Real Madrid-Sevilla | La crónica

Otro revés en el Bernabéu, el Teatro de las Pesadillas

  • El Sevilla, que no vio premiada su superioridad en la primera parte por un error de Bono, se arruga con un cuarto de partido aún por delante y lo paga con el golazo de Vinicius

  • El VAR se inhibe ante un penalti a Ocampos con empate a uno

  • Delaney tuvo el 2-2 al final, pero apareció Courtois

Koundé trata de anticiparse a Benzema.

Koundé trata de anticiparse a Benzema. / Ballesteros (Efe)

El Sevilla, que se plantaba en Madrid con un papel de candidato a lo mejor, ya que una victoria lo aupaba al liderato de la Liga, encontró su techo en el lujoso Santiago Bernabéu, su particular Teatro de las Pesadillas, donde sufrió la segunda derrota del campeonato con un obús de Vinicius en el minuto 87 del partido. El equipo de rojo, que lamentaba irse al descanso con un empate a uno que le sabía a poquísimo vista su superioridad en la primera mitad, se arrugó con un cuarto de partido aún por delante, con lo que eso supone en ese escenario, y lo pagó con un revés no por lógico menos doloroso.

Y escoció mucho porque durante la primera parte y algo menos en el arranque de la segunda, los sevillistas pusieron más argumentos futbolísticos sobre la hierba que el principal candidato a ganar la Liga un año más. Dolió mucho porque los sevillistas que se ilusionan con que su equipo suba ese soñado escalón, el más difícil, para luchar con los mejores, aún le resulta demasiado alto. Dolió también porque son ya demasiados los años que el Sevilla no gana en ese remodelado coliseo y demasiados los partidos contra los blancos que el Sevilla de Lopetegui acaba enojado.

Y dolió aún más porque a la noche no le faltó ni uno solo de los ingredientes habituales que conforman las indigestas pócimas que los sevillistas ingieren en la Castellana: el regalo defensivo, muy grosero, de Bono cuando el partido estaba controladísimo y ya con 0-1; la posterior jugada polémica de marras, en un penalti a Ocampos que el VAR no revisó quizás por la sobreactuación del argentino, y esa ocasión final para el empate, cuando no había tiempo para más, que Courtois abortó con un paradón ante el cabezazo a quemarropa de Delaney (94’).

Para salir por tu propio pie del Bernabéu, ante un equipo que es superior a ti, tienes que hacer las cosas muy bien (lo hizo en tres cuartos de litigio y en tres cuartos de campo durante ese periodo), no puedes conceder regalos (Bono quiso blocar un tiro lejano y sin visos de gol de Militao, no atrapó el cuero y Benzema aprovechó el rebote en el poste para marcar a puerta vacía en el 32), tienes que disfrutar de un rasero ecuánime por el del silbato (lo que no volvió a ocurrir) y, sobre todo, no te puedes arrugar de la forma que lo hicieron los de rojo cuando Carlo Ancelotti, en el minuto 73, metió a Camavinga por Modric y a Fede Valverde por Asensio para que el Madrid diera ese paso adelante que siempre da en casa cuando no va ganando.

Ahí el Sevilla, que ya se estaba desinflando en la segunda parte por su fútbol cada vez más insustancial cuando se acercaba al área de Courtois, no tuvo carácter ni fuerzas para impedir el arreón del Madrid, responderle con salidas rápidas. Dudó en los despejes, empezó a perder balones en zonas de riesgo y cuando el balón ronda tanto tu portería, en ese rodeo, ya se sabe lo que acaba pasando.

Y eso que el equipo rojo tuvo una puesta en escena muy similar a la de hace unos meses en Valdebebas. Con una línea de zagueros que se cuidaba de acularse ante Bono, la superioridad de Fernando, Joan Jordán y Rakitic en los pequeños duelos de la zona ancha y el buen criterio para apoyarse en corto, no arriesgar en el pase y precisas aperturas a los costados. Así, el Sevilla le quitó el balón al Madrid. Era la premisa que buscaba Lopetegui para competirle de tú a tú.

Y como este Madrid tampoco es que sea una roca cuando se repliega, el Sevilla se fue animando arriba. Se desperezó con una galopada briosa de Rafa Mir por la derecha a los cuatro minutos y ocho después, en un saque de esquina que botó Acuña desde la izquierda, Mendy se distrajo ante Mir, que cabeceó sin oposición alguna. Y lo hizo con fuerza, porque estaba alejado de la portería, y también con enorme precisión. Un martillazo que describió una parábola imposible incluso para los brazos interminables de Courtois.

El Sevilla dio primero y parecía tener la lección aprendida de que en el Bernabéu, defender una ventaja y fiarse al contragolpe es comprar papeletas para la tragedia. Así que siguió erre que erre. Su actitud valiente, yendo a presionar la salida del balón, se encontró con el regalo de Carvajal, quien al retroceder a Courtois no contó con que Rafa Mir pasaba por allí. Alaba salvó entre los palos el tiro algo blando del murciano, pero el Madrid aún le regalaría de nuevo la pelota al Sevilla y Papu le brindó una segunda oportunidad al ariete, que eligió el tiro potente y cruzado, pero a media altura, que se topó con la respuesta firme del enorme arquero belga.

El Real Madrid no encontraba por dentro a Benzema, tampoco Vinicius tenía tiempo ni espacios en la esquina izquierda ante un Montiel muy aplicado y agresivo. El brasileño probó por primera vez a Bono en una pérdida de Fernando al tratar de jugarla en corto en la corona del área. Pero sin espacio para armar la pierna dentro del área, soltó un tiro blando y fácil para Bono (27’).

Fue una pena que el portero internacional por Marruecos no anduviera igual de resolutivo cinco minutos después, al momento de que Ocampos enviara el balón a la cruceta izquierda de Courtois. El fallo del portero le torció la noche al Sevilla, que ya se fue topando con su rosario de contrariedades habitual en su Teatro de las Pesadillas.

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