Guía de los Patios de Córdoba: Lugares de interés que visitar en Alcázar Viejo
Alcázar de los Reyes Cristianos
El Alcázar de los Reyes Cristianos, fortaleza y palacio de sólidos muros, encierra en su interior gran parte de la evolución arquitectónica de Córdoba. Restos romanos y visigodos conviven con los de origen árabe en este majestuoso edificio, ya que fue lugar predilecto de los distintos gobernantes de la ciudad. Cuando en 1236 Córdoba es conquistada por Fernando III el Santo, el edificio, que formaba parte del antiguo Palacio Califal, estaba totalmente asolado. Alfonso X el Sabio comienza su restauración, completada durante el reinado de Alfonso XI. A lo largo de la Historia se le ha dado múltiples usos, como Sede del Santo Oficio (Inquisición), o cárcel (en la primera mitad del siglo XIX).
Caballerizas Reales
Felipe II, el Rey en cuyo imperio no se ponía el sol, fundó en 1572 las Caballerizas Reales de Córdoba “con el objeto de criar buenos caballos para el servicio de la Casa Real”, el Pura Raza Español. Del gran edificio destaca la cuadra, a la que García Lorca comparó con una “catedral para caballos”, organizada en tres naves de suelo enchinado con bóveda de arista, soportadas por arcos de ladrillo y recias columnas de piedra delimitando los boxes situados a ambos lados. Actualmente las Caballerizas Reales acogen el espectáculo ecuestre Pasión y Duende del Caballo Andaluz.
Puerta de Sevilla
Uno de los accesos al popular barrio de Alcázar Viejo es la Puerta de Sevilla, así llamada desde la Edad Media por ser la salida que más directamente conectaba Córdoba con esta provincia andaluza. De reducidas dimensiones, se compone de un único vano adintelado. Lo más notable de su conjunto arquitectónico son sus dos pequeños arcos gemelos, adosados perpendicularmente al muro que discurre junto a la citada puerta por un lado, y a una torre cuadrada por el otro. Estudios recientes fechan esta construcción en época islámica, siendo su función, bien militar, bien como acueducto.
Baños del Alcázar Califal
Estos baños o hammam, contiguos al desaparecido Alcázar omeya, al cual con toda seguridad pertenecían, posiblemente fueran los más importantes de la ciudad. Realizados bajo el califato de Alhakem II, las abluciones y limpieza corporal constituían una parte esencial en la vida del musulmán. Eran preceptivos de la oración, además de constituir un rito social. Durante los siglos XI al XIII, fueron reutilizados por almorávides y almohades, prueba de ello son las yeserías talladas con motivos de ataurique y franjas epigráficas de la época que se guardan en el Museo Arqueológico.
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