El impresionante castillo medieval a menos de una hora de Sevilla que protegía un manantial
Esta construcción se encuentra en la localidad de El Coronil, a unos 50 kilómetros de la capital hispalense
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En plena campiña de Sevilla se encuentra la localidad de El Coronil, un pueblo situado a 54 kilómetros de la capital que tiene algo menos de 5000 habitantes.
Los primeros asentamientos en esta zona de la Campiña sevillana se fechan en la Prehistoria, concretamente en el Calcolítico, y se da en zonas con condiciones favorables, como podría ser cerca de manantiales de agua para favorecer su abastecimiento, en enclaves elevados que facilitaran la defensa, o en zonas de fácil comunicación que permitieran el comercio. Sin embargo, el periodo histórico de mayor relevancia para la localidad que se conoce en la actualidad fue el romano, no solo porque la población creció considerablemente sino porque en esta época se llegaron a acuñar monedas y se fabricaron importantes útiles que favorecerían la agricultura.
En la época musulmana y a pesar de que no hay mucho documentado al respecto, se construirían dos importantes castillos: el de la Villa y el de las Aguzaderas. Es este último el que hoy ocupa esta información.
Castillo de las Aguzaderas
El Castillo de las Aguzaderas es una antigua fortaleza de origen medieval que se construyó entre los siglos XIV y XV, concretamente de la mano de los cristianos en el contexto de la reconquista y la expulsión de los musulmanes de estas tierras.
Cuenta con un gran recinto cuadrado y torres en sus ángulos que están unidas entre sí por un alto lienzo de muralla y una gran torre del homenaje, que tiene dos espaciosas habituaciones, lo que le confiere a todo el conjunto ese aspecto propio de un castillo del medievo. Las torres son las de Cote, el Bollo, Lopera, del Águila, Alocaz y Llado y la construcción cuenta con una única puerta de entrada. Sus cúpulas tienen forma de media naranja y suponen una innovación arquitectónica extraordinaria y enigmática porque se anticiparon dos siglos a su uso en otras construcciones castellanas.
El de las Aguzaderas se encuentra a unos tres kilómetros de la localidad, en una ubicación muy particular y poco habitual ya que está en una ondonada rodeada de cerros, en lugar de situarse en un lugar más elevado. Esto se cree que se debe a que se edificó cerca de un manantial, cuya fuente de agua era un bien escaso en aquella época, para protegerlo de las posibles invasiones. La primera obra y la más importante, se hizo a mediados del siglo XIV, concretamente entre los años 1348 y 1353. Cuando el castillo se edificó, su propietaria era la Santa Iglesia Catedral de Sevilla. El cabildo catedralicio desembolsó por su construcción la cantidad de 22.800 maravedíes.
El origen de su nombre
El nombre de este castillo procede probablemente de las rocas sobre las que se asienta el edifico. Una aguzadera es, según la Real Academia Española de la Lengua, un «objeto, generalmente de piedra, que se utiliza para afilar». En esta roca madre acudían los jabalíes para afilar (aguzar) sus colmillos y hozar en el manantial cercano.
El Castillo de las Aguzaderas fue abandonado años después de su construcción y se reedificaría en torno a los siglos XV y XVI. Sin embargo, en el siglo XIX volvería a quedar en el abandono y finalmente en el año 1927, habida cuenta de la importancia de esta construcción, se acabaría declarando Monumento Nacional.
El de las Aguzaderas es un castillo que se recomienda conocer de manera relajada, comprendiendo el lugar en el que se encuentra y la función que entonces tuvo este. La visita se puede completar con una escapada al pueblo de El Coronil, uno de los más bellos de la provincia de Sevilla en el que se puede disfrutar de su ambiente, la belleza de sus calles, su historia y su rica gastronomía.
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