Curro Romero: a 25 años de su última tarde en la Maestranza

Historias taurinas

El Faraón de Camas trazó su postrer paseíllo en el coso del Baratillo el 2 de mayo de 2000. Tenía que haber toreado un cuarto festejo en San Miguel pero acabó cayéndose del cartel

Curro Romero: La Pañoleta, 25 de julio de 1954...

Curro Romero y 'Flautino': una faena para un monumento

El Faraón de Camas pasó sin pena ni gloria por aquella postrera tarde maestrante, ahora hace un cuarto de siglo.
El Faraón de Camas pasó sin pena ni gloria por aquella postrera tarde maestrante, ahora hace un cuarto de siglo. / Juan Carlos Muñoz

Entonces no podía saberse. Pero iba a ser la última. Curro Romero había vuelto a ser la base indiscutible del último abono -el de 2000- que había preparado su amigo Diodoro Canorea que ya no pudo verlo... La muerte había sorprendido al recordado taurino manchego dando los últimos toques a esa temporada que marcaría el principio y el fin de muchas cosas en una trayectoria empresarial que siempre había caminado desde su inicio paralela a la de su íntimo Curro. También lo iba a hacer en su final. Pero estaban llegando nuevos aires, otros talantes personales, un nuevo estilo personificado en Eduardo Canorea Pagés, hijo de don Diodoro, y Ramón Valencia Pastor, su yerno. La plaza de la Maestranza inauguraba el siglo XXI con un rumbo muy distinto.

Con 67 años en la talega, el Faraón de Camas había dictado su último recital en la plaza de la Maestranza en 1999. Al año siguiente volvía a estar anunciado cinco tardes –toreó cuatro– en una temporada pregonada por el cartel de Pérez Villalta que se había preparado para la consagración de Morante de la Puebla, que caería gravísimamente herido. Curro ya había oficiado la apertura de la campaña en la tarde de un muy alto Domingo de Resurrección –cayó el 23 de abril– alternando con Ponce y el propio Morante para estoquear una corrida de Pereda sin demasiado ruido. En la siguiente, de Gabriel Rojas y con los difuntos Manzanares y Pepe Luis en el cartel, no se libraría de los pitos que se elevarían a la categoría de bronca el día 30 con una corrida de Capea que permitió a Finito de Córdoba cuajar una gran faena sin refrendo con la espada.

El espada cordobés, precisamente, iba a cerrar la cuarta comparecencia de Romero en el ciclo primaveral supliendo a Morante. También hizo el paseíllo su tocayo Vázquez, que sustituía a su vez a Espartaco. Pero los curros no pasaron de algunas palmas. La tarde, una vez más, iba a ser para Finito, que coronó su propia cumbre en el coso sevillano cuajando de cabo a rabo a un bravo ejemplar de Juan Pedro Domecq llamado Opíparo, que recibió los honores de la vuelta al ruedo. Concluía así el paso de Curro Romero por aquella Feria de entresiglos en la que aún estaba anunciado una tarde más en un San Miguel que iba a traer cola...

Romero instrumenta una media verónica de su personal estilo en su última tarde en Sevilla.
Romero instrumenta una media verónica de su personal estilo en su última tarde en Sevilla. / Juan Carlos Muñoz

Un polémico San Miguel

Curro tenía que haber alternado junto a Manzanares y Morante la tarde del 23 de septiembre pero uno tras otro –también Emilio Muñoz y Rivera Ordóñez– fueron cayéndose de los carteles previstos siendo sustituidos, en el caso de la corrida del camero, por Pepe Luis Vázquez, Fernando Cepeda y Juan Bautista en medio de un escándalo más que considerable que iba a tensar las relaciones con Eduardo Canorea y Ramón Valencia. Curro y Morante quisieron oficiar un desagravio a la sufrida afición hispalense y se ofrecieron a actuar mano a mano en un festival a beneficio de Andex pretendiendo contar con la plaza de la Maestranza como escenario. Los nuevos gestores de la empresa Pagés no tardaron en vetar el empeño negando la cesión del coso. Había que cambiar de planes... El evento tuvo que ser trasladado finalmente a la plaza de La Algaba sin que casi nadie pudiera barruntar aquel día, el 22 de octubre de 2000, que Curro Romero iba a anunciar esa noche su retirada en los micrófonos de Radio Nacional sin habérselo comunicado previamente a nadie de su entorno.

El propio Faraón de Camas reconoció que la tremenda voltereta sufrida por Morante en el transcurso del festejo le había hecho reflexionar. Pero algo debía rumiar ya el camero en su interior. El escenario que se le dibujaba con la nueva empresa había cambiado y en esa tesitura, con el complejo horizonte de su contratación en la Feria de Abril de 2001, era mejor dejarlo. Lógicamente, Curro no estaba dispuesto a variar sus privilegios en la plaza de la que había sido base durante tantas décadas. “No me voy a arrastrar porque no soy una caja de pescao”, declaró el Faraón en una recordada rueda de prensa en la que, acompañado de Morante, explicó los avatares de aquel famoso festival que se había organizado en todo o en parte para compensar a la afición sevillana por la espantada septembrina.

Lo demás ya está en la historia. Ya había caído la noche y los teléfonos empezaban a echar humo. Curro anunciaba su retirada explicando que estaría dispuesto a torear algunos festivales. Su último traje de luces –un precioso terno verde y oro– se lo había ceñido en la plaza de Murcia el 10 de septiembre de aquel año. Pronto harán veinticinco.

Una extensa trayectoria ligada al coso sevillano

Entre su debut del 57 -acudió a la Maestranza en sustitución del anunciado Mondeño- y la última tarde de luces, aquel 2 de nayo de 2000, Curro Romero llegó a hacer 200 paseíllos en la plaza de la Real Maestranza. En esos dos centenares de tardes cruzó por varias épocas del toreo y alternó con la práctica totalidad de los novilleros y matadores que pululan en ese casi medio siglo de la historia de la tauromaquia. En ese tiempo logró abrir la Puerta del Príncipe en cinco ocasiones forjando una peculiar religión taurina, el clásico currismo, que se vería desbordada en la catarata de reconocimientos que siguieron a su retirada tras torear el festival de La Algaba. Desde entonces, la mitificación de su figura en vida -el poscurrismo, un fenómeno por estudiar con la debida calma- no ha hecho más que seguir creciendo.

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