Muere a los 85 años Rafael de Paula, el artista gitano de Jerez
OBITUARIO
El arte de sus muñecas se trufó con algunas polémicas personales que no ensombrecen su legado taurino
Cuanta prisa tenía Rafael de Paula
"Estoy en posesión de la verdad y como ser humano no me traiciono"
Rafael de Paula, el mitificado diestro de Jerez de la Frontera, ha muerto este domingo a los 85 años de muerte natural según han confirmado fuentes cercanas a su entorno y ha verificado la propia alcaldesa, María José García-Pelayo
Rafael Soto Moreno, que es su nombre real, nació en el barrio de Santiago de Jerez de la Frontera el 11 de febrero de 1940. Los primeros balbuceos taurinos llegarían en Fuente Rey, la finca de Fermín Bohórquez, antes de que el antiguo matador malagueño Bernardo Ruiz Carnicerito, que acabaría convirtiéndose en su suegro, guiara sus primeros pasos en la profesión.
Y fue en Ronda, precisamente, donde se vestiría por primera vez de luces el 9 de mayo de 1957. El debut con picadores se verificó un año después, el 2 de mayo del 58 en la plaza de su tierra y en unión de Antonio González y Mondeño. Su discreto debut en la plaza de Las Ventas llegaría el 15 de marzo de 1959 junto a Curro Puya y Juan Vázquez para despachar una novillada de Antonio Pérez.
Con ese bagaje, que había incluido su paso por la plaza de la Maestranza de Sevilla, se preparó su alternativa rondeña que tomó el 9 de septiembre de 1960 en el transcurso de la V Corrida Goyesca de manos de Julio Aparicio, que le cedió un toro de Atanasio Fernández en presencia de Antonio Ordóñez. Paula cortó una oreja de cada una de las reses de su lote.
Pero esos primeros años de matador no fueron pródigos en contratos y en las sucesivas temporadas de la década de los 60, a pesar de algún éxito aislado, queda orillado de las grandes ferias y los carteles de mayor relumbrón.
Una tardía confirmación
Tuvo que esperar hasta el 28 de mayo de 1974 para confirmar su alternativa en Madrid. José Luis Galloso le cedió un toro de Osborne en presencia de Julio Robles pero el verdadero punto de inflexión de su carrera sería su actuación en octubre de aquel año en la vieja plaza de Carabanchel en unión de Antonio Bienvenida y Curro Romero que refuerza su condición de gran artista y le abre la puerta de las ferias.
Paula iría reforzando su aura de torero de culto y excelente intérprete del toreo de capote que no logra empañar sus continuas irregularidades personales y profesionales. Su vida taurina se acabaría trufando con su propia existencia personal. En 1985, después de torear en El Puerto de Santa María, fue detenido por su presunta participación en el intento de asesinato de su mujer.
Paula cumplió su condena, reforzando su propia leyenda. Y volvió a torear, encontrando de nuevo la comunión de los públicos a raíz de la antológica faena que firmó en la plaza de Las Ventas el 28 de septiembre de 1987 a un toro de Martínez Benavides. Aquel éxito le animó a encerrarse en solitario el inmediato 12 de octubre en Sevilla, cortando dos orejas a un ejemplar de Fermín Bohórquez.
Sus actuaciones se irían espaciando en la siguiente década hasta desaparecer de los carteles, haciéndose evidentes sus graves problemas de movilidad a causa de las lesiones acumuladas en sus rodillas. En 2002 le fue concedida la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes y durante la temporada de 2007 ejerció el papel de apoderado de Morante de la Puebla, que prescindió de él en la siguiente campaña.
Polémicas personales
Más sonada fue su presencia en un acto celebrado en Ronda en el otoño de 2014. Se presentaba un libro de su propio hijo, Jesús Soto, en un acto en el que Rafael detentaba el papel de estrella invitada. Pero el torero acabó arremetiendo contra todos, incluido su hijo y hasta la alcaldesa de la ciudad malagueña, despidiéndose del acto con la célebre frase: “Yo me voy a Jerez de la Frontera, donde se comen las papas enteras”.
Aquella salida de tono, de alguna manera, marcó el definitivo declive personal del torero que en sus últimos años acaparó más titulares por distintas declaraciones extemporáneas que ya pertenecen al anecdotario taurino y social.
En el momento de su fallecimiento, la repercusión taurina del artista de Jerez de la Frontera trasciende de sus vaivenes personales. Rafael de Paula pasará a la historia del toreo como un artista desigual pero también irrepetible
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