Morante de la Puebla: 189 días después

Reaparición

El genio cigarrero volvéra a vestirse de luces este sábado en Olivenza aunque está aún inmerso en la recuperación del trastorno de personalidad que arrastra desde su juventud, recrudecido en las dos últimas temporadas

2021-2025: Gloria y tragedia de Morante de la Puebla

La reaparición de Morante marca la feria de Olivenza

Morante y su apoderado, Pedro Marques, que ha sido la sombra del torero en este período de recuperación.
Morante y su apoderado, Pedro Marques, que ha sido la sombra del torero en este período de recuperación. / EFE/Kiko Huesca

Habrán pasado 189 días con sus noches y sus vigilias, miles de horas de tormento personal alejado de La Puebla del Río y refugiado en Portugal para recuperar al hombre y reforzar al gran torero. Pero ha llegado la hora de vestirse de luces, de iniciar una campaña en la que no habrá ningún alivio. La de Olivenza, con Emilio de Justo y Borja Jiménez, será la primera del año. Le espera un amplio calendario de actuaciones con responsabilidad de primera figura que incluye esas cinco tardes apalabradas en la plaza de la Maestranza, en la que actuó por última vez el 19 de abril del pasado año sin poder cumplir con el compromiso de San Miguel cuando el corte de temporada era una certeza irremediable.

Pero una cosa son los deseos y otra las certezas. El futuro inmediato entra en el terreno de la duda aunque los propósitos del torero, que poco a poco sale de su propio calvario, son ir a por todas con el compromiso del gran artista que es. El diestro cigarrero no se viste de luces desde el 31 de agosto, fecha en la que hizo el paseíllo en Palencia bajo un aguacero en aparente plenitud artística pero sin dejar de barruntar que en cualquier momento llegaría el eclipe. En el momento de cortar aún se contemplaba poder atender, al menos, el compromiso otoñal sevillano y hasta el festival de la Hermandad de los Gitanos que se había previsto como homenaje a Curro Romero. Pero los fantasmas iban a poder más...

Morante sufre un trastorno disociativo que afecta a todos los resortes de su vida personal y profesional, agravado con un cuadro depresivo que le ha sumido en una honda tristeza. Es un proceso de despersonalización y agorafobia que le provoca mialgias, dolores de cabeza y ataques de llanto, además de confusión y desorientación. Así lo confesó el propio torero al diario británico The Times en una sorprendente entrevista publicada en inglés en la que reconocía un hondo sufrimiento interior. “Esta vez me golpeó más fuerte que antes”, relataba al diario británico. El mal había sido diagnosticado hace más de 20 años, en 2004, cuando se vio obligado a retirarse temporalmente llegando a sufrir unas sesiones de electroshock en Miami que se han repetido ahora en la terapia recibida en Portugal.

Una temporada en dientes de sierra

Conviene recordar los vericuetos de la temporada 2024. Ya había comenzado con demasiadas dudas sobre su estado interior a raíz de su comparecencia en el hotel Alfonso XIII para recibir uno de los flamantes premios Andalucía de Tauromaquia. La faz demudada, las evidentes dificultades para expresarse hicieron saltar las alarmas. Hubo dudas sobre su presencia en la pasada feria de Olivenza y hasta un parón estratégico antes de hacer el paseíllo el Domingo de Resurrección en Sevilla con un evidente esfuerzo. Las cosas no marchaban y a principios de junio -había toreado el día uno en Cáceres- se anunció un primer parón sin fecha definida de vuelta.

Acabaría siendo un amplio receso culminado con su vuelta a la palestra el 23 de julio en la plaza de Santander. Fue en un festejo televisado en directo por Onetoro. Morante se acercó aquel día a sus mejores registros, dibujando tímidas sonrisas que invitaban a pensar que su recuperación podía ser un hecho por más que el matador pusiera límites a ese estado cuando fue interpelado tras dar muerte a su segundo enemigo, al que cortó una oreja que se sumaba a la que ya había pasado del toro anterior. “Lo mejor ha sido el esfuerzo conseguido y romper la barrera de estar parado”, admitió el diestro. “¿Feliz?”, le preguntó el comentarista Víctor Soria. “Bueno, bien…”, fue la matización de Morante esbozando una nueva y tímida sonrisa que no disimulaba cierto rictus de sufrimiento en su mirada

Morante dejaba patente en sus declaraciones el gran esfuerzo personal que supuso estar aquel día en la puerta de cuadrillas del coso de Cuatro Caminos. Visiblemente emocionado, había brindado el toro de su reaparición a su apoderado Pedro Marques, mentor, hombre de confianza, amigo, manos y pies del diestro de La Puebla que se ha implicado en la recuperación del hombre de una forma que trasciende cualquier límite profesional.

Morante ya se encontraba mal interiormente el día que cortó el rabo en Sevilla.
Morante ya se encontraba mal interiormente el día que cortó el rabo en Sevilla. / Juan Carlos Muñoz

El mal había comenzado en 2023...

Los especialistas le habían recomendado que se pusiera a torear, que retomara el contacto con la cara del toro, las ganaderías, los entrenamientos... Algunos días después de aquella primera reaparición Morante iba a encontrarse con el informador taurino Paco Guerrero, de Huelva Información, en el transcurso de un tentadero celebrado en la finca de José Luis Pereda. Era la primera entrevista que concedía el torero desde su largo eclipse. José Antonio ponía las cartas boca arriba poniendo voz y cara a los fantasmas que le atenazan. “Esto es algo muy lento y angustioso” reconocía el matador. “Aunque para mí no es nuevo y llevo sufriéndolo desde que tenía 20 años, en esta ocasión me ha dado más fuerte y aquí vivo con la ilusión de que se vaya. Que se arrincone en algún sitio. Que se esconda de una vez”, suplicaba.

Pero la revelación más importante, la más sorprendente, llegó cuando Morante adelantó el inicio de la recaída a la temporada anterior, marcada aparentemente por la lesión de muñeca que le obligó a ir y venir. El día del rabo de Sevilla, cumbre personal y taurina del diestro de La Puebla, ya estaba atenazado por los mismos fantasmas con los que aún sigue luchando. Unos días después de la entrevista, el 28 de agosto, volvían a encenderse las alarmas a raíz de la polémica espantada de la corrida de Linares en el aniversario de Manolete. Había algo más. Se sucedieron las cancelaciones; toreó en Palencia bajo la lluvia el 31 de agosto y hasta cortó una oreja. No pudo haber más. Hasta ahora...

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