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Esos picores de la vergüenza

La empresaria Encarna del Mazo abre en la calle Regina el primer centro en Sevilla especializado en la eliminación de piojos. El negocio es fruto de tres años de investigación sobre el parásito y tratamientos mecánicos.

Cristina Díaz

21 de enero 2013 - 01:00

Sólo pronunciar la palabra piojos ya provoca picor en la cabeza. Pocos niños se libran de estos incómodos insectos parasitarios que ven en los patios de recreo un verdadero festín. Consciente del problema y del quebradero de cabeza de muchas madres cuando descubren la existencia de estos bichos en el cabello de sus hijos, la toledana Encarna del Mazo abrió en la calle Regina hace dos meses el centro Pipiolos, el primero en Sevilla especializado en la eliminación de los piojos.

Dueña de la peluquería Mastyle, la empresaria, que llegó a la capital andaluza en 1993, comenzó a trabajar en este sector a los 14 años. Apasionada de su trabajo, lleva más de tres años investigando sobre este insecto y los tratamientos para su eliminación. "Cada día veo la desesperación de las madres que no saben qué hacer. Tener piojos no es algo inusual, sin embargo no se suele hablar de ello, lo relacionamos con la pobreza y lo consideramos como algo vergonzoso", explica la emprendedora. "Es necesario despojarnos de todas estas connotaciones negativas y verlo como algo natural".

Los piojos ni saltan ni vuelan. El contagio se debe al contacto entre cabezas o de cabeza y objeto. "Nunca se debe por falta de higiene ni es una cuestión de edad. Contagiarse es muy fácil. Los niños están siempre en contacto a través de sus juegos, no sólo en los patios de recreo, sino también en casa, jugando a la consola, por ejemplo. Es fácil que otros miembros de la familia se contagien con simples gestos, como cuando una madre se acuesta en la cama de su hijo para leerle un cuento", explica. "Los asientos también puede ser un foco de infección, pues los piojos, que se alimentan de la sangre, pueden vivir hasta 48 horas fuera de una cabeza".

Según la propia especialista, quitar los piojos de la cabeza de un niño es fácil, lo complicado es extraer las liendres, es decir, los huevos de estos insectos que se sujetan muy fuerte a la base del cabello y son muy resistentes a los tratamientos no mecánicos.

El método que propone Encarna del Mazo en Pipiolos comienza con la aspiración del cabello. El menor debe acudir con la cabeza limpia y bien desenredado. Con la ayuda de una aspiradora, se extraen los piojos y se almacenan en un filtro que se desecha tras su uso. A continuación, se analiza el pelo uno por uno con la ayuda de una lendrera, un peine de púas finas de metal. Y, por último, se examina la cabeza con una lupa con una potencia de cinco dioptrías para eliminar manualmente las liendres más resistentes. El proceso completo, que tiene un precio de 50 euros (depende del grado de infección) puede durar hasta tres horas si el contagio es muy grave. Siete días después del tratamiento, el cliente vuelve al centro para una revisión, ya que "el ojo humano puede fallar y éste es el tiempo que tardan las liendres en eclosionar".

"Para nosotros, la seguridad y la higiene es muy importante, por esa razón en el centro predomina el blanco, las toallas son desechables, al igual que los filtros, y todo el material se hierve tras su uso". La empresaria asegura que en España no existe esta visión empresarial, "sólo en Madrid y Córdoba hay centros especializados" y parte de sus herramientas de trabajo proceden de Estados Unidos, como es el caso de los filtros.

Una vez en casa, la experta recomienda a los padres lavar todos los objetos que hayan tenido contacto con la cabeza del niño con agua caliente, así como aspirar concienzudamente sofás y alfombras, además de avisar al colegio para prevenir la expansión del contagio.

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