Sevilla FC-Dudelange

El peligro se llama Dabbur

  • El sevillismo acude a la segunda cita europea en Nervión con más interés en si Lopetegui alinea al israelí que en sumar 3 puntos importantes para seguir liderando su grupo de la Europa League.

Rony Lopes, Joan Jordán, Munir, Mena y Gudelj, en el entrenamiento de ayer.

Rony Lopes, Joan Jordán, Munir, Mena y Gudelj, en el entrenamiento de ayer. / Victor Rodríguez

No es consciente el sevillismo del daño que puede hacer con sus tonterías y falta de madurez. Ya coreó con más fondo de sorna que de ánimos al jugador la última –y única– actuación de Munas Dabbur en el Ramón Sánchez-Pizjuán. También celebró con un punto de guasa (es verdad que mezclada con la alegría de los tres puntos) el primer gol de Luuk de Jong con la camiseta del Sevilla en partido oficial ante el Levante. Y hoy, con un rival claramente inferior asomando por la bocana de vestuarios del estadio nervionense, puede volver a producirse eso que es lo peor que le puede pasar a un jugador de fútbol, que su propio público se lo tome a cachondeo, en esta ocasión además por cosas que no tienen nada que ver con lo meramente futbolístico, o con lo que el chaval puede dar sobre el campo.

Corre el riesgo Dabbur de que su nombre se asocie a un pulso entre el entrenador y la grada que ya hace tiempo que debería haberse quedado en una anécdota. Si juega el israelí de inicio, la grada lo celebrará como un triunfo o como un maná caído del cielo como respuesta a sus súplicas. Si no lo hace y sale unos minutos al final, se repetirán probablemente esos gritos de ánimo que tanto molestaron a Lopetegui el día del APOEL y que estaban más cercanos a la chanza que a otra cosa. Un divertimento que da mucho juego en las tertulias de desayuno en el trabajo, pero un peligro latente y algo así como el enemigo en casa.

La Previa. La Previa.

La Previa. / Departamento Infografía.

Y al final, el gran perjudicado, el que puede perder la concentración con todas estas payasadas, es el equipo. La situación requiere un ejercicio de madurez, aparcar las niñerías y asistir a un espectáculo en el que Dabbur será uno más, con sus circunstancias, pero uno más.

El Dudelange es un rival claramente inferior al que dirige Julen Lopetegui y se ha extendido la tesis de que el Sevilla está obligado a golearlo, a sacudirse las dudas que arrastra ante el gol, olvidando, por poner un ejemplo, que el APOEL se marchó de regreso a Chipre con un solo gol en contra y que cualquier equipo puede complicar cualquier partido de fútbol desde el momento en que se enfrentan once contra once.

El Sevilla tiene más herramientas para sumar los tres puntos, de eso no cabe ninguna duda, pero debe plasmar esa superioridad sobre el campo y eso no es tan fácil a veces como parece desde fuera.

Lopetegui, porque tiene muchos esfuerzos continuados en el calendario, moverá el vestuario y la respuesta de los que salgan deberá ser satisfactoria, ya que el Sevilla se juega mucho en esta competición y no está la cosa para aguantar muchas tonterías. El ex seleccionador, como buen vasco que es, no tiene ni un pase y pinchan en hueso aquellos que están empeñados en convertir la historia en una especie de broma que no tiene ninguna gracia.

Lopetegui es el que manda y Dabbur es un jugador más de la plantilla como lo puede ser Sergi Gómez, para el que nadie reclama minutos y con el que nadie se enfada si no juega. Sólo él, claro está. 

Ganar, sumar los tres puntos y a ser posible ahorrando esfuerzos, es lo único importante y quizá lo último en lo que piensan muchos sevillistas que acudirán hoy al estadio o lo verán por la tele en el sillón de sus casas. Eso sí, después sentenciarán a golpe de redes sociales.

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