Logopedia, pieza clave en la estimulación al paciente de párkinson

Además de los temblores, la rigidez, la dificultad para la marcha o el equilibrio, los afectados de la enfermedad neurodegenerativa tienen problemas en la comunicación hablada por hiponimia o deglución que intentan solventar

Grupo del Taller de Logopedia formado por personas con afección moderada-grave de la Asociación Párkinson Sevilla.
Grupo del Taller de Logopedia formado por personas con afección moderada-grave de la Asociación Párkinson Sevilla.
Paola García Costas

26 de marzo 2009 - 01:00

60.000

Párkinson es el apellido del médico británico que describió y documentó esta enfermedad neurodegenerativa en 1817. Casi dos siglos después la patología sigue afectando a miles de personas, sólo en Andalucía se estiman unas 60.000. Los pacientes a causa de la pérdida progresiva de las neuronas que producen dopamina y ayudan a dirigir la actividad muscular sufren temblores, rigidez, dificultad para la marcha o el mantenimiento de la postura, pero además otros importantes síntomas como problemas en la comunicación hablada. Las terapias de logopedia tienen el objetivo de promocionar la independencia de los enfermos de párkinson en esta área con el fin de que puedan expresarse. Tras la imagen de los movimientos incontrolados o la inexpresiva facial hay personas que fueron hábiles mecánicos, modistas o técnicos de laboratorio fotográfico.

Ana María Rodríguez dirige los talleres de esta disciplina en la Asociación de Enfermos de Parkinson de Sevilla. Dos grupos formados por unas quince personas cada uno asisten dos veces a la semana. La sesión empieza con la lectura de los nombres de los presentes por parte de la terapeuta, nombre que son completados con la vocalización de los apellidos en voz alta por parte del afectado. "Así reconozco la calidad de la voz, la articulación, la respiración", dice Ana María. Y es que entre los problemas que puede producir la enfermedad está disminuir el volumen del habla hasta ser prácticamente inaudible, la dificultad para articular palabras o la respiración descoordinada.

Las sesiones duran una hora, en la primera parte se realizan ejercicios respiratorios, praxias orofaciales con los que tratar la hiponimia (escasa o inexistente capacidad mímica facial), ejercicios de dicción y ejercicios de deglución. El mal funcionamiento de esta última acción muscular es responsable de que se acumule la saliva y los alimentos en la cavidad bucal del enfermo, produciendo babeo y atragantamientos. Julia Loureiro tiene 73 años y hace ocho que padece párkinson, "lo que más me incomoda es que me está empezando a temblar la barbilla y eso es muy visible. Además se me acumula la saliva e intento disimularlo limpiándome los labios con un pañuelo", describe. El miedo a la respuesta del interlocutor hace que muchos afectados tarden tiempo en aceptar su enfermedad, como Manuel Jiménez que aunque fue diagnosticado en 1995 no lo ha aceptado hasta hace dos años cuando el párkinson ha avanzado en su cuerpo, "me emociono si hablo de la enfermedad porque no es fácil", manifiesta. Manuel no puede dormir por los temblores, los calambres le despiertan varias veces por la noche, pero durante el día "intento hacer todas las cosas posibles para mantener mi autonomía, como vestirme o ducharme". En este sentido, según él, la logopedia es un tratamiento que no conocía y que le ayuda en no perder sus medios para la comunicación, "estoy muy contento", señala.

El afán de la independencia y la capacidad pese a las dificultades también lo manifiestan otros de sus compañeros del taller. Antonio Pérez tiene 69 años y está afectado desde el año 2000. Puede tener hasta veinte bloqueos motores al día que le hacen quedarse inmóvil en un lugar antes de hacer una acción. "No cedo ante la adversidad y he desarrollado estrategias. Por ejemplo, cuando viajo en autobús me levanto de mi asiento dos paradas antes de la mía para iniciar el movimiento", explica. También intenta ser autosuficiente Ángeles Moreno de 70 años y diagnosticada hace apenas unos meses, en sus síntomas está la pérdida de equilibrio. "Suelo caerme en espacios pequeños, como en la cocina cuando me giro a coger algo, pero aún así sigo haciendo de comer". Ángeles cuenta que para hacer frente al párkinson el enfermo debe expresar lo que quiere y lo que siente.

Por ello, la segunda parte del taller de logopedia va dirigida a potenciar las habilidades comunicativas. Se utilizan terapias como la música o la risa y, los asistentes ejecutan diversos ejercicios como interpretar frases dadas con un sentimiento concreto, cantar o leer una poesía. Todo un reto para aquellos que dada su poca hiponimia manifiestan alegría y tristeza con un sutil cambio expresivo en sus rostros.

Con todo, las actividades de logopedia pueden impartirse en sesiones tanto grupales como individuales. Estas últimas "dirigidas a las necesidades específicas de cada afectado", explica Ana María. Para ello, la terapeuta realiza un informe multidisciplinar junto con los responsables de los talleres de rehabilitación y psicología". Además, se intenta hacer partícipes a los familiares en los distintos tratamientos. A Manuel Rodriguez el párkinson le ha incidido especialmente en el habla y en el equilibrio, por ello dice que la familia "es un apoyo primordial que te da seguridad".

En conclusión, en la batalla contra el párkinson toda ayuda terapéutica y humana es necesaria. Incluso entre los propios afectados cuya solidaridad trasciende los muros de una asociación. Como Esperanza Granado, una señora que cumplirá 75 años en mayo y que su convivencia con el párkinson desde hace 11 han hecho que se acerque con respeto al anónimo posiblemente afectado como ella. "Si advierto que una persona tiene temblores, me dirijo con delicadeza y le pregunto si padece párkinson. Luego le informo sobre las terapias de la asociación, por poco que sea intento ayudarle".

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