Sociedad

La mayoría de los fumadores alterna tabaco y vapeadores sin percibir sus graves riesgos

Un fumador con un cigarrillo electrónico.

Un fumador con un cigarrillo electrónico. / Jesús Domínguez (Efe)

Entre el 60 y 90% de los fumadores alterna el tabaco convencional con los denominados vapeadores, sin la percepción del riesgo de estos dispositivos que -contengan o no nicotina- son igual de nocivos y cancerígenos que un cigarrillo, sostiene el presidente del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT), Andrés Zamorano.

Ni el cigarrillo electrónico, que ha cambiado su denominación por vapeador, es más sano que el tabaco de combustión, ni representa una alternativa para dejar de fumar, mientras que la nueva moda electrónica, con sabores frutales y muy parecidos a los de las "chucherías o gominolas", se extiende aceleradamente entre un público muy joven -a partir de 9 años- sin que ni ellos ni sus padres conozcan las repercusiones que tienen para a salud.

Así de contundente se ha mostrado en una entrevista a Efe Zamorano, en la que ha denunciado que algunos productos se venden como "libres de nicotina" cuando en realidad sí la contienen, junto con otros químicos adictivos basados en anticongelantes (glicerina y propilenglicol), dietilenglicol y agentes carcinógenos como las nitrosaminas.

Químicos y excipientes de los que también advierten expertos y neumólogos, así como la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) y el propio Plan Nacional sobre Drogas que difunde el Ministerio de Sanidad.

Y Zamorano incide: todas las nuevas modas y formatos para fumar contienen sustancias catalogadas como cancerígenas.

Hace semanas, en el marco del Congreso Europeo contra el Tabaquismo, se destapó la venta -principalmente en internet y bazares- de vapeadores con figuras de dibujos animados como Bob Esponja y en formatos dirigidas a un público cada vez más infantil, en un contexto social en el que actualmente la edad de primer contacto con la nicotina se ha reducido hasta los 11 años.

Zamorano no ha dudado en que se trata de una estrategia más de la industria tabacalera en detrimento de la lucha contra el tabaquismo y las adicciones, con la promoción de productos, en el peor de los casos, dirigidos a niños de 8 o 9 años, ya que consta en su asociación que estos dispositivos están presentes como regalos para los asistentes a comuniones.

"Para los niños es como un rito de iniciación a fumar", ha avisado, y ha denunciado la falta de concienciación en torno a estos dispositivos, para luego contraponer que hace 30 o 40 años también había una escasa percepción sobre el peligro que representaba el tabaco.

La edad media del primer contacto con la nicotina está en los 14 años, pero con estos nuevos formatos baja aún más, una denuncia que eleva incluso la Organización Mundial de la Salud (OMS).

La legislación actual impide la venta de productos de tabaco a menores de 18 años, pero, en el caso de los vapeadores, en la mayoría de los establecimientos no se menciona ninguna prohibición durante la venta, ni tampoco advertencia sanitaria alguna en el etiquetado, por lo que existe un vacío legal en torno a estos dispositivos.

Aerosoles, no vapor

Según datos de la AECC, el consumo ocasional de vapeadores entre fumadores de 14 a 18 años alcanza el 77%, es decir combinan cigarrillos convencionales con los electrónicos al considerar que reducen así la adicción a la nicotina, mientras que el 22,8% de los estudiantes reconoce que usa vapeadores de forma ocasional.

No generan vapor de agua, sino aerosoles que resultan del calentamiento de sustancias saborizantes que son cancerígenas, es decir partículas sólidas suspendidas en un gas que, al inhalarse, pueden quedarse atrapadas en los pulmones.

Si bien no existen estudios a largo plazo de los cigarrillos electrónicos, dado que los primeros comenzaron a comercializarse en España en 2016, la AECC es concluyente al afirmar que, con la evidencia recabada, "tienen efectos perjudiciales incluso en el corto plazo".

El riesgo de las cachimbas

También advierte de que el 20% de los jóvenes fuma cachimba a diario -que puede equivaler a 20 cigarros-, mientras que el 35% lo hace una vez a la semana, hábitos que aumentan en un 122% el riesgo de padecer cáncer de pulmón y de esófago.

Este hábito, remarca la AECC, produce alteraciones en las funciones pulmonares y cardíacas, así como afectaciones en la cavidad bucal.

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