21 de diciembre: Un legado que se fríe a fuego lento desde hace más de medio siglo

Una receta única, el relevo familiar y más de cinco décadas de constancia explican por qué este bar sigue siendo un referente en Sevilla

20 de diciembre: 55 años de fuego, barrio y una receta que no se toca

El 21 de diciembre hablamos de un plato súper reconocible en Triana / Carolina Rojas

El Calendario de Tapas Sevillanas llega este 21 de diciembre a uno de esos bares que forman parte de la memoria colectiva de la ciudad. Casa Ruperto no es solo un nombre conocido en Sevilla: es una costumbre, una parada obligatoria y un ejemplo de cómo la constancia y el respeto por la tradición pueden mantener vivo un negocio durante décadas.

El local abrió sus puertas en 1970, hace ya 55 años, de la mano de Ruperto, tío de José Manuel, quien hoy sigue al frente del bar. Procedentes de Manzanilla, la familia se asentó primero en otro punto de Triana hasta llegar a su ubicación actual, donde Casa Ruperto se convirtió definitivamente en lo que es hoy. José Manuel lleva más de 40 años manteniendo el legado, fiel a la idea original y al espíritu de su tío, que fue quien levantó el negocio desde cero.

Si hay una tapa inseparable del nombre de Casa Ruperto, esa es la codorniz. Su origen es tan sencillo como ingenioso. En una época en la que en los bares se servían pajaritos fritos, algo que con el tiempo dejó de estar permitido, Ruperto buscó una alternativa que mantuviera ese sabor tan apreciado. Así llegaron las codornices, siempre de granja, y poco a poco se fueron convirtiendo en la seña de identidad del bar.

El secreto de su éxito está en una receta propia, una aliñada especial que el propio Ruperto fue perfeccionando a base de pruebas hasta “dar con la tecla”. Desde entonces, la fórmula se ha mantenido intacta. José Manuel la sigue elaborando exactamente igual que hace 40 años, sin cambios ni atajos. Esa fidelidad al origen es lo que hace que las codornices de Casa Ruperto sean distintas y tan reconocibles.

Los clientes lo confirman cada día. Raro es quien entra y no las pide. Muchos llegan expresamente por ellas, aunque después se animan con otras tapas de la casa, todas caseras: pringá, cabrillas y una carta sencilla pero bien hecha. Aquí viene gente de todas las edades, desde jóvenes hasta clientes de toda la vida que ya traen a sus hijos y nietos.

Mantener el éxito durante más de medio siglo no tiene misterio para José Manuel: responsabilidad, constancia, formalidad y tratar a todo el mundo igual. Día tras día, haciendo lo mismo y haciéndolo bien. En este 21 de diciembre, Casa Ruperto demuestra que en Sevilla hay tapas que no pasan de moda porque están hechas de historia.

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