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The bright side of life: 40 años de Monty Python

  • Algunos los llaman los Beatles de la televisión, pero al margen de comparaciones, el genio cómico de los Monty Python permanece al cabo de los decenios.

Esta es también la típica historia inglesa que discurre entre las universidades de Oxford y de Cambridge. No eran remeros, sino actores. Dios los criaba en los selectos colleges británicos y ellos juntaron su talento mordaz. Algunos los elevan a los Beatles de la televisión, pero al margen de comparaciones, el genio cómico de los Monty Python permanece al cabo de los decenios. Y se difunde más que nunca, ya que a través de su canal en Youtube miles de jóvenes de espectadores descubren a esta pandilla con su Flying Circus, su circo ambulante, como se llamó el programa que les dio a conocer en la BBC entre 1969 y 1974. El día 5 se han cumplido 40 años del debut oficial de los Monty Python, y que sólo con La vida de Brian ya tienen también su sitio en la historia del cine. Idearon un programa de sketches como hacían otros, pero en vez de dirigirse al estómago, como Benny Hill, ellos se fueron directamente al cerebro y a sus razonamientos lógicos. O ilógicos. John Cleese, Eric Idle y Graham Chapman se habían conocido en los grupos teatrales de Cambridge a principios de los 60. En una gira por Nueva York sumaron a la entente a un noteamericano de origen inglés, Terry Gilliam, y meses antes ya habían contactado con sus almas paralelas de Oxford, Terry Jones y Michael Palin. Aparcaron sus carreras académicas y se dirigieron todos hacia el humor.

Su originario show en la BBC sólo llegó a España muchos años después, en especiales escondidos por la programación. En horario de tarde llegó a emitirse a finales de los 70 la telecomedia Un médico en casa, sobre estudiantes de Medicina, en la que participaron en los guiones Chapman y Cleese poco antes de tener su propia serie. Monty Python's Flying Circus, que llegó a inspirar el célebre Saturday Night Live norteamericano, no era un programa para ser emitido en los tiempos del tardofranquismo en España. Su riesgo e incorrección pertenecían a una Europa muy diferente a la de TVE, en la que faltó el humor hasta los 90. La religión, la compostura, la hipocresía (incluso los tópicos españoles como la Inquisición) estaban en la diana.

Los espectadores españoles descubieron a los montypython en el cine, sobre todo con La vida de Brian (1979), parodia bíblica que a nuestro país no llegó hasta un par de años después y semiclandestina, en versión original. Aquí ya se habían cargado parte del encanto de los británicos con el nombre de la cinta Monty Python and the Holy Grail, convertida en la mencionada Los caballeros de la mesa cuadrada. Los egos y los talentos echaron chispas en el último proyecto conjunto, la hiperbólica El sentido de la vida (1982), resumen y síntesis del espíritu de este sexteto, con cuyo nombre también se bautizó un sistema informático, Python.

Por separado tuvieron suerte desigual, pero el marchamo "Monthy Python" siempre ha sido señuelo en las promociones. Terry Gilliam, el más prolífico en la dirección, acaba de estrenar el último trabajo de Heath Ledger, The imaginarium of Doctor Parnassus, y se ha propuesto recuperar su endiablada película sobre Don Quijote.

En Broadway reverdecieron los honores con Spamalot, comedia musical sobre la mesa cuadrada cuya adaptación española acaba de estrenarse. Irregulares a veces, geniales las más, Always look on the bright side of life. Hasta sus canciones de guasa son himnos futboleros.

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