De la confianza en la ventaja a las cuentas por si acaso...
El sevillismo ha pasado de la mezcla de insatisfacción y calma con García Pimienta al respeto a lo que pueda pasar con Caparrós
El Sánchez-Pizjuán, de fortaleza a bicoca

Nadie quiere pensar en que la situación se complique, pero en dos semanas el sevillismo ha pasado de estar relativamente tranquilo a tener que coger la calculadora. El Sevilla con el anterior entrenador, Xavier García Pimienta, parecía vivir en esa especie de mezcla perenne entre insatisfacción y calma, pero lo cierto es que el equipo ahora mismo no ofrece sensaciones que transmitan confianza.
El consejo de administración buscó con un movimiento de banquillo evitar un desplome que pueda hacer peligrar la categoría y lo que ha conseguido es insuflar aún más dudas. El estreno de Joaquín Caparrós no sirvió para que la afición se tranquilizase. Sí tuvo el efecto también buscado –aunque momentáneo– de aplacar las críticas contra los dirigentes, pero la sensación que ahora queda es que el Sevilla ha gastado la bala del cambio de entrenador y que aún puede meterse de lleno en una pelea que esta plantilla no domina con un director de grupo del que, pese a que se le respeta una enormidad, tampoco se le ve del todo con la capacidad infalible como para sacar al equipo del atolladero.
Y el sevillismo hace cuentas con las siete jornadas que tiene el Sevilla por delante. Y lo hace con cierto respeto porque la plantilla no ofrece garantías a nivel de calidad y rendimiento. La afición esperaba a un Sevilla más contundente ante el Alavés con Caparrós al frente, pero se encontró con prácticamente el mismo equipo romo en ataque y vulnerable atrás, con la diferencia de que el fútbol también se ha vuelto más simple. El Sevilla lleva toda la temporada compitiendo sin un delantero y así es imposible. Le faltan puntos en su casillero y muchos de ellos han volado por no tener un goleador mínimamente acreditado para jugar en Primera. El pundonor de Isaac Romero, que además siente que no tiene competencia, no basta en la alta competición.
El Sevilla, que definitivamente está sin pulso en el Sánchez-Pizjuán, se la va a jugar sobre todo en tres o cuatro partidos entre los que necesita sacar al menos una victoria y un empate para respirar con tranquilidad y alejar el fantasma de entrar en apuros de verdad. El Sevilla tiene los mismos puntos que la pasada campaña a estas alturas, 37, pero ya se encontraba salvado. Quique Sánchez Flores había logrado traer la tranquilidad absoluta a un equipo que lucía duodécimo en la tabla con 12 puntos sobre el descenso (el doble que los 6 de ahora), ya que había tres equipos totalmente descolgados, Cádiz, Granada y Almería.
El objetivo prioritario es llegar como sea a la penúltima jornada matemáticamente salvado, pues los de Caparrós tienen en las jornadas 37 y 38 nada menos que a Real Madrid en el Sánchez-Pizjuán y a Villarreal en La Cerámica, con probabidades de que ambos estén jugándose el título y la Champions.
Este jueves hay una dura pelea ante el Osasuna en El Sadar que recuerda a las viejas batallas de otras épocas con Caparrós al frente de los nervionenses, aunque en la agenda están marcados en rojo dos partidos en el Sánchez-Pizjuán, ante Leganés y Las Palmas los días 4 y 13 de mayo, domingo de Preferia y martes posterior a la Feria.
Por medio también está una visita al Celta y aunque lo cierto es que hay confianza y tampoco hay por qué dar pie a la fatalidad, las cuentas pasan por sumar cuanto antes los cuatro o cinco puntos que asegurarían la categoría y evitarían lo que sería un nuevo descalabro deportivo y, sobre todo, económico de consecuencias devastadoras.
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