La moda de echar a la afición encima
Se ha extendido la fea práctica de filtrar detalles de una negociación cuando la otra parte no se pliega
SIEMPRE me tendrán del lado del futbolista, de cualquier categoría, tanto del que tiene que compartir coche a diario para ir a entrenar y apenas cobra para la gasolina como del profesional al que le firmaron en su día un contrato de un millón, o dos o tres... de euros. Si un club se lanza a firmar eso que suena a barbaridad para un currito de a pie es porque espera generarlo. Y no se olviden, en el fútbol los que mueven el espectáculo, y el dinero, son los futbolistas.
Está ahora la modita de airear y filtrar las ofertas que un futbolista rechaza o deja de rechazar, si se niega a bajarse el sueldo o no... con el único objetivo de echarles a la afición encima. Decisiones o posturas que se toman y adoptan en una negociación y que siempre han sido totalmente personales, lícitas y que deberían seguir unas mínimas normas de confidencialidad. Pero es como todo, si ya permiten que las cámaras entren en un vestuario y los propios medios oficiales son los que muestran el show...
Se nos llena luego la boca para defender los derechos de un trabajador y desde un sofá queremos exigir que quien sólo ha jugado tres partidos y medio en el club que lo contrató renuncie a lo que le corresponde o se mude con su familia a la ciudad y al club que a unos señores con corbata que no tienen ni la decencia de aguantar una bronca de la afición les convenga para traer a otros, hagan correr las comisiones y contribuyan a que la rueda no se pare.
Mis respetos para todos aquellos que han hecho valer lo que firmaron mientras los dirigentes –con poder decisión o con sólo obligación de calentar un sillón en el palco– no prediquen con el ejemplo y, también, no cuenten la verdad sobre lo que hay detrás de esas facilidades con que otros sí se han prestado a ayudar a la entidad. Los pitos que reciban serán indignos e inmerecidos y, sobre todo, señalados por quienes tienen la poca vergüenza de en una rueda de prensa negarse a hablar de cualquier cifra de un traspaso o una operación acogiéndose a una cláusula de confidencialidad. O moros o cristianos... Pero todos.
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