Degenerando...
El caso Kike Salas es una grotesca muestra más del desprestigio protagonizado por el Sevilla a nivel nacional y europeo l La gestión, causante del descrédito general
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Hace un siglo, los toreros eran los futbolistas de ahora, ídolos de niños y mayores y referentes sociales que protagonizaban a veces reflexiones entre lo genial y lo sarcástico. De Joselito el Gallo y Juan Belmonte, que eran algo así como el Sevilla y el Betis por aquello de la rivalidad de sus partidarios, hay miles de anécdotas y frases lapidarias que quedaron para siempre.
Una de ellas la protagonizó el llamado Pasmo de Triana, quien en Huelva se encontró con la sorpresa de que uno de sus banderilleros había acabado como Gobernador Civil después de meterse en política tras dejar los trastos. Belmonte acudió a un festival benéfico en la capital onubense y el presidente del festejo no era otro que su antiguo banderillero. Al torero le preguntaron que cómo era posible que un banderillero llegara a Gobernador Civil tan rápido. La respuesta del trianero fue una sentencia: “Pues, endegenerando...”.
En el Sevilla la degeneración va en el sentido contrario al meteórico ascenso de Joaquín Miranda, que así se llamaba el susodicho subalterno metido a político. Cada día que pasa surge un nuevo caso que contribuye al desprestigio de una entidad que hace nada competía en la élite más absoluta del fútbol europeo, la Champions League, en la que repitió hasta en cuatro campañas consecutivas.
El caso Kike Salas, increíble de entender en un futbolista profesional, es una muestra más de cómo todo lo que pasa en el Sevilla es susceptible de convertirse en el hazmerreír del fútbol nacional.
Un club con un presidente repudiado por la afición desde hace más de un año –en mayo de 2024, en el Sevilla-Barcelona, se estrenaron los carteles de “Junior, vete ya”–, con un director deportivo que sigue en el cargo pese a que le imponen entrenadores y cuyas elecciones para la delantera no marcan ni un solo gol en dos temporadas y que ha dilapidado un prestigio en España y en Europa complicadísimo de construir para un club muy lejos de ser un grande y sin la capacidad de generar recursos económicos en una ciudad como Sevilla.
Degenerando, el Sevilla se ha convertido en un club gobernado por un consejo de administración totalmente desacreditado en el que, salvo José Castro y Jorge Marín, en todos los miembros el único mérito contraído para estar en el cargo es ser hijo, hermano, cuñado o sobrino político de ex dirigentes con mayor o menor pedigrí. Y en el campo, con un capitán que publica mensajes de “Aúpa Atleti” en redes sociales.
Pasando en sólo dos años de tener el cuarto mayor límite salarial de laLiga a estar a la cola de los 42 clubes de Primera y Segunda con apenas algo más de 600.000 euros, con una deuda acumulada de 300 millones y unas pérdidas de 167 en cuatro años, la viabilidad de la sociedad está más que tocada, como reconocían los propios auditores en el pasado mes de septiembre, antes de la Junta Ordinaria.
En ese mismo informe de auditoría se avisaba de que la sociedad habría entrado en causa técnica de disolución de no ser por los créditos participativos (si no se pagan el prestamista acaba formando parte de la propiedad) que cargan a la misma con un riesgo crediticio que obliga a ser muy prudentes y a mirar por fuerza al vestuario para vender todo lo vendible a la mínima ocasión.
Y, ¿cómo ha podido llegar el Sevilla a esta situación?, se pregunta el aficionado al fútbol. Belmonte dio en la clave hace un siglo: “Degenerando...”.
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