Los altares del Día de Muertos llegan a Sevilla: "En México no lloramos la muerte, celebramos la vida"
El restaurante SedeMéxico transforma su espacio en un homenaje a la tradición mexicana con flores, pan de muerto y recuerdos que cruzan fronteras
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En la Plaza de la Alianza, en pleno corazón de Sevilla, el restaurante SedeMéxico se convierte cada otoño en un rincón de color, aroma y memoria. Con motivo del Día de Muertos, la celebración más simbólica de la cultura mexicana, el local luce un altar lleno de flores de cempasúchil, velas, fotografías, pan de muerto y tequila, una auténtica ofrenda que une a los vivos con quienes ya partieron.
Nos reciben Carlos y Guadalupe, matrimonio mexicano y dueños del restaurante, quienes desde hace cinco años mantienen viva esta tradición en Sevilla y en sus otras taquerías, Te quiero TACO, en Tomares y Alameda de Hércules. "En México no veneramos la muerte, lo que hacemos es no olvidar a quienes nos dieron nuestras raíces", explica Guadalupe, a quien todos llaman Gualu. Este año, la ofrenda está dedicada a Blanca Rosa Olvera Álvarez, su suegra, fallecida recientemente. "Cada año el altar se dedica a alguien cercano que nos ha dejado. En otros años hemos recordado a Frida Kahlo, Cantinflas o mi suegro", añade Gualu.
Un acto sagrado de amor
El altar, también conocido como ofrenda, es mucho más que una decoración tradicional: es un acto sagrado de amor. Guadalupe explica que para los mexicanos representa la apertura simbólica de las puertas del alma, un gesto para permitir que los seres queridos regresen al hogar y convivan de nuevo con los vivos.
Cada elemento tiene un significado profundo. Las flores de cempasúchil, con su color naranja encendido, simbolizan el sol y la energía vital; su aroma guía el camino de las almas hacia el altar. Las velas iluminan su regreso; el agua calma su sed después del largo viaje; y la sal purifica, recordando el sabor de la vida.
El pan de muerto, redondo y cubierto de azúcar, representa la unión entre vivos y muertos. Solo se elabora para estas fechas y se acompaña con chocolate amargo 95 % cacao. "Y aquí en SedeMéxico se vale chopear —dice Carlos entre risas— aunque tu mamá te diga que no".
También hay calaveras de azúcar, una manera alegre de aceptar la muerte como parte natural del ciclo; semillas de maíz, judías y lentejas, que representan abundancia; y tequila, frutas y alimentos que fueron del gusto del ser querido homenajeado. "Son las cosas que disfrutaba en vida mi suegra, y así la sentimos cerca", comenta Guadalupe.
Entre los platos tradicionales que acompañan las ofrendas destaca el pib, una receta ancestral de origen maya elaborada con maíz y cerdo, envuelta en hoja de plátano y cocinada bajo tierra. Se prepara especialmente cuando fallece un niño en la familia y se considera una comida de reencuentro entre los vivos y sus seres queridos. Carlos explica que en México "es una tradición muy bonita, porque simboliza la conexión entre la tierra, la familia y la memoria", y en SedeMéxico lo mencionan como uno de los grandes tesoros culinarios del Día de Muertos.
Tradición viva y compartida
Lejos de ser un rito triste, el Día de Muertos es en México una celebración de la vida, reconocida por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. "Sí lloramos a nuestros muertos, claro que sí —dice Guadalupe—, pero lo que celebramos es la vida. Entendemos que la muerte no es un final, sino una transformación".
Los visitantes pueden incluso llevar la foto de un ser querido para colocarla en el altar. "Solo hay que escribir el nombre y teléfono detrás, hacer una pequeña oración y, por qué no, brindar con un tequilita en su honor", añade Carlos entre risas.
Entendemos que la muerte no es un final, sino una transformación
El 28 de octubre se recuerda a las mascotas, "porque también son parte de nuestras familias, nuestros hijos caninos", explica Gualu. El 1 de noviembre se dedica a los niños y santos inocentes, y el 2 de noviembre, a los adultos. En esas fechas, el restaurante se llena de velas encendidas, música mexicana y el aroma dulce del pan de muerto recién hecho.
Un puente entre México y Sevilla
El lema del altar de este año es "Puente entre dos mundos". No solo alude al vínculo entre vivos y muertos, sino también al lazo que une México y Sevilla. Carlos comentó que se sentían muy agradecidos por la acogida que habían recibido en Sevilla y destacó que, para ellos, México y España son pueblos hermanos. Explicó que la ubicación del restaurante en la Plaza de la Alianza simboliza precisamente esa unión entre ambas culturas, "una alianza real", como él la define.
Durante la celebración, los visitantes pueden recorrer los tres altares de la familia: el de SedeMéxico y los de Te quiero TACO, en Tomares y Alameda. "Vale la pena visitarlos todos —recomienda Carlos—, cada uno tiene su esencia".
Para Guadalupe, la ofrenda es también una forma de compartir. "En México, las sobremesas se alargan con los amigos y la familia, y el altar llega como el postre: es el momento dulce del recuerdo".
Así, entre flores, velas, pan y tequila, SedeMéxico ilumina el otoño sevillano con una celebración que trasciende fronteras. Porque como dice la tradición mexicana, "no mueren nuestros seres queridos hasta que se les olvida", y en este rincón de Sevilla, eso nunca sucede.
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