Atrás han quedado aquellas presentaciones en las que se repartía a los periodistas una hojilla con el palmarés del jugador. En la mesa, por supuesto el director deportivo, el presidente, el jefe de prensa, el agente del futbolista y hasta algún consejero chupacámaras. En ocasiones incluso el entrenador. No faltaba las fotos conjuntas con la camiseta, dándose la mano y después las explicaciones de los técnicos de cómo es el fichaje, qué quieren de él en el campo y hasta algún detalle de la negociación.

La presentación de Marcao fue tan desangelada como la pretemporada del Sevilla, que en la última semana se ha tornado, encima, repleta de nervios, prisas, malos augurios y tácticas del avestruz.

Recordó a la de Dragutinovic, con el futbolista solo en la mesa. Monchi, con el tiempo, dio a enteder por qué no estuvo en aquella puesta de largo en la que el único que hacía acto de presencia era Mijatovic, su representante: Lo había fichado sin verlo.

Lo de Marcao fue distinto. El director deportivo estaba, el presidente estaba y el vicepresidente también, pero los tres se sentaban junto a la mujer y las hijas del futbolista, en primera fila de público. En la mesa, solo Marcao. Ello –no era difícil entenderlo– iba a tener una consecuencia inmediata: no se iban a admitir preguntas a nadie que no fuera el jugador.

La afición se quedaba, por tanto, sin saber nada nuevo de las negociaciones por los dos fichajes que prometió Monchi para esta misma semana (un central y un lateral izquierdo), del informe de Legends sobre el estadio que se había comprometido Castro a hacer público hace un mes, ni de la subida de los precios de los abonos, ni de la imagen ofrecida por el equipo en Inglaterra. Por supuesto, tampoco del mensaje de Lopetegui tras acabar el partido ante el Leicester con un destinatario claro: “Es importante que completemos la plantilla. Tenemos que tener un mejor equipo”.

El Sevilla ha entrado en un peligroso bucle de confiscación de la información que lo aleja cada vez más de su gente, de su afición. Canalizado todo a través de los medios oficiales –fundamental para evitar preguntas incómodas–, pierde oportunidades como la presentación de Marcao para dar normalidad a una pretemporada en la que se masca la tensión en casi todos los frentes desde antes de que acabara la pasada campaña. Primero el debate sobre el juego del equipo y la continuidad de Lopetegui, después la subida del precio de los abonos, más tarde los términos de la venta de Koundé y, por último, la tardanza de los fichajes con tantísimo dinero –al menos eso dice la teoría– en caja.

En un mundo como el de hoy en el que en las redes sociales se hace comentarios de texto de todo, dar lugar a especulaciones por esta inacción que esconde una falta preocupante de autoconfianza expone a los gestores del club a todo tipo de comentarios. La entidad, coincidiendo con su presentación, hizo circular una imagen de Marcao junto a Monchi, Castro y Del Nido Carrasco delante de la vitrina de las seis Europa League y la cara del de San Fernando denotaba, cuando menos, una profunda responsabilidad por no decir preocupación.

Está claro que todo se arregla con fichajes, de lo poco que genera ilusión en los aficionados. Seguro que en el caso de alguno de los protagonistas su silencio se debe a que el trabajo arrecia en los despachos. En esta semana debe haber noticias, entre otras cosas porque no queda apenas tiempo. Lopetegui se impacienta y el equipo –lo ha visto todo el mundo– arroja sensaciones muy claras respecto al sistema defensivo. Hace falta físico en el centro del campo, dos centrales de garantía que sean la mitad de resolutivos que los que se han ido y un delantero que marque goles, uno de los defectos y lastres de la pasada temporada.