Seguir haciendo cine pese a todo

Salir al cine

Pablo Llorca tiene nueva película, 'Los subterráneos', un relato depurado y esencial sobre la resistencia a la sociedad del control y la vigilancia. En Cicus, 'Niñato', de Adrián Orr, y en salas, 'First cow', de Kelly Reichardt, posiblemente la mejor película del año.

Una imagen de 'Los subterráneos', el nuevo filme de Pablo Llorca.
Una imagen de 'Los subterráneos', el nuevo filme de Pablo Llorca.

Seguir haciendo cine, seguir contando historias y siendo crítico con el presente a pesar de todo, incluso en mitad de una pandemia mundial que es aquí, además, pretexto, eco y catalizador para la trama. Ese parece ser el lema que mueve a Pablo Llorca (Madrid, 1963) desde hace ya un par de décadas, francotirador insobornable y verdaderamente independiente de nuestro cine que, sin que nadie salvo un puñado de incondicionales lo espere, se saca cada año de la manga una nueva película cuando aún recordamos con entusiasmo la anterior (La fiesta no es para feos), por cierto, la única que, aunque de manera tangencial, se ha acercado en este país al asunto catalán para desnudarlo de pies a cabeza no sin poca agudeza y retranca.

Nos ha pasado también con Los subterráneos, recién estrenada en Madrid y a la venta directa en www.lacicatriz.net como todas las suyas: verdadero cine radical y subversivo en sus formas de producción y su visionario concepto distópico, un nuevo filme povera que no tiene miedo a abrazar una trama de espionaje y vigilancia social y el contrapunto combativo de la ciudadanía clandestina con los mimbres elementales del trabajo de superficie, las interpretaciones desafectadas y desinteresadas, la variedad de escenarios e incluso unos efectos especiales caseros para imaginar (o hacer pensar en, lo mismo vale) un futuro inmediato de pantallas gigantes en la Puerta de Alcalá, presidentes fantoche, constituciones nuevas y propaganda mediático-institucional.

Un filme que, como ya viene siendo costumbre, va directo al tuétano del relato y su articulación narrativa sin mayor detenimiento en los detalles o el relleno estético, conciso, elíptico y preciso en su ejecución y sus propósitos, carente de psicologismos y explicaciones marginales, necesariamente transparente, algo ingenuo si me apuran en su mensaje anti-sistema, pero siempre un paso por delante del espectador a la hora de conducirlo por esa dimensión múltiple de las acciones físicas, sus consecuencias, el pasado de sus personajes o un trasfondo que, forzosamente, no puede desprenderse demasiado de lo real aunque lo pretenda, tal es la voluntad de Llorca al trabajar siempre desde lo posible y no tanto desde lo deseable, entendido esto casi como una ética profesional inquebrantable.

Nuestra protagonista, empleada en una empresa farmacéutica, descubre un mundo subterráneo y marginal de reminiscencias bradburyanas y nosotros con ella, un mundo de excluidos, insumisos y rebeldes que se esconden del control, la vigilancia y la persecución punitiva. Integrados en esta comunidad alternativa, no queda más que simpatizar con sus reuniones y pequeñas acciones de sabotaje, filmadas por Llorca como si de una película de suspense se tratara, lanzadas al ritmo de la clandestinidad y el más que probable fracaso. Sólo desde ese lugar, parece decirnos el filme, es posible reconquistar el mundo.

Y una vez más, o al menos así nos gusta verlo aunque él lo niegue, Llorca sigue hablando (sin decirlo) de su propia condición y lugar en este gran circo del audiovisual nacional: él es también, a su manera, un gran cineasta subterráneo.

'Niñato': el nacimiento de una paternidad

El primer largometraje de Adrián Orr estaba llamado a ser uno de los títulos de referencia del otro cine español. Premiado en Visions du Réel y Bafici y a concurso en el SEFF 2017, este documental se adentra en el seno de una familia atípica con padre y tres hijos, dos niñas y un niño llamado Oro, a los que vemos despertar y desperezarse, desayunar, ir al colegio, hacer los deberes y otras rutinas propias de su edad. Cuando saca tiempo, este padre parado se vuelca en su pasión, el hip-hop, componiendo y grabando canciones, o viendo a la que ahora parece su nueva pareja. De la madre de esos niños y su ausencia nada sabemos, tampoco demasiado de esos abuelos que los acogen en un pequeño piso de clase obrera donde se dejan sentir los estragos de la crisis.

Niñato escruta esa realidad íntima y esos vínculos con cercanía, atenta a los movimientos, gestos, palabras y reacciones, invisibilizando casi por completo la puesta en situación de los materiales cotidianos y condensando la dilatación temporal del proceso en un montaje fluido en el que resuenan los grandes temas del filme: cómo ser padre, cómo educar, cómo reconducir y combatir el hastío, cómo comunicarse y relacionarse con un niño.

Se proyecta en Cicus el lunes 24 a las 19h.,Cicuslunes 24 a las 19h. dentro del ciclo aniversario del Festival Márgenes.

El estreno de la semana: 'First cow'

No es el estreno de la semana, es posiblemente el estreno del año, la película que, ninguneada por los Oscar, ha conquistado a toda la crítica internacional, el regreso de Kelly Reichardt (Meek’s Cutoff) al territorio fundacional del western como género del que extraer esencias sobre la amistad, el mito, la relación del hombre con la naturaleza o los pilares multiculturales de la nación norteamericana antes de su exterminio y su perversión. Obra maestra a la vista.

Trailer First Cow
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