Un bistró francés con sello andaluz

Un bistró francés con sello andaluz
Un bistró francés con sello andaluz

05 de noviembre 2015 - 01:00

TATA-PILA

Cuando parece que en la gastronomía está todo inventado, aparece un nuevo restaurante para ponerlo todo patas arribas. Tata-Pila, abierto desde agosto en la calle Julio César, ha conseguido revolucionar el mundo culinario y crear adicción en todo paladar que degusta sus platos gracias a la fusión que hacen entre la cocina de bistró francesa y la andaluza.

Pero Tata-Pila no es sólo un lugar al que ir para complacer a los selectos estómagos, Tata-Pila es un concepto, una filosofía. Para poder comprenderlo hay que atender primero a su decoración y la disposición de los muebles en el establecimiento. Nada más entrar en el restaurante el cliente aprecia la cocina, amplia, cuadrada, ordenada y con un grupo de jóvenes que trabajan de manera coordinada. En ella priman los tonos negros y las cacerolas de latón. Junto a ella se distingue una zona reservada para los cócteles, que juegan un papel importante en el concepto de este espacio.

Una vez vista la cocina los comensales pueden decidir si se pondrán a la izquierda o a la derecha de ésta, aunque tal vez olviden su cercanía gracias a las dos enormes cristaleras que dan a la calle y pueden mantener distraído hasta al menos despistado de los comensales. Frente a ellas, una acera sobre la que muy pronto se pondrán veladores; Sevilla lo demanda y es uno de los elementos claves de un bistró. También resultan muy llamativos son los aseos, que rompen drásticamente con la estética de todo el restaurante. Decorados con una tapicería negra de flores, toda la luz la tienen los baños. Amplios, luminosos y perfectos para sacarse un millón de fotos gracias a que las paredes y el techo están hechos de espejos.

Echado el primer vistazo hay que reparar en los detalles, que son muchos. Entre ellos, y por ser otoño, las calabazas le han quitado el puesto a las flores encima de las mesas y hasta se han subido al techo. No es que cuelguen estas verduras, es que las lámparas, hechas de manera artesanal con la técnica de vidrio soplado, tienen esa forma.

A simple vista, nada de lo anterior guarda relación con la comida, pero para Genoveva Torres Ruiz y Juan Manuel García Tiscornia, sus propietarios, sí. Para ellos tiene que haber una combinación perfecta entre el local, la comida y la música, porque la atmósfera que se cree tiene que estar a la altura de las circunstancias. Una vez que el cliente se ha dejado envolver por el ambiente puede descubrir a través de su estómago las innovaciones que Ruiz y García han hecho en la cocina.

Ambos se dedican a la cocina, son chefs profesionales que han trabajado a lo largo de medio mundo, pero hace unos años se asentaron en la capital y empezaron a realizar el sueño de hacer distintos restaurantes que nada tengan que ver entre sí y que tengan su sello personal. A ellos pertenecen La Chunga, Ovejas Negras y Mamarracha, que sólo tienen en común con Tata-Pila la procedencia del pan y la carne de sus burgers. La cocina de Tata-Pila es otra cosa. Aquí trabajan mucho con el horno de brasa con carbón argentino, que le da un toque especial a la comida, adaptan recetas francesas al estilo andaluz y no paran de inventar desde que el equipo entra en la cocina. El resultado no es otro que platos deliciosos, muy sanos, entre los que destacan la cassoulet de mejillones, la lechuga entera a la parrilla, la pata de pulpo a la parrilla y la tarta tatin con helado de manzana. Además de muchos platos fuera de carta, como el costillar de ternera glaseado con setas de temporada, que van cambiando en función de las nuevas ideas que se le ocurran a Genoveva y Juan Manuel.

Con mucha aceptación entre los sevillanos, en Tata-Pila se pueden hacer reservas y organizar cenas para Navidad.

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