Sevilla-Real Madrid

Lopetegui no aprendió la lección (0-1)

  • El Sevilla no se pareció absolutamente en nada al equipo que ha tuteado al Real Madrid en los últimos años en el Sánchez-Pizjuán y acabó perdiendo

  • Los blancos jugaron con mucho miedo y encorsetados

  • Retransmisión en directo del partido

Reguilón y De Jong persiguen a Bale.

Reguilón y De Jong persiguen a Bale. / Antonio Pizarro

Julen Lopetegui se olvidó un vídeo fundamental a la hora de realizar el análisis previo a este Sevilla-Real Madrid. El técnico se centró demasiado en el presente y obvió la referencia de lo que padeció la pasada temporada en su visita al estadio Ramón Sánchez-Pizjuán al frente de la otra escuadra. Cierto que los actores principales de la película en esta plantilla de Monchi han cambiado de forma considerable, seguramente a mejor, pero lo que no debería haber variado tanto es el guión, esa hoguera enfervorizada localizada en el barrio de Nervión al ver a sus hombres arremeter contra el gigante, jugarle de tú a tú en pos de tratar de comérselo, algo que en este siglo ha conseguido en muchísimas ocasiones. En absoluto fue así, el conjunto que partía como líder se comportó con temor, como si se sintiera en inferioridad desde el arranque del juego y le bastara con conservar el punto que tenía antes del pitido inicial. El resultado no pudo ser más decepcionante para todos los sevillistas, cero a uno y, sobre todo, la sensación de no haberse medido en ningún instante de igual a igual con ese dubitativo Real Madrid.

Es el primer resumen de la decepción que provocó el Sevilla en todos los suyos. Aquello de vísperas de mucho, día de nada se cumplió fielmente. Porque los blancos fueron medrosos, incapaces de comportarse como se le requería a quien lucía la escarapela de líder y, lógicamente, se mostraron impotentes en todo momento para siquiera acercarse hasta Courtois. El Real Madrid, por el contrario, se sintió cómodo en su papel de obrero, le bastó con trabajar el partido, con correr, para ganar con mucha más comodidad de la que cualquiera de sus analistas habría llegado a vaticinar. Como resultado, salió fortalecido y como líder de donde tantas veces ha hincado la rodilla en este fútbol contemporáneo.

El Sevilla no llegó a disparar a puerta de verdad durante los 95 minutos que se contabilizaron

Pero no podía ser de otra manera cuando el Sevilla no llegó a disparar a puerta en los 95 minutos de juego que decretó Martínez Munuera computando los tiempos adicionales. Ni un desmarque de ruptura, ni un centro con opciones de ser rematado por el delantero, ningún susto para el guardameta rival a pesar de que éste podía padecer la incertidumbre de lo mucho que había sido cuestionado tras la debacle de París, como todo el Madrid, dicho por otra parte.

Ésa fue la cuestión de la que se olvidó Lopetegui a la hora de realizar el planteamiento previo de los hechos. En lugar de salir como lo hizo contra el Celta, como si su equipo se asemejara a un potro desbocado en pos de sobrepasar las líneas del rival y tratar de adelantarse con prontitud, fue justo lo contrario. Al caballo llamado Sevilla le había puesto las bridas su propio propietario y lo mandaba a controlar, sencillamente a ver qué hacía el adversario en lugar de hostigarlo para tratar de sacarlo de su carril.

El Sevilla, con Franco Vázquez en su once inicial en ese falso extremo del 1-4-3-3, dejaba pasar los minutos como si se sintiera a gusto con el resultado inicial. En ningún momento trató de percutir sobre el gigante, ni siquiera a través de ese camino tan habitual que suele ser las subidas de los dos laterales. Tanto Jesús Navas como Reguilón parecían limitados en su recorrido y se limitaban a llegar a la mitad del campo rival, casi nunca a penetrar en el área con opciones de provocar superioridades.

Por supuesto que algo de mérito también tendría el Real Madrid a la hora de hacer bueno su planteamiento, de cerrar con Carvajal y Mendy, apoyados por el resto de sus compañeros en un trabajo solidario, pero la cuestión es que resulta muy complicado saber si el Sevilla podía haber hecho algo más o sencillamente tuvo que inclinar su rey en el tablero de ajedrez al ver muy comprometida su posición.

Tras el descanso, todo siguió igual, sin ninguna aproximación de los sevillistas

El balance del primer periodo se reducía, por tanto, a un par de oportunidades claras para los forasteros a través de sendas llegadas de Hazard y Carvajal que fueron resueltas con Vaclik con dos paradas de mérito. En el lado contrario de la balanza, muy fácil, nada de nada, ni un acercamiento con peligro real para Courtois.Cabía esperar que tras el descanso, aquello cambiara algo, que, al menos, el plan de Lopetegui consistiera en aprovechar la merma física del Real Madrid para tratar de buscarlo, para hacerle daño a través de esa vía. Craso error por parte de quienes así pensaran, todo siguió exactamente igual, mucho correr, mucho encorsetamiento táctico y ni una sola aproximación hacia Courtois mientras los minutos seguían corriendo.

Por buscar alguna justificación, que no se sabe si es acertada o errónea, Lopetegui debería tener guardada alguna carta, pero en semejantes circunstancias lo normal es que sucediera lo que ocurrió. Un balón robado a Joan Jordán, saldado con un buen centro de Carvajal le sirvió a Benzema para cabecear al fondo de las mallas sevillistas. Con tan poquito, el Real Madrid se sentía más fuerte mientras que el Sevilla casi lloraba su impotencia.

Sólo con el cero a uno se produjeron movimientos para enloquecer el juego; ya era tarde

Paradójicamente, a partir de ahí sí se produjeron movimientos para tratar de enloquecer el juego, pero ya no iba a servir para nada. El Sevilla ya se sentía derrotado en esos instantes, fruto de un estilo de juego que no había tenido nada que ver con la osadía que había aparentado en sus comparecencias hasta ahora. El primer disparo, a las nubes, llegaba en el minuto 69 por parte de Ocampos y lo más cerca que estuvo el empate fue en ese claro fuera de juego de Chicharito cuando la pelota acabó dentro. El resto fueron centros, ahora sí, en busca de De Jong con nulas opciones de éxito de no ser por un rebote. Decepción grande por el nivel de este líder en el que Lopetegui no debió recordar para nada la lección padecida en el anterior Sevilla-Real Madrid, cuando se sentaba en el otro banquillo.

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