Turismo de Andalucía

La actividad turística en Andalucía en el 2010

Enrique Torres

Profesor Titular de Economíoa Aplicada Universidad de Málaga

No cabe duda ya que el año 2010 ha sido un punto de inflexión para el turismo en general. El crecimiento a nivel mundial del número de turistas superó el 6,7 por ciento, esperándose para 2011 un crecimiento entre el 4 y el 5 por ciento después de que la crisis golpeara duramente esta actividad en el año 2009. Sin embargo, para España, y concretamente para Andalucía, habría que matizar este resultado. España invierte la tendencia al decrecimiento de la cifra de turistas, incrementándose el 2010 respecto al 2009 en un 1,4 por ciento, resultado de los incrementos, aun mayores de tres destinos principales, Canarias (+5 por ciento), Cataluña (+4,2) y Baleares (2,1 por ciento). El descenso de la actividad económica andaluza, que se inició en el primer trimestre de 2009, ha ido suavizándose con tasas negativas más moderadas, que han pasado a ser positivas a finales del año 2010. Sin embargo, los resultados globales de este año siguen siendo negativos al cerrarse el año con 21,4 millones de turistas, el 2,4 por ciento menos que el año anterior y 15,3 mil millones de euros, un 2,2 por ciento por debajo de los de 2009. A pesar de estos datos, la valoración media que los turistas otorgan a Andalucía está en 7,2 puntos sobre 10, superando en una décima la del año pasado. En lo que a la estancia media se refiere, aumentó en este año en 0,2 días, llegando hasta los 9 días de media. También aumentó el gasto medio que alcanzó los 545,64 € por turista, 19,64€ más que en el año 2009, lo que supone 60,62 € diarios.

A espera de análisis más detallados, las cifras nos indican una recuperación, aunque lenta, de la actividad turística andaluza. Por otro lado, el aumento del gasto y la estancia media parecen indicar que la pérdida de de turistas se ha producido en los segmentos “inferiores” de la demanda y en los viajes cortos, es decir, que ha afectado principalmente a los segmentos de rentas más bajas y a aquellas personas que hacían varios viajes al año y que probablemente han suprimido alguno. Desde una perspectiva nacional esto se traduce también en que la comunidad andaluza es la que más ha incrementado su gasto medio por turista entre los grandes destinos turísticos españoles, un 6,4 por ciento, frente a destinos como Canarias y Baleares, ambas con aumentos en números de turistas, que disminuyeron un 5,6 y un 1,3 por ciento respectivamente. Podría deducirse que ambas comunidades autónomas aumentaron sus cifras globales con una política de “precios bajos” captando en un mercado en recesión y gran competencia los segmentos de rentas inferiores. En cuanto a la demanda según origen de los turistas la demanda del turismo extranjero podemos considerar que sufre una escasa variación respecto al año anterior, 0,7 por ciento para la Junta de Andalucía, aunque para Tourespaña se produce una pequeña disminución. A pesar de este estancamiento, en lo que respecta al gasto, Andalucía registra un crecimiento del 6,4 por ciento el mayor de las comunidades autónomas turísticas de España, lo que viene a confirmar nuestra de que se han perdido turistas principalmente de los segmentos inferiores de renta. En cuanto al origen de los turistas extranjeros, Andalucía ha perdido cuota en sus mercados tradicionales (Inglaterra y Alemania) aumentando en los alternativos, Países Bajos, Italia, países nórdicos y Francia. Esto es absolutamente coherente con la subida del gasto y la estancia media.

En el campo de los movimientos de viajeros en los establecimientos hoteleros Andalucía ha recibido 14,4 millones de viajeros en 2010, un 1,3 por ciento más que el año anterior. La causa de este incremento se debe al aumento del flujo de extranjeros, un 5,8 por ciento, ante un caída de los españoles de un 1,2 por ciento. No obstante, la estancia media ha disminuido quedando el número de pernoctaciones en una cifra muy similar al año 2009. Esta disminución se debe a la reducción de la estancia de los extranjeros frente a un aumento de los españoles. En cuanto a las categorías, las categorías superiores tienen un buen comportamiento (+11,7 por ciento, cinco estrellas y +3,4 por ciento los de cuatro), disminuyendo un 4,4 por ciento los de tres y menos. De nuevo estos datos son coherentes con el comportamiento del gasto medio de los turistas. Lo más importante del sector hotelero andaluz es que la oferta se ajusta a la demanda, tras unos años de ir siempre por delante. En cuanto al movimiento aeroportuario, y tras dos años de descensos, Andalucía experimenta un incremento de pasajeros del 2,2 por ciento, al que ha contribuido sobre todo los vuelos de bajo coste con un aumento del 5,2 por ciento, mientras que los de líneas tradicionales han disminuido el 3,8 por ciento. Sería de mucho interés disponer de información fidedigna sobre destinos concretos y productos turísticos andaluces, pero, por ahora, solo disponemos de datos parciales. No obstante, se puede afirmar que tipologías como la de turismo cultural ha aumentado considerablemente (la Alhambra ha subido cerca del 10 por ciento el número de visitas), mientras que en el segmento de hotelería popular de la costa ha bajado la demanda do forma notoria.

Es evidente que el futuro de algunos segmentos del turismo andaluz está aun en entredicho y que como en cualquier periodo de crisis las empresas menos preparadas y con mayores factores de riesgo desaparecerán o serán absorbidas por otras. El problema está en que se ignora cuanto va a durar este estado de crisis y de depuración de mercado. De hecho la propia Junta de Andalucía plantea para el año 2011 dos escenarios, uno optimista con crecimiento del 1,2 por ciento, otro pesimista con el -2,0 por ciento. En ambos se contempla una retracción del mercado nacional. Es el momento de impulsar reformas en el mercado turístico regional capaces de afianzar los destinos y productos andaluces en base a los lineamientos que se aprobaron en noviembre del año 2009 por todos los agentes del turismo andaluz y que perseguían priorizar el incremento del gasto, la desestacionalización y el equilibrio territorial, dejando de considerar el crecimiento del número de turistas como un objetivo en sí mismo.

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