Sevilla FC

Algo más que pólvora

  • El Sevilla de Lopetegui, más allá de la falta de gol de sus delanteros, evidencia un déficit de recursos ofensivos que se hace patente ante rivales que defienden en repliegue intensivo

De Jong (de espaldas) y En-Nesyri se ayudan mutuamente en un trabajo preventivo.

De Jong (de espaldas) y En-Nesyri se ayudan mutuamente en un trabajo preventivo. / J.L. Contreras

Como dirían en Sudamérica, y como piensa también una buena parte del sevillismo, el cuento corto es que el Sevilla no tiene un goleador. Tesis que tiene su base lógica y empírica, puesto que el máximo artillero del equipo de Lopetegui es un extremo, aunque pueda catalogarse de delantero o, más exactamente, de atacante.

Profundizando más, se pueden extraer varias cuestiones menos simples que esa aseveración, a la que quizá no le falte razón, pero que esconde cierto problema endémico que el paso de las jornadas –y ya van treinta y dos– ha destapado sobre el modelo del de Asteasu, un entrenador que firma unos números envidiables en general, modélicos fuera de casa, pero que pincha en hueso en el Sánchez-Pizjuán ante rivales que se presenten en la hierba de Eduardo Dato con un repliegue más o menos intensivo.

Frente al Valladolid, el cuarto empate consecutivo desde la vuelta de la competición, el Sevilla volvió a firmar un partido difícil de digerir en el que por momentos no supo cómo hincarle el diente a un adversario que se dispuso en muchas ocasiones con seis hombres en la última línea y otros tres o cuatro por delante. Los de Lopetegui lo intentaron primero con balones largos buscando los espacios que la basculación defensiva de los de Sergio González taponaban y que no se traducían en llegadas para De Jong y después con el juego en corto de Suso y Banega que En-Nesyri tampoco supo interpretar.

Pero, más allá de las carencias rematadoras que puedan tener el holandés y el marroquí, a este Sevilla le faltan argumentos para desequilibrar a un sistema defensivo que se base en la acumulación de hombres, como ya ha demostrado en muchos encuentros en Nervión, donde ha dejado escapar demasiados puntos por esta situación, en concreto siete empates y dos derrotas. Lógicamente, no todos esos puntos que han volado obedecen a esta deficiencia, pues han sacado empates rivales importanes como el Barcelona o el Atlético y se ha llevado el triunfo el Real Madrid, pero sí que la última cita ante el Valladolid retrotrae a los empates ante Espanyol (2-2) o Alavés (1-1) o a la misma victoria sobre Osasuna antes del confinamiento, que salvó En-Nesyri sobre la misma bocina.arte de la responsabilidad recae sobre De Jong, un hombre en el que Lopetegui hacer caer el peso de un trabajo clave y que  –es verdad– no ha demostrado mucho gol, pero las prestaciones de su sustituto natural, un En-Nesyri que supuso una inversión de 20 millones de euros, han sido decepcionantes, en particular los minutos que ha jugado tras la vuelta de la Liga.

Pero, teniendo una mayor amplitud de miras, habría que ser más crítico con un modelo que necesita más herramientas para la creación de espacios en ataque y que la producción ofensiva no se limite a las subidas de Jesús Navas y Ocampos por la derecha y, en esta nueva fase, los pases largos de Diego Carlos buscando el desmarque de ruptura de Munir u otros futbolistas con potencia que puedan explotar también los cambios de orientación.

El modelo de ataque ha demostrado ser eficaz a domicilio, pero necesita pólvora y algo más, quizá más automatismos, en casa.

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