"Me gustaba imaginar en casa que hacía 'Protagonistas"

El humor en la radio le absorbe todo su tiempo y cada sábado aborda en La 2 el reverso de las obras de arte

"Me gustaba imaginar en casa que hacía 'Protagonistas"
"Me gustaba imaginar en casa que hacía 'Protagonistas"
Francisco A. Gallardo / Barcelona

26 de noviembre 2011 - 05:00

Pippi Calzaslargas, aquella anarquista infiltrada en el tardofranquismo, recibe a los amigos de Juan Carlos Ortega cuando llegan a su casa. La pelirroja pecosa del liguero marcó a aquel niño espectador que sacaba su nariz para curiosear por la vida y reflexionar con el humor y sobre él. Cada sábado conduce en La 2 los reportajes de La mitad invisible, el envés de las grandes creaciones, y su voz, sus voces, se cuelan por la Ser y Radio Nacional.

-Sólo podía confesárselo a usted. Yo tenía una televisión privada. En los años 70: la que hacía en mi imaginación, sin salir de casa.

-Pues a mí lo que me gustaba era imaginar que hacíaProtagonistas, como Luis del Olmo. Siempre fue mi sueño y, sí, también lo hacía sin salir de casa. Para mí solo.

-Y ahora hace radio, televisión…

-Y me absorbe todo el tiempo del mundo.

-Pero La mitad invisible no es humor, aunque tenga destellos de su personalidad.

-La mitad invisible fue una propuesta diferente y se convierte en un refugio, en un alivio, porque ahí no tengo que hacer reír. En la radio tengo siete secciones de humor, en La ventana de Gemma Nierga en la Ser los lunes, miércoles y viernes; y, los fines de semana, en No es un día cualquiera de Radio Nacional con Pepa Fernández. Forges y yo hacemos lo que llamamos viñetas sonorizadas. Los domingos por la noche en RNE tengo un curso de ciencia, contado a mi manera. En serio, pero a mi manera.

-¿Qué hace, entonces, en el tiempo libre?

-No tengo tiempo libre. Sólo trabajo, trabajo.

-Se toma muy en serio el humor ¿Cómo empezó a hacer esos sketches tan personales?

-Pensé simplemente en la gente de la calle, en lo que pasa. O puede pasar. Empecé en una emisora local, Radio Gracia, y el primer sketch fue el de una mujer que llevaba 50 años esperando al teléfono para salir en antena. Después de esperar tanto tiempo comenzaba a opinar de todo lo ocurrido desde entonces, no sé, de la muerte de Carrero Blanco o el debate sobre la ley del divorcio...

-¿Hace usted todas las voces?

-Sí, sí. A veces Gemma Nierga lo cuenta. Las voces las grabo en el ordenador de casa.

-Cuando pasó a la televisión, como en Crónicas marcianas, fichaba a ancianos ¿cómo reclutaba a esos actores?

-Nos íbamos a los centros de jubilados. Allí preguntábamos quién quería salir en la tele y se apuntaban la mayoría. A todos esos los eliminábamos de inmediato e intentábamos convencer a los que no querían salir. Es decir, a los que de verdad podían encajar en nuestros personajes y no iban de graciosos.

-¿Les pagaban bien?

-Sí, sí, bien. Les mejoraba bastante los ingresos de la pensión.

-Estuvo en Channel número 4 con Ana García Siñeriz y Boris Izaguirre y su último programa de humor en la televisión fue La noche americana, en la primera etapa de Cuatro, ¿qué pasó con aquel programa con su anciana favorita, Olimpia?

-Sólo hicimos seis programas y tuvimos una audiencia sobre el 6%, pero fue cancelado. Disfruté con aquel proyecto, hacíamos entrevistas interactivas y por allí pasaron Juan José Millás, Luis del Olmo, uno de mis ídolos, o José María Íñigo.

-¿Se siente a gusto en el rol de La mitad invisible?

-Mucho, me encanta este programa por sí mismo, pero sobre todo por el equipo que tiene. A mí me gusta aportar un punto de locura a los guiones. La directora, Blanca Flaquer, me escucha, apunta, y después me sorprende con el equipo de guionistas. También cuando grabamos he improvisado lo que me pide el cuerpo. Es algo cómodo.

-Su directora, entonces, le da rienda suelta.

-A Blanca Flaquer la amo. Sin sexualidad. Yo me querría casar con ella no por el sexo, sino porque me escribiera el guión de mi vida. Todo el equipo es estupendo. Pol Graell, el cámara, es el clasicismo en su profesión. Es el Antonio López de los objetivos, no es de esos que hacen movimientos raros. Y Núria Barreiro y Gonzalo Bello, los realizadores, incansables, siempre con muchas ideas. Y Juan Hervás, de sonido, el Papá,o el Richar Gere como le llamo. En verdad es que todos son muy cariñosos conmigo. Bueno, y que nos permitimos hacer un trabajo diferente.

-No le dio miedo en su momento hacer un programa de bastante calado cultural.

-La mitad invisible me aporta un máster en cada programa sobre un tema. Trabajan tan a fondo, buscando tantos datos de esos que no están en ninguna otra parte, que se aprende mucho. De eso no se puede tener miedo. Lo que no me imaginaba es que lo iba a pasar tan bien.

-Como estudioso también del humor ¿Ahora hay más buen humor que nunca en la televisión? ¿o no?

-Creo que del humor deberían eliminarse la mayoría de los monólogos...

-Otro de sus ídolos, Gila, del que acaba de hacer usted una semblanza biográfica, es el precursor de los monologuistas en España.

-Pero con una diferencia: los monologuistas de ahora hablan desde un punto de superioridad. Van de sobrados. Suelen decir "¿Os habéis dado cuenta que...?". Gila hacía sus monólogos desde la humildad, él mismo era el objeto de burla. Los humoristas son compositores y ahora no encuentro tantos maestros.

-¿A quién me destacaría, entonces?

-Aunque no aparezcan en televisión, Faemino y Cansado. Y Forges, Javier Coronas, Especialistas Secundarios. José Mota me gusta, tiene intuición para hacer cosas distintas, y Wyoming me entretiene.

-¿Vale todo en el humor?

-Se puede decir de todo, pero creo que hay cosas que no son para tomarlas a risa. El humor no es burlarse de los demás, más bien es una lucha contra la burla: hay que evidenciar a los malos, a los que se burlan de nosotros.

-¿No se ponen ustedes serios en la cátedra del Humor de la Universidad de Alcalá de Henares?

-Es una iniciativa excelente. Para tomársela en serio. Y también con buen humor, claro.

-Dentro de unos días se pone a la venta Miguel Gila: Vida y obra de un genio ¿cómo surgió la idea?

-La figura de Gila me apasiona. He escrito el libro junto a un periodista amigo, Marc Lobato, y hemos investigado en toda la trayectoria de un vida sencillamente apasionante. La hija, Malena Gila, nos ha aportado documentos inéditos, como poesías que escribía Miguel en la intimidad. Había que hacerlo.

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