaron su título del marco a cambio de 500 euros porque antepusieron el metal al valor sentimental y muy lícito y respetable que fue, por supuesto que sí. Luego habría alguno que se arrepintió no porque le asaltaran los recuerdos de cuando acudió de niño, de la mano de su abuelo, a la sevillanísima casa de la calle Harinas a sacarse el carné del Sevilla, sino porque su cuñado vendió sus títulos un mes después por el doble de pasta.

También hubo sevillistas que siguieron anteponiendo el valor sentimental a los consejos del marido o la esposa para que atendiera la oferta de alguno de esos grupos que practicó el menudeo por cada rincón de Sevilla y alrededores. Y esos pequeños accionistas seguirán convencidos de que hicieron bien o todo lo contrario, se habrán arrepentido de no haber puesto la mano en su día para poder escaparse ese verano a un resort de Sancti Petri.

Cada cual obró u obrará como le dicte su conciencia en este escabroso asunto de la tarta accionarial de un club sensible como pocos a la ley de SAD.

Lo cierto es que el Sevilla FC se desangra desde hace cinco años. En la próxima Junta serán 54 los millones en rojo. Urge una intervención quirúrgica de horas. Aquí no vale con un cuchillo candente y un trago de whisky como en un western. La gangrena de la cúpula acaba llegando a cada rincón, por mucho que Almeyda haya remendado lo que le compete.

Las familias de acaudalados sevillistas siguen pidiendo demasiado por sus títulos. A pesar de la pésima praxis, todavía quieren hacer negocio. Y yo les digo: ¿Cuánto costarían las miradas de desdén, incluso odio, del sevillista en el día a día hacia ellos si siguen bloqueando la entrada en el quirófano y sobreviene la gran tragedia? No alcanzarán a saberlo. Ni yo. Ni nadie.

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