El día en que el Big Ben dejó de dar la hora... y no por un fallo técnico

La increíble historia del icono de Londres que fue derrotado por unos inquilinos inesperados.

Las agujas del Big Ben se detienen cuatro días para permitir su limpieza

Recreación del Big Ben
Recreación del Big Ben

Todos conocemos el Big Ben, el icono de Londres que marca la hora con una precisión envidiable en el corazón del Parlamento. Su imponente campanario y su mecanismo, famoso por su exactitud, son un símbolo de la ingeniería británica. Sin embargo, hubo un día en 1949 en que su legendaria puntualidad falló misteriosamente. ¿Qué fuerza, o quizás qué fallo oculto, pudo haber alterado el ritmo del reloj más famoso del mundo? La razón, lejos de ser un complejo problema mecánico o un error humano, resultó ser tan inesperada que parece sacada de una fábula.

Los pequeños saboteadores emplumados

¿Imaginas que el peso de un grupo de pájaros fuera suficiente para detener o retrasar un mecanismo de cientos de kilos? Pues eso fue exactamente lo que pasó. Un grupo de estorninos, buscando el lugar perfecto para un breve descanso o quizás un mirador privilegiado, se acomodaron en la aguja de los minutos del reloj. El peso colectivo de estas pequeñas aves, aunque individualmente insignificante, fue suficiente para añadir una carga extra al sistema de contrapesos interno del Big Ben, causando un notable retraso de hasta 4 minutos en su inexorable marcha del tiempo. Una auténtica "invasión" aviar que desafió la majestuosidad de la ingeniería.

Recorte de la época
Recorte de la época / M.G.

La solución definitiva a un problema inesperado

Este peculiar y a la vez entrañable incidente obligó a los ingenieros encargados del mantenimiento del reloj a tomar medidas ingeniosas. A partir de ese día, se instalaron discretas jaulas y sistemas antianidamiento alrededor de la aguja y otros mecanismos vitales. El objetivo era claro: evitar que los pájaros volvieran a posarse y sabotear la exactitud del tiempo. Fue la única forma de garantizar que el reloj más famoso del mundo no volviera a retrasarse por culpa de un grupo de estorninos con demasiadas ganas de hacer historia.

El Big Ben que pocos conocen

La próxima vez que contemples una imagen del Big Ben o escuches sus campanas, recuerda esta peculiar anécdota. Su perfecta puntualidad y su majestuoso sonar son, en parte, un tributo a la astucia de unos pequeños pájaros y la ingeniosidad humana para resolver los problemas más inesperados. Un recordatorio de que, a veces, los mayores desafíos vienen de los lugares más insospechados.

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