El Sadar, un dolor para Caparrós

El utrerano vuelve a un estadio en el que no ha ganado dirigiendo al Sevilla y con un rival con el que protagonizó durísimas batallas; su etapa como entrenador del Osasuna acabó muy mal

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Joaquín Caparrós se encara con Javier Aguirre en uno de los tensos duelos entre Osasuna y Sevilla de principios de siglo.
Joaquín Caparrós se encara con Javier Aguirre en uno de los tensos duelos entre Osasuna y Sevilla de principios de siglo. / antonio pizarro

El destino a veces es tan caprichoso como desleal. Si a Joaquín Caparrós, como dijo tras su cuarto debut el pasado domingo, se le quitaban “todos los dolores” por dirigir al Sevilla en el Sánchez-Pizjuán ante su gente, volver a un escenario como El Sadar de Pamplona seguro que no le debe de traer sensaciones tan felices. El duelo de este jueves frente al Osasuna, en el que el Sevilla debe buscar ese triunfo que le dé tranquilidad en este final de Liga, recrea por la vuelta del utrerano al banquillo nervionense viejas cuentas pendientes, batallas de ese otro fútbol en el que el veterano técnico se encuentra tan a gusto.

¿Quién de los sevillistas de toda una generación no recuerda aquellos piques con el mexicano Javier Aguirre, aquellos amagos de tanganas en los banquillos o con la grada en los asientos pegados al banquillo, aquellos partidos calientes y una rivalidad que se volvió casi histórica?

Olivera recibe la entrada de Alfredo en uno de los duelos más duros en 2001.
Olivera recibe la entrada de Alfredo en uno de los duelos más duros en 2001. / Efe

Nunca Joaquín Caparrós ganó un partido en El Sadar entrenando al Sevilla, ese Sevilla que acababa de subir a Primera y que ponía las bases del campeón en el que lo convirtiría Juande Ramos. Acumula el utrerano tres derrotas y un empate en duelos ligueros, con un doloroso 4-1 además en la campaña 04-05, y dos grandes decepciones en Copa del Rey. Cómo olvidar dos dolorosas eliminaciones a manos de un Osasuna que le tenía cogida la medida a un Sevilla que mordió el polvo –o la nieve mejor dicho– en un enfrentamiento a cara de perro que tuvo la anécdota de que los sevillistas en la prórroga no sabían que estaban clasificados con el empate a dos por el doble valor de los goles fuera de casa.

Sí es verdad que habría tiempo para resarcirse en un 1-0 con gol de Julio Baptista, aunque ya en Nervión, para que el sevillismo celebrara una deseadísima clasificación para disputar la Copa de la UEFA.

Eran otros tiempos y otras ilusiones. Hoy, la afición del Sevilla lo ha visto prácticamente todo y tras un empacho de plata, en plena agonía se encomienda a una figura que trata de insuflar una energía que ya no tiene.

Caparrós, por muchas cosas, tiene una cuenta pendiente con el estadio pamplonés, donde aunque ha logrado llevarse los tres puntos con otros de sus equipos, tampoco le ha ido muy bien. Con el Deportivo ganó una vez, pero también encajó un 4-1 y con el Athletic sufrió dos derrotas consecutivas, entre 2008 y 2009, para sumar una victoria en su última campaña en Bilbao, en 2011. También logró ganar con el Levante... pero nunca lo hizo con el Osasuna.

Un pésimo paso por el banquillo rojillo

En Pamplona, si nunca fue bien recibido el utrerano como rival, cerró una nefasta etapa en su última aventura como entrenador en España antes de volver la primera vez al Sevilla en 2018 en sustitución de Vincenzo Montella.

Presentado como entrenador del Osasuna; duró ocho partidos y perdió siete.
Presentado como entrenador del Osasuna; duró ocho partidos y perdió siete. / Efe

El Banquillo de Oro dirigió al Osasuna en la Liga 16-17 en sustitución de Enrique Martín, pero su legado en Pamplona fue negativísimo. Duró en el cargo ocho jornadas en las que sumó siete derrotas, seis de ellas por más de dos goles de diferencia. Sólo sumó un empate. Lo sustituyó en el cargo Petar Vasiljevic, que ejercía como director deportivo del club en un año para olvidar en El Sadar, pues el equipo bajó a Segunda en un triste epílogo que además tuvo lugar en el Sánchez-Pizjuán, donde el Sevilla de Sampaoli, clasificado para la Champions, se cebó con los rojillos asestándoles un 5-0 con dobletes de Vitolo y Franco Vázquez y un gol de Jovetic.

Ahora todo es distinto. El club había evolucionado y ha vuelto a involucionar andando 20 ó 25 años atrás, cuando era moneda de uso común una vieja rivalidad a cuchillo y sangre con aquel equipo y en aquel estadio en el que tanto odiaban al Sevilla... y a Caparrós.

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