Salir de viaje: Puglia, arte y mar en un tacón
Seis y cuarto de la mañana. Los rayos de sol aparecen puntuales en la región de Apulia (Puglia en italiano), dejando ver los almendros, viñedos y cerezos en flor, así como los numerosos olivos centenarios que minan la zona, incluso en la misma costa. Bañada por dos mares, el Adriático y el Jónico, Apulia se sitúa en el tacón de la bota que forma la Península Itálica, con unos 800 kilómetros de costa. Las aguas cristalinas caracterizan el sur de la región, en especial la comarca de Salento; mientras que el turismo cultural y artístico se concentra en Bari -capital de la región-, Trani y Foggia, con el Románico como joya de la corona, dejando patente que Apulia ofrece mucho más que simple turismo de playa.
La aerolínea Ryanair ofrece vuelos directos Sevilla-Bari dos días a la semana (martes y sábado) a partir de 50 euros (ida y vuelta, y según fecha).
El viajero puede comenzar su ruta por el Parque Natural del Gargano, un sistema montañoso situado al norte de Apulia, en la espuela de la bota. Aquí se encuentran, entre otras localidades, Manfredonia, Mattinata, Vieste y Monte Sant'Angelo. En este último municipio, se halla el santuario del mismo nombre, construido en siglo XIII por Carlos I de Sicilia. Con importantes frescos del siglo XIII y XIV, el románico y el gótico se mezclan en la construcción, pero lo más destacado del santuario es la cueva-iglesia que esconde en su interior en honor a San Miguel, en el mismo lugar donde, cuenta la leyenda, se le apareció el arcángel a un pastor.
En esta población de 14.000 habitantes también se puede visitar un castillo, bien conservado, que data del siglo X, así como la románica iglesia de Santa Maria Maggiore y la barroca iglesia de la Trinidad. Monte Sant'Angelo es un lugar propicio para pasear, a pesar de sus numerosas escaleras, y perderse por sus calles con reminiscencias napolitanas.
Apulia no es sólo arte y piedra. Sus gentes forman parte del encanto. Por ello también es interesante recorrer sus pueblos a pie y conversar con sus vecinos.
El itinerario puede continuar por Mattinata y su costa, con bellos paisajes y construcciones naturales de piedra en medio del mar, como el llamado Arco de Neptuno.
Para finalizar esta primera jornada es buena idea parar en Vieste, cuya playa Pizzomunno escode la leyenda de un amor imposible. La playa está coronada por un gran monolito blanco que, según cuentan, se trata de un pescador que se convirtió en piedra de puro dolor por la pérdida de su amada, que las celosas ondinas arrastraron al fondo del mar.
La ciudad está flanqueada por la Punta de San Francisco y la Punta de Santa Cruz. Aquí nació Francesco de Nittis, un nuncio octogenario que lleva más de 40 años al servicio del Vaticano. "He estado en Vietnam, Colombia, Nigeria, Estados Unidos, Egipto, Honduras, pero en mi retina siempre he conservado esta imagen", comenta en uno de los acantilados de Vieste. "Como decía Federico II, Puglia es la pupila de mis ojos".
En esta región se encuentra también la salina más grande de Europa y la segunda del mundo con una extensión de 20 kilómetros de largo por 5 kilómetros de ancho. Se sitúa en la localidad de Margherita di Savoia, a 30 kilómetros de Manfredonia (Visitas guiadas sólo en italiano e inglés; reservas en el teléfono +39 3200 222 664). Su riqueza no sólo reside en los cinco millones de toneladas de sal que produce al año, sino también en la fauna que aquí se concentra, con más de 60 especies de aves diferentes.
A poco más de media hora en coche desde Margherita di Savoia se encuentran las Bodegas Rivera, en activo desde los años 50, cuyos vinos llevan la etiqueta de DOC Castel del Monte, que alude a uno de los grandes iconos de la provincia de Andria y de Puglia en general. La fama de este castillo medieval (www.casteldelmonte.beniculturali.it) se debe, principalmente, a su peculiar planta octogonal, rodeada de ocho torres también octogonales.
Es recomendable pasar una tarde en Trani, una ciudad cuya catedral románica está bañada por el mar. Consagrada a San Nicolás el Peregrino, el templo data del siglo XI. En su fachada se distinguen elementos góticos y, en el interior, barrocos. Como curiosidad, en la planta inferior, donde debería estar la cripta, hay otra iglesia de construcción anterior dedicada a Santa María de la Escalera con frescos bizantinos. Y, más abajo aún, una cripta subterránea paleocristiana.
Esta ciudad pesquera cuenta con varios palacios y fortificaciones, uno de ellos, en buenas condiciones de conservación, fue construido por el propio Federico II (emperador del Sacro Imperio Romano Germánico de 1220 a 1250). También cuenta con una judería, que llegó a ser la más grande del sur de Europa con hasta cuatro sinagogas.
Otro día es posible visitar Alberobello, Patrimonio Unesco. El municipio se caracteriza por un poblado de peculiares viviendas de planta circular y techo con forma de cono construidas con piedra caliza y llamadas trulli (trullo en singular). Algunos habitantes pintan símbolos en sus tejados para proteger a sus familias y alejar a los malos espíritus.
Sus calles -en especial la que sube hacia la iglesia de San Antonio, construida en 1927 siguiendo el estilo del trullo- están salpicadas de pequeñas tiendas con productos gastronómicos y artesanía de la zona. Maria Concetta Marco es una de las comerciantes. En su tienda se mezclan distintos aromas de productos típicos como salami, queso, aceitunas, aceite virgen extra, pasta fresca, taralli, vino de la tierra. Maria abre la puertas de su trullo a los turistas de manera gratuita, con una antigua cocina y un entrepiso de madera (www.trulloantichisapori.it)
Tras pasar por Alberobello, el viaje puede continuar hasta Ostuni, pasando antes por Locorotondo, una pequeña población con el sello de Borghi più belli d'Italia (asociación de burgos más bellos de Italia).
Ostuni es conocida como la ciudad blanca. Una muralla rodea gran parte del municipio, y en uno de sus bastiones se halla el Restaurante Porta Nova, envidiado por su panorámica. Cabe destacar también la Piazza Beato Giovanni Paolo II, donde se encuentran la catedral del siglo XV, el arzobispado y el seminario.
El último día, antes visitar Bari y coger el avión de vuelta, por qué no entonar aquella mítica canción de finales de los 50, aún hoy viva, Volare, y visitar la ciudad que vio nacer a su intérprete, Domenico Modugno. Polignano a Mare es rica en grutas marinas y arrecifes y por ella pasa la romana vía Trajana. Una estatua del cantante con los brazos abiertos domina una de los miradores, siempre con algún fan con cámara en mano.
Situada sobre el Mar Adriático, son muchos los teatros, museos y monumentos que alberga la ciudad de Bari. El bullicio de gente es constante. Es recomendable pasear por sus calles y conocer a sus gentes, especialmente en la vía Arco Bajo, donde es común ver a las mujeres en los portales de sus casas haciendo pasta fresca.
En el campo monumental, destaca un castillo abierto al público fundado por los normandos alrededor del año 1000, además de la Catedral de Santa Sabina. De origen Románico, el templo ha pasado por distintos estilos arquitectónicos y cuenta con dos torres campanarios, una de ellas derruida tras un terremoto.
Pero, sin lugar a duda, uno de los monumentos más característicos de esta ciudad es la Basílica de San Nicolás de Bari. En su fachada llama la atención como dos bueyes flanquean la puerta principal, coronada por una esfinge. En su interior se aprecia una doble arquería, colocada para sujetar las paredes del templo, y un artesonado barroco que choca con la fachada románica.
Dos comunidades religiosas conviven en este templo: católicos y ortodoxos. En la planta superior se practica el culto católico, mientras que en la planta inferior, donde está enterrado el santo, también está abierta al culto ortodoxo. Se trata de un lugar de encuentro entre las dos Iglesias, donde reina el respeto mutuo.
Arte y mar confluyen en este tacón italiano, desconocido por muchos turistas, un rincón al que no le hace sombra el resto de la bota.
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