Manantial de bravura para un sueño torero
El novillero rocianero Juan Cano y 'Viajero', un eral de Pereda, protagonistas de un indulto Fue la guinda de una novillada rotundamente brava, con cuatro reses muy destacadas
UN novillero sin oficio y un novillo muy bravo, y a su vez noble, llenaron de cosas muy mágicas el final del festejo cuando éste enfilaba ya el último acto. Cosas mágicas ocurren en una plaza cuando un torero y un toro llegan a emocionar tanto a un tendido, como ayer pasó en ese sexto eral de un festejo en el que Juan Cano, el más nuevo de ese cartel de novilleros, indultó a Viajero, número 152 de esa camada de erales que andan haciéndose toros allá en La Dehesilla.
Cano no saber mover aún los engaños con la destreza que da el oficio, pero para cuando llegue ese conocimiento, seguramente tendrá aún más valor lo que ya posee: personalidad y ganas de ser torero. Ser diferente, aún con defectos, es lo mejor que tiene alguien que fue capaz de crecerse poco a poco en una faena a un gran novillo, bravo y noble, al que ayer no le hacía falta reglamento para irse vivo al campo porque así lo pidieron público, torero y ganadero. La presidencia testimonial de Domingo Prieto hizo el resto sacando el pañuelo azul para enseñar -estábamos en clase- cuál es el color que devuelve con vida un toro bravo al campo. Ahora, que los ganaderos hagan lo que crean procedente, pero por de pronto, un chaval que anda empezando ha terminando emocionando a la gente que fue a verlo. Es el principio de un camino y hay que saber andarlo, pero por ahora lo que toca es disfrutarlo después de tantas emociones como las que dejó este rocianero sobre el albero de La Merced.
El ganadero José Luis Pereda le acompañó en ese viaje en redondo tras las simbólicas dos orejas y rabo conseguidas. No era para menos, porque el ganadero de La Dehesilla echó ayer una novillada brava y encastada en una nobleza que ilusiona ver sobre la plaza. De seis, cuatro en bravo y con clase. Primero y quinto, encastados, pero en bruto, espabilados y pidiendo cosas. No fueron fáciles para estar delante porque no humillaron: siempre la cara alta y poniendo reparos a la hora de seguir hasta el final la muleta. Con ellos andaron muy firmes tanto Juan Ramón Jiménez como Sobrino. Dos faenas a las que hay que medir desde el esfuerzo que costó sacarle lucimiento a una embestida que regateó de principio a fin entregar la cuchara.
El torero de Huelva anduvo valiente y resolviendo con oficio serio la condición del eral. Variado con el capote y decidido con la franela, mejor por el pitón derecho, su actuación la rubricó una certera estocada y paseó las dos orejas. Idéntico premio se llevaría el sevillano Pablo Sobrino tras enfrentarse a otro eral de similares condiciones. Sin brillo, pero en torero, el sevillano paseó otras dos orejas tras una estocada.
Antes de ese apoteosis final, Juan José Aguilera había cuajado a otro bravo eral. Lo hizo, además, con un toreo de mucha clase y gusto, que enseguida llegó al tendido. Ahí desaparecieron ya localismos y seguidores porque toda la plaza vivió intensamente la faena del joven sevillano, que mostró mucho temple por ambos lados, aunque sobresalió su toreo con la diestra, luciendo un novillo que anticipó muchas cosas buenas en la tarde. Estocada y otras dos orejas.
El tercero del festejo fue otro eral muy bravo en su lidia. Pidió telas en continuidad pero no siempre llegaron éstas.
Le faltó pasión a la faena del algabeño Juan Márquez. Pasión y convencimiento para ligarle las series que iba admitiendo y pidiendo el novillo y el tendido esperaba. Tras señalar un pinchazo cobró una estocada entera y paseó una oreja.
Buenas maneras y pasajes de valor para intentar el toreo bueno por parte de Salvador Padilla frente al cuarto. A veces le sobrepasó la bravura del animal, pero en el global de la tarde hay que decir que el de Sevilla aportó pasajes brillantes de toreo con ambas manos ante un novillo bravo y muy encastado, además de la fijeza con la que se comportó en su lidia. Una estocada trasera llevaron las dos orejas a manso del novillero.
Lo que vino después, ya se lo conté en el principio de una crónica que ha repetido mucho aquello de "¡bravo!". ¡¡Pero es que lo fueron!!. ¡¡ Buenos y bravos!!
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