El Sevilla, entre lo retro y lo retrógrado

Sueños esféricos

Las tres bandas de Adidas y Almeyda dan otro aire, pero faltan los estímulos reactivos

Matías Almeyda observa a la plantilla sevillista en su primer día de trabajo. / Juan Carlos Muñoz

06 de julio 2025 - 22:59

VER al Sevilla vestido con sus nuevos ropajes para la campaña 2025/26 me ha rescatado de la memoria a aquellas camisetas de algodón y manga larga que en mi niñez vendían en Deportes Arza, las que se enfundaban los equipos setenteros y ochenteros de Pablo Blanco, Enrique Montero, Francisco. Las tres bandas de Adidas tienen un aire retro y cool que hoy cotizan mucho. Por ahí ha llegado un soplo de aire fresco en un vestuario de atmósfera emponzoñada los últimos dos años. No son más que formas, pero los sevillistas necesitan ir aferrándose a lo que sea, más o menos superfluo, para tirar hacia delante y que le devuelvan esa confianza renovada con hechos de fondo en la recién acabada campaña de abonados.

Ver a Matías Almeyda también ha rescatado del arcón un recuerdo del pasado siglo, esta vez amargo. Aquel Pelado llegó al Sevilla investido de un rol equívoco. El proyecto megalómano y manirroto que González de Caldas había confiado a las manos de los agentes y las consiguientes comisiones pagó 1.000 millones de pesetas por un pretendido organizador, al estilo Banega, cuando se trataba de un (notable) cinco argentino defensivo. A los jóvenes que lean estas líneas hay que advertirles de que entonces, los fichajes llegaban vírgenes, o casi, en nuestras mentes. No existía ese seguimiento profuso en las redes que se realiza en cuanto hoy salta un nombre. El Pelado, que luego encajó como un guante en una fantástica Lazio haciendo lo que sabe, se diluyó con todo el proyecto en aquella negra tarde en el Carlos Tartiere, otro nombre de tintes retros que recuperará esta Liga que tanto mira atrás desde la óptica sevillista.

Marca el inicio de la pretemporada sevillista lo retro. Pero también lo retrógrado, “lo que va hacia atrás o retrocede”. Y lo retrógrado, a diferencia de lo retro, no responde a la forma, sino al fondo. No brotan estímulos reactivos para la ilusión. Por muy chulas que les queden las tres bandas, lo que hay, por ahora, es el mismo consejo, la misma plantilla. La misma desazón.

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