Sevilla FC

La prórroga envenenada de Julen Lopetegui

  • El vasco, al que trata de reforzar Monchi ante los dirigentes escépticos tras los 4 puntos de 6, afronta un calendario durísimo hasta el Mundial con pocos jugadores a un nivel apto

  • En 10 días, el Sevilla recibe a Atlético, Dortmund y Athletic y viaja a Alemania

  • Antes del Mundial, afronta doce encuentros en cinco semanas y media, ocho de Liga y cuatro de Champions 

Julen Lopetegui, en plena dirección del Villarreal-Sevilla del domingo.

Julen Lopetegui, en plena dirección del Villarreal-Sevilla del domingo. / Domenech Castelló (Efe)

Julen Lopetegui ha ganado tiempo con los cuatro puntos de seis en las visitas a Espanyol y Villarreal, pero a medio plazo, está por ver si el que no lo pierde, con esa tibia mejoría en la doble salida, es el propio Sevilla si en unas semanas la magra confianza en el entrenador se ve reducida a cero con otros dos o tres malos resultados. Porque el crédito del preparador sigue siendo mayor a los ojos de Monchi que de buena parte del resto de la dirigencia sevillista, y el calendario que afronta el Sevilla a la vuelta del paréntesis por las selecciones está sembrado de trampas.

Los cuatro puntos deben rearmar algo la maltrecha moral del vestuario en estas dos semanas de reflexión. O eso va a tratar de hacer Monchi en su sordo trabajo entre bambalinas, acudiendo a la ciudad deportiva con su móvil y sus gafas de sol. El director general deportivo también va a tratar de que la dirigencia, como se dice vulgarmente, la eche al suelo porque sigue convencido de que un cambio de entrenador, ahora mismo, no es lo más conveniente sopesando los síntomas de mejoría del colectivo y también que las alternativas no dan garantía de disparar el rendimiento.

No obstante, la prórroga que parece que gana el preparador de Asteasu es como una tormenta cargada de electricidad que asoma por lontananza. Por dos polos, en este caso, ambos negativos: por una parte el calendario hasta el Mundial de Catar es pavoroso para el Sevilla, y por otra, el grueso de la plantilla está lejos de dar el nivel que exige el cuarto presupuesto de la Liga.

Desde el sábado 1 de octubre, en que el Sevilla retomará la competición oficil recibiendo al Atlético de Madrid en Nervión, hasta el miércoles 9 de noviembre en que llega a Sevilla la Real Sociedad (el horario no está fijado, pero el derbi en Heliópolis será el domingo 6, con lo que el partido con los vascos no puede ser el martes 8), los sevillistas afrontarán, como todos los equipos enrolados en Europa, nada menos que doce partidos en cincos semanas y media.

Habrá partido intersemanal hasta que llegue el parón por el Mundial, con las cuatro jornadas que quedan de la fase de grupos de la Liga de Campeones, más dos jornadas de Liga en miércoles (o martes o jueves), ante el Valencia y la referida ante la Real.

Y a la saturación de partidos, que afrontan también muchos de sus rivales directos en la Liga, se añade en el caso del Sevilla el nivel de los contendientes a corto plazo: sábado 1 de octubre, el Atlético; cuatro días después, el Borussia Dortmund; y tres después, el emergente Athletic Club de Ernesto Valverde.

Tres partidos de nivel en una semana. Y lo que sería un factor paliativo en cualquier equipo, que los tres partidos los afronte en casa, incluso puede ser en el caso del Sevilla un inconveniente, visto el agrio debate que hay en la grada sobre el entrenador.

Si el Sevilla sale indemne de esa tortuosa semana, las curvas no pararán: tres días después de que el Athletic huelle la hierba de Nervión, partido en Dortmund. Acto seguido, salida a Mallorca, el Valencia en Sevilla y el Real Madrid en el Bernabéu. Llega luego un tramo valle con dos partidos seguidos en casa ante Copenhague y Rayo Vallecano, pero la cuesta vuelve a empinarse de nuevo antes del Mundial con tres partidos muy exigentes: el cierre de la Liga de Campeones en Manchester ante el City, en el que a ver qué se juegan los sevillistas, el derbi en el Benito Villamarín, casi seguro el domingo 6 de noviembre porque el Betis tiene Liga Europa el jueves 3, y el cierre con la Real.

El nivel competitivo del equipo, aun con sus brotes verdes en las dos últimas salidas, no refuerzan el optimismo ante lo que se le viene. Y es que pocos, muy pocos elementos de la plantilla rinden ahora mismo al nivel que los llevó a disfrutar de sus suculentos contratos.

A saber: el grueso de los que ya estaban el año pasado sufren un bajo estado de forma evidente. Desde Montiel y Jesus Navas, a Acuña, Delaney Joan Jordán, Rakitic, el Papu, el mismísimo Fernando, Suso, Mir o En-Nesyri.

Y de los seis fichajes de este verano, el único que de momento se puede definir como refuerzo y como titular fijo es Isco, el que ha sido petición expresa de Lopetegui, lo que de momento no dice mucho en favor de Monchi. Alex Telles no se acopla aún al lateral, Dolberg y Januzaj tratan de adquirir la mínima forma para competir y Marcao sólo es noticia de momento en las redes sociales. Nianzou merece el beneficio de la duda. Que acabara en Villarreal formando defensa con otros dos compañeros nacidos en 2002, José Ángel y Kike Salas, puede tomarse como un rasgo de audacia o de improvisación. Según el cristal con el que se mire.La prórroga de Lopetegui asoma cargada de veneno.

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