Desde mi córner
  • Las sensaciones dadas ante el Cádiz propician la idea de que estamos ante un equipo en alza

La meta del Sevilla no puede ser la salvación

AFRONTA el Sevilla unos días cruciales para vivir con menos crispación. La victoria del sábado sobre la última campana en el choque con un enemigo tan sorprendentemente directo como el Cádiz ha debido ser oxígeno puro. Oxígeno con la demostración palmaria de que el equipo está vivo, ya que aunque la victoria llegó como llegó, el hecho de que estuviese pujante a esa hora deja muy claro cuál es el ánimo sevillista.

Pensar, aunque se hiciera mirando la frialdad de los números, que el Sevilla puede bajar sólo cabe en seseras mal amuebladas y más movidas por el miedo que por la razón. Incluso parece lógica la inadecuada reacción de Monchi, más propia de un ataque de aparente histrionismo, ya que a un gestor del milagro que sacó al club de la ruina le caería la del pulpo en caso de derrumbamiento y de ahí su irrupción en zona vedada como su llantina pública tras el triunfo.

Pero no es eso lo importante en esta semana tan crucial, sino que cobra especial protagonismo como pudo comprobarse que la tropa de Sampaoli, otro fiel seguidor del histrionismo, está vivita y con fuerza para la intentona de recobrar el estatus. Y hay quien opina que se debiera orillar la Copa en beneficio del rendimiento liguero, lo que es una idea sin fundamento. Y es que perder no garantiza nada, incluso por el rédito que pudiera acarrear ese descanso en el estado físico.

Pamplona mañana y en casa el sábado ante el colista son dos obstáculos que deben ser más propicios para el impulso que para el atasco. Más que posible la empresa, sobre todo por la sensación de viveza que dio el equipo. De viveza y de confianza traducidas en un ánimo inasequible al desaliento que es cualidad imprescindible para que el Sevilla consiga su meta. ¿Y cuál es esa meta? ¿La salvación? No, qué va, su meta es recobrar el sitio perdido de forma tan incomprensible.

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