Una idea contra viento y marea
Sevilla FC
El éxito de Lopetegui fue mantener su criterio y ser fiel a su modelo con un trabajo de presión iniciado en la figura del ‘nueve’ que recibió críticas por su intransigencia
Lo curioso es que no ocurrió hace mucho. En los mismos empates ante Levante y Villarreal, incluso en el triunfo ante el Valladolid..., duelos tras los que no ha pasado ni un mes, flotaba en el ambiente esa incredulidad en el modelo de Julen Lopetegui que se ha empeñado en hacer circular cierta legión de opinadores de todo que se creen realmente con la facultad de poder hacer cambiar de criterio a un profesional de los banquillos.
Calificado de tozudo, por citar alguno de los adjetivos más suaves que se han oído o leído, precisamente el entrenador vasco ha sido fiel a su idea y la ha mantenido contra viento y marea hasta lograr el máximo objetivo marcado, entrar en un puesto de Champions, muchísimo antes de lo que estos críticos y sutiles detractores podían imaginar.
Y ése ha sido su éxito. Por recordar, no está muy lejos la situación vivida por Pablo Machín, que no supo mantener su criterio en una ciudad en la que el entorno de verdad se cree que puede y –de hecho– debe influir en las decisiones del entrenador. Al soriano, también tachado de intransigente con el modelo de tres centrales que precisamente era el que le había traído a un club como el Sevilla y con el único que había trabajado en su corta carrera como entrenador, no es que cavara su propia fosa porque se la abrieron otros, pero sí se tiró él solito a ella cuando decidió claudicar y pasar por el aro para abrazar un esquema desconocido para él, el 1-4-3-3, y así perder su verdadera identidad como entrenador.
Monchi, que antes de anunciar que había elegido a Lopetegui avisaba a sus íntimos que su decisión iba a ser impopular, sabía muy bien lo que hacía y el tiempo le ha dado la razón. Y no sólo a él, sobre todo al ex seleccionador nacional, criticado casi en cada jornada por algún brote psicótico que siempre aparecía para dejar insatisfecho a un montón de sevillistas alentados por esos expertos que colocan su poltrona en Twitter.
Primero fue De Jong, alentado hasta límites insospechados por el considerado injusto y caprichoso ostracismo de Dabbur. Luego, cuando la inversión en En-Nesyri se destapó a todas luces como incapaz de desbancar la titularidad del holandés, corrió la tesis de que el problema estaba en el nueve, circulando la pregunta retórica de ¿dónde hubiera llegado el Sevilla con un goleador como Ben Yedder? ¿Habría luchado por la Liga? Me atrevo a contestar: rotundamente no.
Y, cómo no, el paso atrás. Al Sevilla se le recriminó no matar los partidos, no ganar siempre por tres goles de diferencia, olvidando que los rivales también tratan de competir y que hay momentos en los que hay que defender, no siendo el equipo blanco precisamente de los que se encuentran a gusto defendiendo con la referencia de su propia portería, como sí hace el Atlético de Simeone.
El éxito de Lopetegui fue seguir su camino y hacerse impermeable a consejos envenenados y tremendamente osados por presuntuosos. No varió su plan inicial y si hizo alguna variante nada tuvieron que ver éstas con lo que el runrún del entorno demandaba.
El vasco mantuvo su modelo de presión desde arriba en la que el papel del delantero hace un rol fundamental que a todas luces no alcanzan a entender los no iniciados. El trabajo de los elegidos, cada uno con sus características –De Jong con movimientos más lentos pero eficaz en el duelo aéreo y En-Nesyri con mucho más recorrido y potencia en la presión– ha sido la primera piedra de una fortaleza defensiva que los mismos que critican la falta de gol elogian ahora.
Lopetegui requiere a su nueve que baje al centro del campo para ganar duelos individuales y crear superioridades y después debe hacer un esfuerzo tremendo para llegar al área rival a tiempo para el remate y con frescura de ideas. Munir comprobó ante el Mallorca que no es fácil y que no cualquier atacante puede hacerlo.
Pero es que así, con esa presión que marca el punta y que permite la segunda oleada de acoso en tres cuartos, el Sevilla de Lopetegui sólo ha perdido 6 encuentros en todo el año (8 con los de Miranda de Ebro y Chipre), lleva 15 oficiales consecutivos sin perder y ha mantenido su puerta a cero en otros tantos duelos.
Y así, y todo, pese a no tener gol, es el segundo equipo más anotador de la segunda vuelta y también el segundo fuera de casa.
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