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Siete consejos para evitar el síndrome postvacacional

  • Se necesitan al menos tres días para que el cuerpo se adapte a las rutinas

  • Apatía, fatiga y alteraciones del sueño son los síntomas más habituales al volver al trabajo

El síndrome postvacacional no es más que salir de una rutina para meterse en otra.

El síndrome postvacacional no es más que salir de una rutina para meterse en otra. / M. G.

Si lee esto mientras está en la oficina puede que sea del 90% de la población que hoy se ha incorporado a su puesto de trabajo. Si lo lee desde un chiringuito o desde las antípodas, es uno de los afortunados que empiezan sus vacaciones cuando todos vuelven al trabajo. Pero no es momento de hablar de los segundo, aunque susciten envidias entre aquellos que hoy sufren la temida vuelta al cole y su particular síndrome postvacacional.

Aunque la mayoría de la población afirma sentir estrés postvacacional al reincorporarse al trabajo, no todo el mundo conoce los síntomas de esta patología. Cuadros de fatiga, apatía, dificultad para concentrarse, trastornos del sueño, nerviosismo y tristeza; nada, en realidad, que pueda considerarse con entidad clínica. Son los síntomas normales ante un cambio de rutina, un proceso transitorio que no suele alargarse más de tres o cuatro días.

El 40 % de lo que hacemos está basado en hábitos

"La mayoría de las cosas que hacemos en nuestra vida, hasta un 40%, está basada en hábitos", expone Manuel Armayones, psicólogo y director de desarrollo del eHealth Center, centro de salud digital de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Tenemos una rutina durante todo el año que a veces nos cansa, nos quema, pero nos permite ir en modo automático. Cuando llegan las vacaciones, también al principio, en algunas personas aparecen dificultades de adaptación a la nueva rutina, aunque sea positiva. Luego, cuando nos empezamos a acostumbrar, va y se acaba. En realidad lo que pasa tras las vacaciones es que nos hemos adaptado a una rutina y ahora tenemos que romper con ella y volver a la anterior", añade Armayones.

¿Cuándo puede suponer un problema?

Existen casos extremos en los que se experimentan ataques de ansiedad, depresión, dolor de cabeza o malestar general. Afectan a una minoría y pueden durar meses. "En algunos casos hay que ver si detrás existe algo más. A veces, hay que empezar a pensar sobre si lo que hacemos es aquello que realmente nos gusta y en caso contrario establecer un plan realista para el cambio", apunta en este sentido Manuel Armayones.

Este tipo de crisis son necesarias porque nos hacen despertar un poco del modo automático. Hay que aprovecharlas como oportunidades de generar un cambio. "Hay que intentar verlo así, que sirva para reflexionar. ¿Por qué me está costando tanto volver?, ¿qué es lo que hay realmente detrás?", afirma el psicólogo. Y a partir de ahí, debemos intentar conseguir que pasen cosas. Mucha gente se hace propósitos de año nuevo y mucha gente puede hacérselos en septiembre o en agosto, si ha cogido las vacaciones en julio. La filosofía sería la siguiente: Aprovecha ese momento para verlo como una oportunidad.

Consejos para adaptarse a las rutinas

1- Conectar unos días antes

Los últimos días de vacaciones no pasa nada por volver a conectarse paulatinamente, mirar el correo o elaborar una pequeña planificación de las actividades. Avanzar y sobre todo planificar un poco la vuelta ayudan a eliminar la incertidumbre y a tener una sensación de control que permitirá llevar mejor el día a día.

2- Ir poco a poco

Pasar de cero a cien no es bueno para nada. Vayamos poco a poco: ahora que empiezo, voy a superar los tres primeros días que son algo pesados y poco productivos. También es aconsejable concretar. "El objetivo de este lunes es tener esta reunión y hacer este informe", añade Armayones. Así, propone funcionar sin caer en lo general de "tengo que empezar a trabajar" y que todo se nos haga una montaña.

3- Valorar la parte positiva

¿Volver a trabajar puede tener una parte positiva? Por supuesto que sí. "Tener una actitud positiva ayuda. Volver al trabajo es una oportunidad para reencontrarnos con compañeros de trabajo con los que nos llevamos bien, pensar en nuevos proyectos y desarrollar nuestra faceta profesional. Si nuestra actitud es positiva, nuestra vuelta será más fácil", dice el experto.

4- Crear nuevos hábitos saludables

Hemos roto con la rutina del verano, que, a veces, no es tan sana como pensamos porque trasnochamos más, comemos peor, nos damos más licencias, y muchas personas llegan con tres o cuatro kilos de más. Pues aprovechemos para plantearnos pequeños retos. No hace falta apuntarse al gimnasio, pero incorporemos pequeños retos a nuestro día a día "Voy a bajarme dos estaciones antes del metro para andar un poco más, en vez de llegar hasta la puerta del trabajo", por ejemplo.

"El secreto es identificar un hábito saludable (por ejemplo, subir un tramo de escalera), identificar un mismo contexto adecuado donde desarrollarlo (siempre el mismo) y premiarnos por ello (autofelicitarnos)", recomienda Armayones. En esta filosofía se basa el método tiny habits, del investigador y profesor de la Universidad de Stanford B. J. Fogg: un hábito no es más que un comportamiento que repetimos mucho en un mismo contexto y acabamos automatizando. La vuelta de vacaciones es una buena ocasión para reiniciar nuestros malos hábitos y cambiarlos por otros más sanos.

5- Planificar el ocio

Somos muy de blancos y negros. Acabamos las vacaciones y de golpe y porrazo parece que nos metemos en una especie de túnel en el que no hay fines de semana, días de fiesta o tardes libres. Hay que planificar un poco el ocio para no caer en la vorágine de la oficina y de las llamadas de teléfono de un día para otro.

Planifiquemos el primer fin de semana después de vacaciones, tengamos metas a corto plazo, no perdamos la oportunidad de incorporar actividades de ocio en nuestras vidas. Es la mejor manera de no tener la sensación de que todo es trabajo en nuestra vida.

6- Comenzar proyectos vitales ilusionantes

La vuelta de vacaciones es un buen momento para pensar si quiere hacerse un voluntariado o iniciarse una actividad cultural, por ejemplo. Volver a la rutina siempre es más fácil si la llenamos de los buenos momentos que pueden proporcionarnos las actividades culturales, educativas y altruistas.

7- Aprovechar las rutinas

La rutina es una concatenación de hábitos y los hábitos no son más que comportamientos que a fuerza de repetirlos acabamos automatizando sin pensar. Pero para que se establezcan estos hábitos hay que practicar y muchas veces encontrarles espacio en nuestro día a día. Si las nuevas rutinas que podemos establecer al volver de vacaciones son positivas puede que hasta nos acabemos alegrando de que las vacaciones terminen.

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