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La Fundación El Gancho Infantil presenta su segundo reto: El Sillón Azul

  • Después de conseguir la financiación para la construcción del espacio lúdico La Azotea Azul en el Hospital Virgen del Rocío, la fundación busca sustituir las butacas de las áreas de pediatría de Andalucía

Presentación de la iniciativa El Sillón Azul en la Fundación Cajasol.

Presentación de la iniciativa El Sillón Azul en la Fundación Cajasol. / José Ángel García

La hospitalización de un niño siempre es un trago amargo, para el pequeño y para los familiares, que ven como el tiempo pasa sin novedad y apenas sin descanso. Los días se suceden y la incómoda butaca de la habitación hace las veces de cama en la que cerrar los ojos, aunque sean diez minutos, para mitigar el cansancio y sobrellevar el desgaste, el físico y el emocional. Hay que estar al pie del cañón, aunque a veces se esté a punto de desfallecer.

"El descanso cuando se cuida de un familiar enfermo es primordial para transmitir apoyo al paciente y para retener toda la información que faciliten los médicos", asegura Diego de la Vega, psiquiatra del Hospital Virgen Macarena. Esta afirmación, que parece obvia, resulta difícil de llevar a cabo, sobre todo si se trata del cuidado de pacientes menores de edad y con una hospitalización de larga duración. A lo que hay que añadir que el incómodo butacón en el que reponer fuerzas no hace más que mermerlas. Por eso, tras conseguir la financiación para la construcción del espacio lúdico La Azotea Azul en el Hospital Virgen del Rocío, la Fundación El Gancho Infantil lanza su segundo reto: El Sillón Azul. Esta iniciativa pretende mejorar el descanso de los cuidadores de los menores hospitalizados en Andalucía sustituyendo 748 sillones por sillones-cama.

748 sillones-cama en hospitales de Andalucía

"No descansar, al largo plazo, tiene repercusiones a grandes niveles y los padres de estos niños tienen que tomar decisiones, transmitirles energía, y si no descansan no es posible, asegura Pilar Lara, directora de la Fundación El Gancho Infantil. De ahí que el segundo reto de la fundación sea "ayudar al descanso de los que son cuidadores".

La Fundación El Gancho Infantil presenta su segundo reto: El Sillón Azul

A través de un convenio de colaboración con el Servicio Andaluz de Salud, la fundación se plantea como objetivo sustituir las actuales butacas de todas las áreas de pediatría de Andalucía por el Sillón Azul, un sillón convertible en cama para mejorar y humanizar el tiempo de descanso de los menores. 

A través de este proyecto se busca abarcar las ocho provincias andaluzas tras haber analizado previamente las necesidades concretas de cada centro hospitalario. En base a eso y con un presupuesto de 354.834 euros, se prevé habilitar un total de 748 sillones-cama.

Con la idea de crear una oleada de solidaridad, este proyecto busca la participación ciudadana, ya sea a nivel particular o como iniciativa privada. "Ya han surgido muchas iniciativas para apoyar este proyecto, como la cena benéfica Andalucía Golf Tour, pero conseguirlo depende de todos", apunta Pilar Lara.

Testimonios reales

Con 8 años sufrió un accidente de tráfico en el que murieron sus padres y que la tuvo hospitalizada nueve meses. Ahora, Carla Hernández cuenta lo dura que resultó la experiencia. "Durante mi estancia en el hospital míos tíos se encargaron de cuidarme. Hacían turnos para quedarse a dormir pero poco a poco se iban desgastando. Al final eso les afectó al ánimo y eso es malo porque terminas pagándolo con el paciente", asegura. Pero todo cambió cuando la pasaron a plante.

La Fundación El Gancho Infantil presenta su segundo reto: El Sillón Azul

"Después de abandonar la UCI pude recibir en mi habitación a mis amigos. Ellos me hablaban del colegio y me reía con ellos. En esos momentos se me olvidaba el dolor", añade. "Conseguir mejorar el descanso de los que te acompañan, sobre todo durante la noche, es muy necesario porque si el cuidador está a gustó se les hace más llevadero y eso influye positivamente en el paciente", concluye.

"Te repiten muchas veces que debes descansar, que el camino a ser muy largo", comparte Álvaro Márquez, el padre de un niño que estuvo hospitalizado durante tres meses. Después de varias etapas, siendo la más dura la estancia en la UCI, Márquez da fe de que el descanso es básico.

"Cuando pasaron a mi hijo a planta, después de 40 días, ya podíamos dormir con él, que es lo único que él quería. Debido a su enfermedad y las posibilidades de coger una infección permaneció solo en su habitación. Ahí fue cuando por primera vez pudimos descansar y fuimos conscientes de la importancia de ese descanso. Una persona que no descansa, a nivel psicológico, no es capaz de asimilar información porque al final todo desgasta y pagas frustraciones con quien no debes", explica.

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