Rafaelillo triunfa en una corrida complicada de Miura
Rafaelillo triunfó en un imposible. El torero murciano cortó dos orejas, una a cada toro de su lote, y salió en hombros de Mont de Marsan pese a las nulas opciones de una corrida complicada, difícil, remisa a embestir y peligrosa por momentos, de Miura. El murciano ofreció una tarde muy completa, en la que mostró no sólo su total entrega, sino también un oficio inmenso para lidiar lo complicado. El cartel lo completaban Fernando Robleño, profesional con un lote de nulas opciones y Javier Castaño, que robó muletazos estimables al muy difícil tercero. La plaza de Mont de Marsan registró un lleno.
Rafaelillo no le volvió la cara al primero de la tarde, un toro de Miura que se dejó hacer las cosas con cierta nobleza en los primeros tercios. Ya en el tercio de muleta, el toro se quedó cada vez más corto y repuso con cada vez mayor velocidad. El torero lo muleteó con firmeza y lo pasaportó con un estoconazo fulminante. Hubo de recurrir a la tauromaquia de piernas e inteligencia frente al cuarto, una prenda de miura que estuvo siempre con el torero, que repuso buscándolo y que no sólo no humilló, sino que descolgó. Tras un molinete, el toro repuso y lo izó por los aires, infiriéndole lo que parece un puntazo en la parte posterior del muslo derecho. Tras el percance, Rafaelillo le obligó a tragarse dos series meritísimas por la dificultad que entrañaron. A pesar de pinchar, cortó una oreja que le abría la Puerta Grande.
Fernando Robleño pechó en segundo lugar con un toro andarín y deslucido, con el que hizo un esfuerzo. El toro, que no terminó de cantar su peligro porque no rompió hacia adelante, se quedó corto con la cara alta y repuso. Faena profesional del torero. Se atascó con los aceros.
El quinto astado tampoco le permitió nada a Robleño, salvo mostrarse dispuesto y muletear con oficio y técnica.
No dio facilidades el tercero, un toro alto, largo y orientado de Miura que no dejó que la cuadrilla de Javier Castaño luciese en su especialidad. Castaño lo muleteó con oficio y, sobre todo por el derecho, extrajo muletazos estimables. El toro no descolgó nunca y se quedó cada vez más corto. También repuso, lanzó derrotes y a punto estuvo de prenderle en varias ocasiones.
El sexto toro tampoco embistió y el torero salmantino llevó a cabo otro esfuerzo con él. Tras un tercio de banderillas muy lucido, se puso en la cara para aguantar tarascadas y derrotes violentos de un toro que nunca estuvo en la muleta. Firmeza, algún muletazo suelto y habilidad con la espada.
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