Dentro de las previsiones que había hecho el director general deportivo del Sevilla cuando decidió elegir a Julen Lopetegui como su primera apuesta para el proyecto de su vuelta a Nervión estaba que durante unos días una parte importante del sevillismo iba a mostrar su disconformidad con el fichaje del técnico guipuzoano.

Monchi lo tenía dentro de su hoja de ruta y, lejos de hacerlo dudar, el de San Fernando se lo toma como una fase más del proceso, igual que otra fase fue la presentación del candidato al consejo de administración y otra, la siguiente, será rematar la operación con una negociación.

Es cierto que el sevillismo, fundamentalmente a través de las redes sociales, en gran parte ha mostrado su rechazo a la llegada de Lopetegui, sobre todo por el poso de deslealtad que dejó la forma en la que salió de la selección a sólo un par de días del debut de España en el Mundial de Rusia para aceptar la oferta de Florentino Pérez en el Real Madrid. Además, su pésimo desempeño al frente del equipo madridista (fue destituido con el equipo noveno en la tabla y muy distanciado del Barcelona) se suma a la extraña sensación que entre la afición ha causado la noticia. El sevillismo tiene muchísima fe en Monchi y quizá por eso la elección de Lopetegui no entraba en sus planes.

Pero más allá de todo eso, el gaditano está muy seguro de su decisión. Monchi lleva semanas con la elección tomada aun a sabiendas de que la figura del entrenador elegido tendría muchos detractores, pero está convencido de que es lo que mejor le conviene al Sevilla actual. Ve a Lopetegui como un entrenador joven, con ganas de triunfar y con experiencia al más alto nivel. Confía –aunque el sevillismo también lo piensa– en que las victorias cambien pronto esta percepción, como ocurrió con la llegada de Juande Ramos, un entrenador que al principio no caló por su forma de ser, su austeridad diálectica y su filosofía de vida alejada de la idiosincrasia sevillana. Sin embargo, con todo eso, el manchego acabó siendo un entrenador que hizo historia en el club al ganar los primeros títulos –nada menos que cinco en un año y medio– de la historia moderna.

Monchi sólo espera pasar esta fase, sabe que el rechazo de esa parte de la afición se irá amortiguando con el paso de los días y sigue con su hoja de ruta. La próxima parada es ponerse a negociar en serio con los abogados y el representante de Lopetegui un contrato para poder anunciar oficialmente su nombre como nuevo entrenador del Sevilla, algo que se va a hacer esperar unos días. Evidentemente, antes de poner encima de la mesa del consejo su nombre ya se habían producido contactos para ver la predisposición, las ganas de liderar el proyecto y, también por encima, algunas cuestiones económicas.

Será ahora cuando haya que dejar todas las cuestiones bien atadas, tanto en lo que se refiere a los contratos (en el caso de los entrenadores las cláusulas indemnizatorias por resolución unilateral son cada vez más complejas), como a las directrices que tendrá que seguir el proyecto deportivo tal y como lo tiene dibujado en su mente Monchi.

A partir de ese momento, el de San Fernando y el de Asteasu, ex guardametas los dos, discutirán los pormenores de la plantilla y determinarán tanto puestos a reforzar como jugadores que tendrán que ser descartados. Monchi es consciente de que es en esta fase en la que el sevillismo cambia su modo de ver las cosas y cuando tiene más alto el nivel de ilusión. Cuando empiecen a aparecer los nombres de posibles fichajes el director deportivo espera que ese rechazo inicial a la figura de Lopetegui haya pasado. Todo está dentro de lo previsto y el hacedor de todo en el Sevilla está muy tranquilo y muy ilusionado.