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Sociedad

Un jurado popular declara al celador de Olot culpable de once asesinatos

  • Joan Vila mató a once ancianos entre agosto de 2009 y octubre de 2010, los tres últimos con ensañamiento. El jurado descarta que sufriese algún tipo de alteración psíquica.

Un jurado popular ha declarado al celador del geriátrico La Caritat de Olot, Joan Vila, culpable del asesinato de once ancianos entre agosto de 2009 y octubre de 2010, los tres últimos con ensañamiento. Tras dos semanas de juicio, los integrantes del jurado han emitido su veredicto por unanimidad y han descartado que Vila sufriese algún tipo de alteración psíquica en el momento de los hechos. El jurado ha aplicado en los tres últimos casos, en los que la muerte fue causada por ingesta de productos cáusticos, los agravantes de ensañamiento y alevosía. En los otros ocho asesinatos, cometidos seis con una mezcla de barbitúricos y dos con una sobredosis de insulina, sólo se ha contemplado el agravante de alevosía.

En función de este veredicto, el fiscal Enrique Barata, ha mantenido su petición de pena de 194 años, a la que se han sumado las acusaciones particulares, que han tenido en cuenta que el jurado ha aplicado a todos los casos el atenuante de confesión. Barata ha reclamado que la sentencia tenga en cuenta "el artículo 78 del Código Penal" y que se imponga "toda la pena" a efectos de beneficios carcelarios. Las acusaciones particulares han defendido distintas indemnizaciones económicas para sus diferentes representados, mientras que el abogado de La Caritat y el de la compañía de seguros han reivindicado que se apliquen los baremos de accidentes de circulación por entender que son los únicos que reconocen el "daño moral".

El letrado de Joan Vila, Carles Monguilod, ha reclamado que la sentencia sea diferente a la que solicita la fiscalía, "que consideraba que no había atenuante por confesión en los tres últimos casos, los que incluyen los agravantes de ensañamiento y alevosía". Monguilod ha explicado que solicita que la sentencia sea la "mínima", en función de los hechos que da por probados el veredicto, por lo que oscilaría, aproximadamente, entre los veinte años para los casos que acumulan más agravantes y quince para el resto. El abogado defensor ha puntualizado que está "convencido" de que el jurado ha actuado "honradamente", aunque mantiene abierta la posibilidad de recurrir la sentencia una vez sea conocida.

El tribunal ha tenido en cuenta para emitir su veredicto de culpabilidad tanto la confesión de Joan Vila, como diferentes testimonios de trabajadores de La Caritat, forenses, informes policiales y vídeos de las cámaras de seguridad del geriátrico. La clave para descartar que Vila sufriese una alteración psíquica que le impidiese comprender la ilegalidad de sus actos ha sido la opinión de los psiquiatras y los psicólogos. En los tres casos en los que las víctimas fueron asesinadas por ingesta de productos cáusticos, el jurado ha justificado el agravante de ensañamiento en que se les causó "intencionadamente" la muerte, se les impidió la defensa y se les provocaron "graves sufrimientos innecesarios". El jurado popular se ha pronunciado, además, contra la percepción de beneficios penitenciarios por parte del procesado, por ocho votos contra uno, y contra la aplicación de indultos totales o parciales a la pena, por unanimidad.

El celador del geriátrico La Caritat de Olot Joan Vila, el asesino confeso de once ancianos que estaban a su cuidado, ha intentado, desde su detención en 2010, presentarse como alguien que actuaba por compasión, como si fuera un ángel de la muerte. Joan Vila confesó que, entre 2009 y 2010, asesinó a once ancianos hasta que fue descubierto, cuando a su última víctima le detectaron quemaduras en la boca que se atribuyen a la lejía o ácido que el homicida le hizo tragar. Después de su detención vinieron las confesiones hasta hilvanar una relación de once ancianos asesinados, aunque la defensa sólo aceptó durante el juicio tres y alegó que el estado de putrefacción de los cuerpos exhumados impide confirmar el resto de casos.

El estado psíquico del celador ha sido, por lo tanto, la clave sobre la que ha girado el juicio celebrado en las últimas dos semanas en la Audiencia de Girona, con el fin de determinar si Joan Vila actuó por compasión ante la fragilidad física de unos pacientes a los que asegura que apreciaba o si actuó como un asesino sin piedad. Vila ha actuado, en todo momento, en función de sus intereses y se ha presentado como una persona sensible, que cuidaba con cariño a los residentes de La Caritat y a quien le resultó imposible percibir que acabar con la vida de terceros, indefensos, resulta del todo injustificable.

Pero, de una u otra manera, los once crímenes, cometidos entre agosto de 2009 y octubre de 2010, convierten a Vila en uno de los asesinos en serie más destacados de la historia reciente de España. El celador de Olot pone su nombre por detrás del de Manuel Delgado, el arropiero, que reconoció que había acabado con la vida de 48 personas entre 1964 y 1971; José Antonio Rodríguez, el mataviejas, que mató a dieciséis ancianas entre febrero de 1987 y abril de 1988; y Francisco García Escalero, el mendigo asesino, quien confesó trece muertes en Madrid entre 1987 y 1993.

"Moralmente, pensaba que estaba actuando correctamente, aunque legalmente no era correcto", fue la declaración de Joan Vila durante el juicio. Vila reiteró que sólo tuvo conciencia de sus crímenes en la cárcel y que, anteriormente, nunca se sintió culpable, porque creyó que daba "paz" a las víctimas. La falta de móviles económicos ha sido también esgrimida por la defensa del celador, cuya actitud con los enfermos ha sido elogiada por la mayoría de familiares de ancianos y por sus compañeros de trabajo. Ángel de la muerte o asesino ha sido la verdadera cuestión lanzada durante dos semanas a los miembros del jurado popular con una declaración final de Vila: "Sólo quiero pedir perdón por todo lo que he hecho y por haber llegado a estos extremos".

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