Un Halloween de colonos
El Campillo recupera una fiesta de origen alemán en la que los niños portan farolillos en honor a San Martín
Se acerca el mes de noviembre y los escaparates de tiendas y centros comerciales se llenan de terroríficas calabazas, brujas, fantasmas y muertos vivientes. El fenómeno Halloween, importado de Estados Unidos, se impone. Los niños en los colegios se disfrazan y se divierten cual carnaval temático. Se sale a las calles y se piden golosinas con el famoso "¿Truco o trato?". La fiesta de Halloween, tan ajena a nuestra cultura, es relativamente reciente. Fue en 1840 cuando llegó a Estados Unidos de la mano de inmigrantes irlandeses. El primer desfile tuvo lugar en Minnesota en 1921. En los años setenta la televisión y, sobre todo, el cine de terror popularizaron la fiesta. Frente al fenómeno de la globalización y la pérdida de la diversidad cultural que ello supone, se plantean propuestas alternativas a Halloween como Holliwins, juego de palabras que significa "la santidad vence". Esta iniciativa católica nació en París en el año 2002 e invita a los niños a disfrazarse de santos en vez de en terroríficos personajes. En el pueblo sevillano de El Campillo han querido recuperar una fiesta tradicional, importada por los colonos que llegaron a la localidad en el siglo XVIII, y que, en la misma fecha que la celebración nortamericana y siendo protagonistas los más pequeños, se divierten de otra manera.
El Campillo es una pequeña localidad perteneciente al municipio sevillano de La Luisiana, fundada por Carlos III en la segunda mitad del siglo XVIII (1768) con colonos procedentes de diferentes países centroeuropeos que trajeron su propia lengua, costumbres y tradiciones a las llamadas Nuevas Poblaciones. El fomento de matrimonios mixtos con españoles y una intensa labor docente hicieron que los colonos extranjeros se integraran en poco tiempo; a la vez que se fueron diluyendo y perdiendo sus propias costumbres y tradiciones. Este año, se cumplen 250 años de la llegada de aquellos colonos, alemanes en su mayoría. Con la finalidad de conocer y recuperar el legado de sus antepasados centroeuropeos, el CEIP Director Manuel Somoza, de El Campillo, va a desarrollar el proyecto Vivir y sentir el patrimonio, convocado por la Consejería de Educación. El proyecto pretende rescatar la tradición popular del Laternenfesto Martinstag, que a día de hoy continúa viva en muchos países centroeuropeos y que desapareció con el tiempo en esta pequeña localidad.
En amplias zonas del norte y del centro de Europa (Holanda, Alemania, Suiza, Dinamarca, Eslovenia, el Tirol austriaco, parte del norte de Italia…), el Laternenfest es una tradición muy popular centrada en los niños. Al anochecer del 11 de noviembre, día de San Martín de Tours (Martinstag), los más pequeños recorren las calles de sus pueblos y ciudades llevando farolillos de papel, laterne en alemán, con su vela encendida.
Dentro de la misma línea, cada país e incluso cada región tiene sus particularidades. En los Países Bajos, los niños van de casa en casa cantando y portando sus farolillos de papel donde les dan golosinas o frutas. En otros lugares, como en la región alemana del Palatinado -lugar de origen de numerosos colonos que se asentaron en El Campillo-, se hace un paseo o procesión, siguiendo a San Martín sentado sobre su caballo y al final del recorrido se comen panes dulces con pasas. A menudo hay representaciones de teatro que muestran a San Martín como soldado, entregando la mitad de su capa a un mendigo que se encontraba pasando frío a su entrada en el pueblo.
Hasta los años 60, en El Campillo, durante el mes de noviembre, los mayores hacían para los niños farolillos con meloncillos del huerto, es decir, con aquellos frutos tardíos que eran desechados para la venta o el consumo humano y que eran destinados a la alimentación de los animales.
El próximo 11 de noviembre, coincidiendo con el día de San Martín de Tours, se celebrará la fiesta de los farolillos. En el colegio, se trabajarán los contenidos relacionados con la celebración de la fiesta de San Martín; en casa, los niños harán sus farolillos de melón y participarán en una exposición. Por la tarde, se celebrará una misa infantil en la parroquia de Nuestra Señora de los Dolores. Por último, los menores acompañados por adultos procesionarán cantando canciones en alemán con los farolillos encendidos por las calles del pueblo hasta la caseta municipal. Al final del recorrido, se hará una merienda-convivencia amenizada con una dramatización que mostrará a San Martín como soldado dándole la mitad de su capa a un mendigo.
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